Los hinchas mayores de 40 años, en especial los de Millonarios y Deportivo Cali, recuerdan bien a Eduardo Esteban Basigalup, un portero argentino que jugó dos años en Colombia. Sus atajadas y su frondoso bigote están en la memoria de los fanáticos de la época.
Campeón en su país con Ferro Carril Oeste y con una respetable trayectoria como asistente técnico de Héctor Cúper, con el que ganó la Copa Conmebol en 1996 con Lanús y llegó a la final de la Recopa de Europa con el Mallorca y a la de la Liga de Campeones con el Valencia, Basigalup, hoy con 60 años, cambió el fútbol por su otra pasión de infancia: la pintura. Lo que comenzó como un método para pasar el tiempo sin jugar y sin dirigir le dio un segundo aire a su vida.

Eduardo Esteban Basigalup.
Archivo EL TIEMPO
Radicado en Mallorca hace 20 años, Basigalup llegó a exponer en el Congreso de la Nación de Buenos Aires, donde muchos de sus compañeros del fútbol descubrieron una pasión que tenía oculta desde niño. Desde España, vía telefónica, Basigalup habló con EL TIEMPO de su carrera en el fútbol y también de su obra, que se puede ver en la página eduardobasigalup.es.
¿Cómo vive dos actividades tan distintas como la pintura y el fútbol?
Es lógico, son dos actividades totalmente distintas. Para mí no, he dicho que he tenido la gran fortuna de hacer las dos cosas que más me gustaban a mí desde chico. Cuando no estaba jugando al fútbol, estaba pintando, dibujando todo el día. En invierno, en la hora del reposo, siempre andaba buscando un lápiz, papel y esas cosas. Era una cosa innata en mí porque no tenía muchos estímulos en casa y ninguno de mis padres se había dedicado a la pintura, tampoco nadie dentro de la familia. Prioricé el fútbol porque me gustaba. Cuando dejé de jugar, digamos que tuve mayor disponibilidad de tiempo, aunque tampoco fue mucho porque enseguida empecé a trabajar como entrenador, pero al final logré hacer unos talleres y darle un poquito de espacio que venía reclamando en el mundo de la pintura.
No fue una decisión para nada difícil: siempre tuve claro que lo prioritario era el fútbol. La idea era llegar primero al club Kimberley de Mar del Plata, el equipo del que era hincha en mi ciudad
¿Por qué se decide inicialmente por el fútbol?
No fue una decisión para nada difícil: siempre tuve claro que lo prioritario era el fútbol. La idea era llegar primero al club Kimberley de Mar del Plata, el equipo del que era hincha en mi ciudad, y después soñar con la posibilidad de pasar al fútbol profesional. La decisión se decanta un poco porque cuando termino la secundaria, a los 17 años, mi padre me ofrece la posibilidad de ir a estudiar a una universidad. En Mar de Plata no había carrera de Bellas Artes, que era lo que me hubiera gustado hacer, tenía que trasladarme a Buenos Aires. Y en Mar de Plata ya estaba jugando en las inferiores de Kimberley. A partir de los 18 años me pagaban una especie de viáticos y tenía que trabajar y jugar al mismo tiempo. A los 23, voy un año a préstamo a Ferro Carril Oeste y ahí arranco mi carrera profesional. Nunca sentí como dualidad de decidirme por una cosa u otra: la pintura la tuve aparcada hasta que prácticamente dejé el fútbol, pero nada más como un ‘hobby’.

Eduardo Esteban Basigalup
Archivo EL TIEMPO
¿Siguió pintando mientras jugaba?
No. En las concentraciones, de pronto hacía alguna caricatura, siempre con el tema del fútbol: caricaturas de algún compañero, del cuerpo técnico, más para consumo interno, obvio. Es más, la mayoría de mis compañeros, salvo los más íntimos, se sorprendieron cuando trascendió que yo pintaba: tuve la oportunidad de hacer una exposición en el congreso de la ciudad de Buenos Aires y entonces ahí me reencontré con algunos. Algunas veces pintaba en casa, más dibujo que pintura, por falta de espacio. Y empecé a desarrollar más la pintura cuando dejé de jugar. Yo estaba trabajando como ayudante de campo de Héctor Cúper y la inquietud me movió, empecé a ir a algunos talleres para aprender y mejorar mi técnica.
En el fútbol no le fue mal. Salió campeón argentino con Ferro Carril Oeste.
Ferro fue el primer equipo chico que se mantuvo ahí, peleando los títulos. Fue un ciclo brillante que duró cuatro años, del que tuve la suerte de formar parte. Allí aprendí una metodología de trabajo, la cual absorbí, para después volcarlo en mi carrera posterior de entrenador, que proviene de las enseñanzas de Carlos Timoteo Griguol, a quien tuve como entrenador seis años. Lo de Ferro fue una etapa fantástica.
Lo de Colombia, según tengo entendido, vino medio de rebote, porque Millonarios estaba buscando a otro arquero.
De Ferro viene a Millonarios. ¿Quién le ofrece la posibilidad de venir a Colombia?
Lo de Colombia, según tengo entendido, vino medio de rebote, porque Millonarios estaba buscando a otro arquero. Yo había quedado libre en Argentina por una cláusula que llamaban en ese entonces del 20 por ciento: jugador que no renovaba contrato con el club, se quedaba dos años con un aumento del 20 por ciento del contrato anterior y a los dos años quedaba libre si no arreglaba. En un país con estabilidad, eso está bien, pero en la Argentina de entonces ese 20 por ciento no me cubría ni siquiera los gastos, con la inflación que había en aquel entonces. En diciembre de 1985 quedo con el pase. En Argentina no podía seguir porque había un pacto entre los dirigentes de no contratar jugadores que hubieran llegado a ese recurso. Carlos Quieto, un empresario, me dice que Millonarios andaba buscando un portero. Me citó el presidente de Millonarios, Guillermo Gómez, en el hotel Sheraton y llegamos a un acuerdo. Fue de rebote: ellos venían por Navarro Montoya, pero no arreglaron. Ese mismo año, Navarro Montoya firmó con Santa Fe.
Millonarios pintaba bien ese año, pero no pudo ser campeón.
De todos modos, estaba América, que no dejaba de tener un mejor equipo. Hubo otras circunstancias que conocen mejor que yo. En el torneo nacional habíamos terminado de primeros y llegamos con buenas expectativas. En el octogonal no arrancamos del todo bien y quedamos sin posibilidades faltando dos fechas. No tengo nada más para decir de eso.
¿Por qué se fue al Deportivo Cali al año siguiente?
Millonarios quiso renovarme. Tenía un buen contrato, pero tampoco era muy alto en comparación con otros que se movían ahí. Al otro año me ofrecieron continuar: me iban a renovar por el mismo sueldo. Cuando estábamos negociando vino el Deportivo Cali y dijo que me querían comprar el pase. Hablé con Julio Comesaña, que era el entrenador. Me dijo que iban a formar un gran equipo, con la expectativa de pelear todo. Estaban clasificados a la Libertadores. Lamentablemente, el Cali no me cumplió y no sé por qué: tuve una lesión que me mantuvo parado unos tres meses, una lesión mal diagnosticada y mal tratada. Entró a jugar Jorge Rayo, que lo hizo fantásticamente. Y como le fue tan bien, dijeron que me iban a vender, que estaban en negociaciones con algún club de España: yo me devolví a Argentina y nunca más, ni me pagaron. Hicieron oídos sordos a todos los reclamos que hice, reclamé a través de la Fifa. Por la legislación vigente en ese entonces, jugador que le hacía un club estaba inhibido de jugar hasta que se resolviera su caso. Yo era extranjero, no conocía a nadie y la gente de Cali se aprovechó de eso, los dirigentes. Todo eso duró más de dos años, yo entrenaba por mi cuenta. En esa época fue que retomé la pintura, como un medio para no volverme loco.
¿Cómo se resolvió el tema?
Nos pusimos en contacto con el Cali directamente una vez más para ver qué era lo que pensaban hacer conmigo. Después de un tiempito me contestan, graciosamente, que en agradecimiento y por el comportamiento que había tenido me iban a dar el pase a préstamo sin cargo, como un premio, para que yo pudiera fichar donde quisiera. Estuve mucho tiempo parado y aunque estaba bien físicamente, la falta de competencia afecta. Arreglé con Huracán, pero duré muy poco. Llegaban muchas ofertas de equipos chicos, de equipos de provincia que no pagaban, entonces decido retirarme, aunque después me llamaron de un equipo de la provincia de La Pampa que había clasificado para el torneo del interior. Allá estuve seis meses y finalmente me retiré.
Volví en 1996, como asistente técnico de Cúper, para la final de la Copa Conmebol que le ganamos a Santa Fe. Fue la única vez que regrese. Mi mujer tiene un recuerdo fantástico de Bogotá
¿Volvió a Colombia alguna vez después de eso?
Volví en 1996, como asistente técnico de Cúper, para la final de la Copa Conmebol que le ganamos a Santa Fe. Fue la única vez que regresé. Mi mujer tiene un recuerdo fantástico de Bogotá y dice que le gustaría volver, pasamos un año muy lindo.
Con Cúper tuvieron buenos resultados como cuerpo técnico.
Con Cúper jugamos juntos seis años y éramos muy amigos. Nos reencontramos en Huracán y estando allí iniciamos el curso de entrenadores. Cuando estábamos terminando lo contratan a él como técnico y yo voy como asistente. En el primer año estuvimos a punto de ser campeones, perdimos el título con Independiente. Luego nos contrató Lanús, donde trabajamos muy cómodos y pudimos ganar el primer título en la historia del club, que fue la Copa Conmebol. Estando allí nos llaman del Mallorca.
Y luego fueron al Valencia. Estuvieron a punto de ganar la Liga de Campeones.
En Mallorca tuvimos dos años fantásticos. En el primero quedamos cuartos en la Liga y llegamos a la final de la Copa del Rey. Al año siguiente, llegamos a la final de la Recopa de Europa. Perdimos con Lazio en Birmingham. Ya Cúper tenía un nombre importante y eso motivó que Valencia, que era de los clubes pesados de la liga, nos contratara. Quedamos cuartos en la Liga y llegamos a la final de la Champions, que perdimos con el Real Madrid. Ya luego tuvimos diferencias de criterio con Cúper y me abrí.

Eduardo Esteban Basigalup.
Cortesía Eduardo Esteban Basigalup.
¿En qué momento vuelve a aparecer entonces la pintura?
Comencé a trabajar como entrenador de porteros. En los espacios que me quedaban libres comencé a dedicarle mayor tiempo a la pintura. Estuve seis años en el Zaragoza, pero ahí pintaba poco. Cuando quedaba vacante, me devolvía a Mallorca, colaboraba con una radio de aquí. Como fue bastante el tiempo que estuve sin trabajar, pues lo ocupé pintando. Y allí tuve la suerte de conocer a un grandísimo pintor uruguayo, Alceu Ribeiro, que tenía su taller allá y fue él quien me terminó de volcar hacia la pintura.
¿Ya pensaba en exponer?
Pintaba como para mí, como modo de expresarme. Pero la razón fundamental es que me da placer, la pintura es lo que hace que no me vuelva loco sin trabajar; si no, estaría sentado viendo televisión. De hecho, la primera exposición que hice fue en reemplazo urgente de un pintor que se había comprometido y no había cumplido, se bajó de la muestra a último momento. Me ofrecieron hacer la exposición y me fue bien. Después hice una exposición en el consulado argentino, y a través de esto me surgió una invitación del Congreso de la Nación, que fue la muestra más importante en Argentina. A través de la muestra en el congreso expuse en una galería allá. Son cosas que no he ido buscando, pero surgen.
¿Cuál es su estilo?
El maestro Ribeiro, que murió hace unos tres años, era constructivista. Él era discípulo de Joaquín Torres García, un pintor uruguayo fallecido más de 50 años que tuvo mucho impacto en el mundo. Yo en cierto modo soy ecléctico, pero entiendo muchísimo más la figuración y la pintura un poquito más clásica. He hecho incursión en cambio de estilo porque, fundamentalmente, me aburro de hacer lo mismo. He fracasado en varias ofertas de exposiciones que me han hecho porque me dicen que tengo que presentar 20 cuadros dentro de una misma temática. Bueno, me planteo y se me ocurre un montón de cosas, y entonces pinto seis y ya me canso. Me interesa pintar lo que me gusta, pero no dejo de ser bastante ecléctico, he experimentado con algunos collage, madera, cartón, en fin, pero a mí la pintura que me atrae es la pintura figurativa, de los clásicos hasta los impresionistas.
¿Por qué se quedó a vivir en Mallorca?
Porque nos encantó el sitio. Vinimos en 1997 cuando nos contrata Mallorca y, de verdad, no tenía mayor conocimiento. Sabía que era un sitio turístico, que era una isla. Nos defraudamos un poquito por el club, porque estaba en crecimiento: no tenía estadio propio, el estadio que tenía era muy viejo, el estado del campo era pésimo, condiciones peores que en Argentina. Incluso, Lanús me ofreció quedarme como técnico, pero necesitaba un cambio. Mi mujer había tenido problemas de salud, le hicieron un trasplante renal, y era como que estaba necesitando un cambio de aire: la salud de mi mujer acá en Mallorca era mejor. Vendimos nuestra propiedad en Buenos Aires y compramos acá. Nos sentimos muy a gusto.
Hoy, ¿qué está primero, la pintura o el fútbol?
La pintura me llena bastante como para no echar de menos el fútbol. La pintura ha sido una buena metadona, pero lo mío es el fútbol, sueño más con el fútbol que con la pintura.
¿Le han vuelto hacer ofertas para trabajar en el fútbol?
No. Siempre me dicen por ahí hay tal posibilidad, pero yo tampoco me muevo mucho. La posibilidad pasa por trabajar como entrenador de porteros, o que me contrate algún club que me conozca, por el que yo ya haya pasado, o que algún entrenador con los que haya trabajado pueda seguir estando interesado en lo que yo hago. Pero de los entrenadores con los que trabajé ya hay pocos por el recambio generacional. Es lo que me pasa a mí. El fútbol lo deja a uno. Yo no me doy por vencido. No me desespero y me ocupo de mis cosas: mi mujer me dice que combato la locura con la pintura.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
Subeditor de DEPORTES
En Twitter: @josasc
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