La selección de Brasil llegó al Mundial de Chile de 1962 como la máxima candidata a reeditar lo que hizo cuatro años antes, cuando logró la Copa del Mundo en Suecia.
No era favorita porque defendía el título, sino porque, además, tenía jugadores de gran categoría que la hacían invencible: Pelé, Vavá, Garrincha, eran los claves en la formación.
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Pelé debutó en Suecia con solo 17 años y fue la gran revelación, la atracción del Mundial y demostró por qué iba a ser el mejor del mundo.
El primer juego Brasil lo ganó 2-0 a México y el segundo partido del grupo 3 era contra Checoslovaquia.
Pelé, la gran estrella, tuvo un duro golpe. Los jugadores checos entraron a la cancha a buscar lesionarlo y lo consiguieron, por lo que tuvo que abandonar el campo. El partido terminó 0-0, pero con la lesión del mejor jugador, pues de poco valió el punto.
No fue un momento fácil para los brasileños, sin Pelé el tema era a otro precio, pero en el banco estaba Amarildo, su reemplazo, claro, sin la misma calidad y nombre, pero jugador de gran categoría, que entró al campo y respondió.
Luego, Brasil superó a España 2-1 y clasificó a la siguiente ronda, en la que se encontró con Inglaterra, a la que despachó con un 3-1 inobjetable.
Chile, el anfitrión, fue el final en semifinales, y los brasileños la superaron 4-2, para citarse con Checoslovaquia, la misma que había apeado a pelé del certamen, en la final.
Esta vez, el juego no fue tan cerrado y Brasil sacó adelante un partido que en el papel era difícil, pues el antecedente no era el mejor. Ese 3-1 le dio el segundo título mundial al elenco suramericano, que lamentó no haber tenido a Pelé, pero que sorteó esa ausencia es impuso su ley.
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