Momento justo, momento ideal el que se pasa buscando el ser humano en cada una de sus acciones. Levantarse a una hora específica, que no se pase el bus para no llegar tarde, que el pedido esté listo para no perder tiempo, que las vías no estén cerradas para no perder la paciencia. Siempre se quiere todo justo, exacto... Lamentablemente la vida no siempre es como se quiere y se calcula.
Restaban nueve minutos para que terminara el que ha sido el mejor partido del año y el técnico del Real Madrid, Zinedine Zidane, levanta el brazo derecho y grita: “James”. El hombre de la camiseta blanca con el ‘10’, cuando nadie se imaginaba que iba a tener un minuto de acción contra el Barcelona, corrió desde el borde de calentamiento al banco para quitarse el peto verde que ha llevado en la mayor parte de la temporada. Es un suplente más.
Pasaron apenas unos segundos y James se paró al lado de su DT quien, tapándose la boca con una mano, le señalaba con la otra lo que debía hacer en el campo: era el hombre para intentar el empate: 1-2 ganaba el Barcelona. Palmada en la espalda y, a falta de diez minutos para completar los 90, llegaba la hora del ‘10’. ¡James, a jugar!
Rodríguez ‘se levantó temprano’. La primera jugada con el colombiano al ataque vislumbraba un buen día. Salió un contragolpe por la derecha, la pelota le quedó al ‘10’, pero no encontró pase: solo camisetas blaugranas frente a él, entonces lo único que le quedaba por hacer era tirar al arco. Lo hizo. Su remate pegó en un defensa y el arquero controló.
El Real Madrid no daba por perdido el partido y encontró en James el alma para llegar al empate parcial. El reloj marcaba el minuto 40 del segundo tiempo. El ‘madrugador’ James le pasó el balón a Tony Kroos en la mitad del campo y rápidamente tomó el bus en la autopista derecha rumbo al área.
Pero Kroos giró el juego a la izquierda, por donde corría Marcelo. James vio las vías destapadas camino al primer palo y en un movimiento de ‘nueve de área’ cruzó en diagonal, burló la marca de Jordi Alba y en el filo de las 5,50 quedó listo en el paradero de la igualdad. James –ya lo saben–, quien estaba para ese día justo y exacto, con un zurdazo rompió la resistencia del Barcelona: 2-2.
A cinco minutos del final, con el mismo tiempo en la cancha, el ‘10’ blanco, el suplente, era el héroe del Real Madrid. A pesar de que en el estadio Santiago Bernabéu se gritó el gol a rabiar, James con suma tranquilidad señaló con su dedo índice su sien derecha y luego la cancha.
¿Qué quiso decir? En las redes sociales se reprodujo un viejo video en el que él y su hija de 3 años, Salomé, aparecen llevando sus índices a la sien y luego a la mesa (igualito), con una leyenda de letras blancas que dice: “Lo prometido...”.
Pero la vida ideal es solo eso y no todo sale como se quiere y se calcula, como se imagina en los sueños. Con el empate listo para el pitazo final, apareció el monstruo de la pesadilla: Lionel Messi anotó el 2-3 final del triunfo del Barcelona, le arrebató al Real Madrid el liderato y convirtió a James en un héroe fugaz.
CAMILO MANRIQUE V.
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @camilomanriquev