Fue una espectacular final de la Liga. Trepidante, con pulsaciones a 220, con el corazón en la mano y vacío en el estómago. Una final que estuvo a punto de una épica hazaña del DIM que no fue. Una final que estuvo a punto de un ridículo insólito del Junior que tampoco pasó. Una final con epicentro en Medellín y terremoto de alegría en Barranquilla con el trofeo alzado a cuatro manos por el capitán Viera y el crac Teo, dos símbolos que de arco a arco, del portero al artillero, enmarcan al Junior ahora ocho veces campeón de Colombia.
El 4-1 con el que ganó el juego de ida en Barranquilla parecía más que suficiente para que el equipo dirigido por Julio Comesaña cosiera la nueva estrella en su escudo. Pero el fútbol es impredecible, y la ventaja de tres goles resultó apenas justa.
Medellín, sin otra vía distinta a la de atacar y atacar, a la de ir e ir, a la de insistir e insistir, a la de patear y patear –porque el que no patea no anota–, pues atacó y atacó, fue y fue, insistió e insistió, pateó y pateó y anotó los tres goles que lo tenían bajo tierra.
Junior necesitó de un gol más, sí, de otro, el del suplente Yony González, que con un remate mordido que pegó en el rival Pertuz se metió de banderita. No fue un cañonazo: fue un roletazo saltarín como de béisbol, fue el hit de oro imparable al título.
Medellín se quedó entonces con la tristeza de lo que pudo haber sido y no fue y con la conciencia tranquila de ser el fantasma que regresó del más allá y le metió un susto descomunal al Tiburón que se ahogaba llegando a la orilla. Resultó sufrido, pero merecido. La angustia no le quita justicia.
En esta Liga, Junior reivindicó la razón del juego con un estilo de “toque de bola, caballero” –como decía Édgar Perea, el locutor símbolo del juniorismo– que lo llevó a hacer más goles que cualquiera: ¡42! Ese espíritu de equipo, esa filosofía de ser orquesta y no solistas, quizás se pueda entender en que 12 de sus jugadores, incluido el portero, gritaron gol: Díaz (10), Jarlan (7), Yony González (6), Teo (4), Moreno (3), James Sánchez (3), Rivas (2), Escalante (2), Piedrahíta (2), Fuentes, Viera y Cantillo.
Junior, ese patrimonio histórico material e imaterial de todo un pueblo, amanece este lunes, como bien lo dice desde su casa en Barrio Abajo, Estéwil Quesada, editor de ADN Barranquilla y compañero de crónicas en las páginas de deportes, siendo más que nunca “el mejor equipo del mundo, el universo... ¡y sus alrededores, no joda!”.
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
En Twitter: @MelukLeCuenta