José Pékerman tenía esa mañana de julio unas gafas enormes, y tricolor: amarillo, azul y rojo. Eran gafas que no lo protegían del sol, sino que descubrían su lado más expresivo y oculto. Pékerman acababa de regresar de un carnaval con la Selección Colombia, que fue quinta en el Mundial de Brasil 2014. Detrás de esos lentes, en medio de un mar humano que les dio la bienvenida en Bogotá, y de gritos, y de vivas y de algarabía, José Pékerman rompió la compostura.
Pékerman no se descompone casi nunca. Siempre se le ve calmado, mesurado, así por dentro contenga las emociones, quizá la ira, tal vez la alegría. Hoy tiene 68 años recién cumplidos, y 51 de ellos dedicados a su gran pasión, el fútbol, con escasos intermedios. Es argentino, pero bien podría pasar como colombiano, y no solo por las gafas tricolor. Ya lleva seis años dirigiendo a la Selección.
Es un personaje querido, carismático, que no entra en polémicas, que rara vez se le ve incómodo o malgeniado, aunque se incomode y se ponga de mal genio. Pékerman acaba de clasificar a Colombia, por segunda vez, al mundial. Si de Brasil llegó contagiado de carnaval, tendrá que ir buscando algún sombrero ruso para estar acorde con el mundial que viene.
Su pasiónUna rodilla estropeada. Ese doloroso drama acabó con la carrera profesional de Pékerman, pero como compensación, fue el abrebocas al Pékerman DT, cargo al que llegaría años después para consagrarse y ganarse un prestigio.
Ahora se lo identifica más como entrenador que como exjugador, pero Pékerman también fue futbolista, un volante de pocos destinos. Jugó en Argentinos Juniors, un club en su país en el que debutó en 1966, en el que jugó por ocho años y en el que aún hoy es recordado. Luego comenzó su idilio con Colombia, cuando jugó para el Independiente Medellín. Allí llegó con sus sueños, con su equipaje y con un maligno problema en la rodilla que le comenzó a los 18 años.
Las constantes lesiones lo fueron marginando hasta que decidió en 1978 pisar firme, pero fuera de las canchas. Una salida apresurada. Alcanzó a jugar en el DIM 101 partidos y anotó 15 goles, ¡15! Nada mal para un volante de contención. Su horizonte inmediato no estuvo en el área rival, sino al frente de un Renault 12.
Conducir un taxi por las calles de Buenos aires debe ser lo más parecido a ser entrenador de fútbol, guardando las proporciones: es manejar en medio del caos, de la presión de los que parecen rivales, y sortear obstáculos disfrazados de huecos... Pékerman tuvo en esa época, por cuatro años, una inesperada preparación para pasar a los banquillos y para volver al fútbol.
El periodista argentino Ezequiel Fernández Moores así narró en la revista Soho ese momento íntimo del futuro DT. “Los mediodías, José aparca el taxi y almuerza la vianda que le prepara Matilde (su esposa). No se detiene en los habituales bares o gasolineras donde paran los taxistas para hablar de mujeres o de fútbol. José prefiere ver fútbol. Frena donde ve pibes jugando un “picado”. El taxi es un accidente. Y José Pékerman, se sabe, fue, es y será un hombre de fútbol”. Entonces parqueó su Renault 12, negro; se bajó, se puso la ropa deportiva y trazó su ruta más larga, la del DT.
José Pékerman ha hecho casi de todo como director técnico. Dirigió a Lionel Messi –e incluso lo dejó en el banco–; ha estado en dos mundiales de mayores, con selecciones diferentes; ganó tres mundiales juveniles –Catar 1995, Malasia 1997 y Argentina 2001– y dos suramericanos sub-20 con Argentina. Es un DT prestigioso. Dos veces elegido el mejor de América en la encuesta del diario uruguayo El País, ambas por dirigir a Colombia. Aquí solo ha agrandado su leyenda.
Su amigo y extécnico en Argentinos Juniors, Ricardo Trigilli, fue quien le hizo la parada al Renault 12 para que Pékerman incursionara en la preparación técnica, acompañándolo en algunos equipos modestos, hasta que llegaron a Argentinos. Allí Pékerman descubrió un don, quizá su verdadera vocación: la formación de jugadores jóvenes y el descubrir futuros talentos. Primero en Argentinos y en Colo Colo, de Chile; luego, y muy rápido, en la selección Argentina, donde no tardaron en percatarse del trabajo silencioso que hacía José.
Para entonces ya tenía un estilo particular; era un hombre callado al que no se le veía enojado, que trataba bien a los futbolistas, y que daba resultados. Sus viejos conocidos lo recuerdan además como un hombre despistado.
Es un tipo especial, muy laburador, inclusive enojado lo tienes que conocer bien porque no te das cuenta que está enojado
“Un día le entregaban un premio en Córdoba (Argentina) y él, muy distraído, fue con una zapatilla de un color y otra de otro, ¡ja, ja! Es un tipo especial, muy laburador, inclusive enojado lo tienes que conocer bien porque no te das cuenta que está enojado”, contó en el 2014, para EL TIEMPO, uno de sus excolaboradores, el preparador físico Gerardo Salorio.
Por sus juveniles pasaron jugadores como Fernando Redondo, Sergio Batista, Pablo Aimar, Juan Román Riquelme, Andrés D’Alessandro, Esteban Cambiasso... y muchos más. Entonces ganó los tres mundiales juveniles y se encaramó como coordinador general de las selecciones, y en el 2002, cuando renunció Marcelo Bielsa, le tocó a él asumir su primer gran reto: el equipo mayor, el Mundial de Alemania 2006.
Caso aparte ha sido su relación con Lionel Messi. Lo hizo debutar en la selección mayor de Argentina, alertó y lo recomendó para que lo trajeran de España, lo tuvo en las selecciones juveniles. La única cruz que carga es que en el Mundial de Alemania 2006 no lo puso a jugar contra el local, cuando se pedía a gritos su presencia. Argentina perdió y quedó afuera en cuartos, con Messi, aburrido en el banco.
Y llegó la hora de regresar al país donde había tenido su única experiencia internacional cuando era futbolista, y donde nació su hija Vanessa, en 1975, en Medellín. Antes de volver estuvo en el fútbol mexicano (Toluca y Tigres), y luego llegó a Colombia con todos sus pergaminos, con un séquito de estudiosos del fútbol que lo rodearon para formar un cuerpo técnico de primer nivel. Pékerman fue nombrado DT de la seleccion en 2012. Llegó para ganar y para quedarse.
La historia en Colombia es bien conocida. Tomó la selección en la cuarta fecha de la eliminatoria y la clasificó con una fecha de anticipación al mundial de Brasil. Allí, Colombia llegó a cuartos de final con una actuación histórica. Entonces, Pékerman y el equipo fueron recibidos en Bogotá como héroes. El pasado martes, el entrenador volvió a desatar elogios, pues logró otra clasificación, esta vez al Mundial de Rusia.
lo quiero compartir con cada uno de los colombianos, los abrazaría a cada uno sin excepción
Entonces, invadido por la emoción, y con un corazón que es argentino pero parece colombiano, dijo: “Por supuesto, lo quiero compartir con cada uno de los colombianos, los abrazaría a cada uno sin excepción. Sé cómo sufren cuando las cosas no se dan y el apoyo estuvo siempre”.
En Rusia será otra oportunidad para que Pékerman abrace a cada uno de los colombianos, y rompa otra vez la compostura.
José Pékerman tiene una extensa carrera como entrenador y varios logros en la categoría juvenil.
Títulos:
Medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1995.
Títulos mundiales juveniles con Argentina, en las Copas de Catar-1995, Malasia-1997 y Argentina- 2001.
Títulos Suramericanos Sub-20 con Argentina, en Chile-1997 y Argentina-2001.
Partidos oficiales con la Selección Colombia: 45.
Partidos ganados: 23.
Partidos empatados: 10.
Partidos pedidos: 12.
Mundial de mayores: alcanzó los cuartos de final con Argentina, en Alemania 2006; y los cuartos de final con Colombia, en Brasil 2014.
Distinciones: dos veces elegido mejor técnico de América en la encuesta del diario ‘El País’ de Uruguay.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @PabloRomeroET
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