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Qatar 2022: arranca la pasión por un Mundial lleno de sombras
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Mundial Qatar 2022

EFE/ Antonio Lacerda

Qatar 2022: arranca la pasión por un Mundial lleno de sombras

El cambio de fecha es la menor de las polémicas de una Copa del Mundo llena de  cuestionamientos.

Los cuestionamientos a Catar como sede del Mundial de 2022 comenzaron, incluso, mucho antes de que fuera confirmado como país organizador, en diciembre de 2010. La bola ya está lista para rodar en este pequeño emirato de apenas 11.571 metros cuadrados y 3 millones de habitantes.

(Lea: Qatar 2022: a qué hora es la inauguración del Mundial y quiénes son los artistas)

La llegada de al menos un millón de personas de todo el mundo significa una revolución en un torneo atípico por su sede, por las fechas de disputa, lejanas del verano europeo, para huirles a las fuertes temperaturas que afectan la vida diaria en este país.

El cambio de fecha resultó ser la menor de las polémicas de una Copa del Mundo que ha recibido cuestionamientos por diversas razones, empezando por la forma como se escogió la sede, pasando por las condiciones en que se construyeron los escenarios del torneo y siguiendo por las restricciones que existen en Catar y que han generado un fuerte choque de culturas.

Tanto el emir de Catar, Tamim ben Hamad Al-Thani, como el ministro de Trabajo, Ali bin Samikh Al-Marri, han repetido en los últimos días un discurso similar, en el que pasaron de una actitud resignada ante las críticas a una defensa muy marcada de la organización: que parte del mundo occidental no quiere aceptar que un país pequeño, árabe y musulmán, organice el Mundial de fútbol. Al-Marri llegó aún más lejos y calificó los cuestionamientos hacia Catar como ‘racistas’.

La sola elección de la sede fue todo un escándalo que aún tiene ecos, luego de que medios europeos revelaran la existencia de sobornos a dignatarios de Fifa para obtener la sede, en un episodio que le costó el puesto a la plana mayor de la entidad, entre ellos al expresidente Joseph Blatter, al expresidente de la Uefa Michael Platini, o al entonces secretario general Jérôme Valck. Hace poco, el propio Blatter aseguró que designar a Catar fue un “error”.

A ese escándalo se le sumó, después, el de la construcción de los estadios, que generó otro tipo de serios cuestionamientos, denuncias y protestas de organizaciones defensoras de derechos humanos.

Fuertes críticas

Aficionados en Catar.

Foto:

AFP

Catar tuvo que arrancar prácticamente de cero para recibir la Copa del Mundo y, una vez fue confirmada como sede, tuvo que comenzar a construirlo todo: se hicieron siete estadios nuevos, un nuevo aeropuerto, además de carreteras, sistemas de transporte y hasta una nueva ciudad, Lusail, que recibirá la gran final del torneo el próximo 18 de diciembre.

Sin embargo, ese camino de rosas, según algunas fuentes, tiene sus espinas. Según el diario inglés The Guardian, al menos 6.500 obreros fallecieron durante esas labores de construcción, todos ellos inmigrantes procedentes de países como India, Pakistán, Bangladés, Nepal y Sri Lanka. No existen cifras oficiales al respecto, pero las investigaciones externas han llegado a la conclusión de que muchas de esas muertes tienen que ver con el Mundial, además de las inclementes condiciones climáticas.

“Una proporción muy significativa de los trabajadores migrantes que han muerto desde 2011 solo estaban en el país porque Catar ganó el derecho de albergar la Copa del Mundo”, declaró al diario The Guardian Nick McGeehan, director de FairSquare Projects, grupo de defensa especializado en derechos laborales en el Golfo.

Las violaciones de derechos humanos quedaron consignadas en alarmantes informes que han venido elaborando diferentes organizaciones. Amnistía Internacional, por ejemplo, logró documentar desde 2016 el maltrato hacia los trabajadores emigrantes que fueron contratados para dichas obras. Este organismo desglosó ocho formas de maltrato: elevadas comisiones de contratación, terribles condiciones de vida de los obreros, mentiras sobre el salario, retrasos en los pagos, restricciones a la libertad (como no poder abandonar el estadio durante las obras), no poder salir del país (con denuncias de retención de pasaportes) y, por último, trabajos forzosos.

La Organización Internacional del trabajo (OIT) reportó que 50 trabajadores murieron y más de 500 resultaron gravemente heridos solo en 2021, y otros 37.600 sufrieron lesiones leves o moderadas, ampliando la estadística negativa para el país organizador.
Por otra parte, la organización Human Rights Watch (HRW) –organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos– urgió una y otra vez a la Fifa y a las autoridades de Catar a compensar a los trabajadores migrantes que sufrieron “daños graves, incluidas muertes, lesiones y robo de salarios” durante su participación en las obras. Catar optó por crear en 2018 un sistema de compensación para los trabajadores afectados.

Llamado al boicot

Mundial Catar 2022.

Foto:

iStock

Ha sido tanta la controversia que desde algunos países europeos se ha promovido un boicoteo a la Copa del Mundo, con campañas en redes sociales. Incluso exfutbolistas han manifestado su indignación, como el excapitán de la selección alemana y campeón del Mundo en 2014, Phillip Lahm, quien fue radical con su protesta: “No formaré parte de la delegación alemana y tampoco estoy interesado en ir allí como aficionado”, dijo. Su argumento es contundente: “Los derechos humanos deberían desempeñar un papel importante en la adjudicación de torneos. Si un país que va mal en esa área obtiene el premio, entonces hay que pensar en qué criterios se basó la decisión”.

Éric Cantona, exfutbolista francés, fue directo: “Para ser honesto, no veré la próxima Copa del Mundo, porque no lo es para mí. No estoy en contra de que se celebre en lugares donde el fútbol se promocione, como ocurrió en Sudáfrica y en Estados Unidos, pero Catar no es un país de fútbol”, dijo en una entrevista con Sportmail. “Han muerto miles de personas construyendo los estadios. Y aun así vamos a celebrar la copa del Mundo allí. ¡Es horrible!”.

Dinamarca, por su parte, tomó postura radical al decidir que en las camisetas de la selección no serían legibles ni el escudo ni la marca deportiva, e incluso que tendrían una camiseta negra en luto por los obreros muertos en Catar, aunque luego la Fifa le prohibió su uso bajo amenaza de sanción.



JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
Enviado especial a Qatar
@Josasc

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