Este lunes se prende el canal prémium del fútbol local por TV, el nuevo Win Sports+, en medio de durísimas críticas en las redes sociales, donde es tendencia desde hace días la etiqueta #LoPagaráSuMadre: se ataca desde el hecho mismo de que se pague por ver el fútbol local hasta que el nivel, los estadios y la calidad del fútbol colombiano son mediocres o malos, pasando por el precio del canal (considerado muy caro), y se reclama que debería ser gratis (como nos gusta).
Consigno –como muchos de ustedes lo saben– que soy el editor de Deportes de EL TIEMPO, empresa en la que trabajo hace 25 años, y desde hace 6, comentarista del programa Conexión Deportes, de Win Sports.
Ese canal pasará todos los partidos de la Liga, más otros de la B, la Copa Colombia y la Liga Femenina. El que quiera ver a su equipo o los clásicos de cada fecha tendrá que pagar a su operador de TV por suscripción 29.900 pesos mensuales, y el establecimiento comercial que quiera tener la señal pagará 100.000.
Este modelo nació en el planeta ante la evidencia de que la inmensa mayoría de los hinchas no son los 60.000 espectadores que llenan un estadio. El potencial son los millones de fanáticos que allí no caben. Bueno, de clientes, de consumidores de una pasión a los que toca, como en cualquier industria, venderles el producto: ¡los partidos del equipo del que son hinchas! No repetiré los países del primer al cuarto mundo de los que se copia exacto ese modelo de cobro.
El fútbol es un negocio, una industria en un marco de capitalismo puro. Ni yo, un trabajador que en la cancha económica dizque patea con la zurda, me imagino hoy un escenario en el que el Estado asuma el control del fútbol para darlo gratis. Suena a expropiación y espanta. Eso no pasará. Quizás el Estado podría comprar los derechos que vencen en el 2026, montar una infraestructura propia o crear una alianza público-privada y decidir si lo transmite gratis o lo cobra a bajo precio. Pero eso tampoco pasará. En Argentina se reventaron con eso y ahora cobran.
Miren: el fútbol, la Liga nuestra, es como cualquier otro negocio, como la única panadería del barrio. Allí, en mesas plásticas y con alguna vitrina vieja, se venden calaos, mogollas, mojicones, pan rollito y liberales. No más. Es lo que hay. No se hacen croissants franceses, ni roscas dulces españolas ni bollos de té ingleses. Si los vecinos quieren pan para el desayuno, pues llevan calaos, mogollas, pan rollito y liberales. Al que le parece muy caro o no le gusta eso, pues o no compra o lo lleva porque es el pan que hay para el desayuno.
En la ‘panadería de la Liga’ se vende el Nacional que hay (el calao bueno, regular o malo) a los hinchas de Nacional, y así a los de Millonarios, Junior, América, Santa Fe, DIM, Cali y Caldas, los de mayor audiencia promedio en la TV cerrada.
Ahora: afirmar que el precio es exagerado en comparación a las ligas europeas por ser de mejor calidad (una perogrullada) o porque tienen estadios más bonitos y canchas como greenes de golf es bien relativo.
Ver la Bundesliga alemana, la de TV más barata de las grandes de Europa, vale 19,99 euros mensuales durante el primer año para suscriptores nuevos (73.879 pesos), y desde el mes 13 cobran 39,99 euros (147.796 pesos). Pero hacer esa comparación simplista no es exacto ni real.
Sin embargo, en gracia de discusión aceptemos que 29.900 es carísimo para Colombia: pues será el mismo mercado con su ley de oferta y demanda el que baje (¿o suba?) el precio como con cualquier mercancía.
Ese es todo el panorama y discutirlo es legítimo, como lo es que guste o no guste
o comprar o no comprar el canal prémium, el Win Sports+ en el que los equipos, como cabeza de la industria local del fútbol, creen que los hinchas comprarán porque necesitan ver los partidos de su equipo tanto como el pan del desayuno.
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
@MelukLeCuenta
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