Impacta de entrada. James Rodríguez se va a jugar a Catar, en el Al-Rayyan, desconocido en Occidente. Imposible negar esa sensación de masticar un pan duro, de tomarse una cucharada de sopa fría y sin sal.
Salir del fútbol europeo, del circuito del primer nivel del fútbol mundial, de por sí ya es una mala noticia para un jugador talentoso y genial del que todavía se cree puede dar más goles y asistencias y gambetas.
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¿Qué más desarrollo profesional para cualquier trabajador que lograr un multimillonario contrato por hacer lo que se hace?
Un hecho que se hace más amargo por irse a una liga que desde acá se ve más seca, más árida, más de arena de lo que puede ser; y que se considerada como un ‘cementerio de elefantes’ del fútbol: allá, ‘van a morir’ entre petrodólares las carreras de las viejas estrellas y no de los cracs de 30 años.
Por eso no admite discusión que, de entrada, hay un retroceso, una involución en la trayectoria del que fuera el brillante goleador del Mundial de Brasil del 2014.
El análisis sobre esta decisión pasa en primera y fundamental medida por el factor económico: el interés prioritario del jugador fue defender su contrato laboral de 8,3 millones de euros al año asumido por el Everton del Real Madrid. Son ¡37.250 millones de pesos mal contados! ¡Un dineral!
La decisión que tomó James es más que respetable, más que entendible. Por sostener esa plata, –¡que puede ser la de dos Balotos, a ver!– no se fue a Milán ni a Turquía ni a España, como lo aseguraron fuentes periodísticas de Europa.
(Siga: James Rodríguez: presentación con el Al Rayyan)

James Rodríguez celebra su anotación con el Everton.
Peter Powell / EFE
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Se dice fácil, se juzga con facilidad desde el corazón romántico del hincha y del micrófono severo de un sector de la críticaque un futbolista no puede preferir el dinero a la gloria deportiva, al desarrollo profesional.
¿Qué más desarrollo profesional para cualquier trabajador que lograr un multimillonario contrato por hacer lo que se hace?
Ahora, en el campo de la suposición, porque es eso, es muy posible que este aparente paso atrás de James sea para tomar impulso y dispararse de nuevo para la Selección Colombia. A sabiendas de que en el Everton con Rafa Benítez como técnico no iba a tener posibilidad ni de cargar el agua en un entrenamiento por su vieja disputa cuando coincidieron en el Real Madrid, James, ya con su envidiable salario asegurado, buscó un lugar en donde jugar, el que fuera, para que Reinaldo Rueda, el seleccionador nacional, lo llame a la Selección Colombia.
“Todo va a pasar por su presente y actualidad. En la medida en que James pueda jugar y tener una mejor actualidad, bienvenido para todos nosotros. Uno siempre quiere que actúen con regularidad; (que tengan) el ritmo para la competencia”, declaró Rueda en la víspera del juego contra Chile, hace dos semanas, el más reciente de Colombia.
Quizás James confía en que puede agarrar ese ‘ritmo de competencia’ en Catar o Cafarnaúm. Al fin y al cabo, si en la Selección están Juan Fernando Quintero, que anda en la prestigiosa liga de China, y Gustavo Cuéllar, que juega en la poderosa liga de Arabia Saudíta, pues...
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En el campo de la suposición, ese, quizás, fue el cálculo de James para irse a jugar a ‘Catarnaúm’: plata en mano y Selección en tierra.
Meluk le cuenta...