Hay quienes dicen que Pablo Armero en una pierna es más que los laterales izquierdos que hay ahora en la Selección. Pueden tener razón. En muchos partidos de esta eliminatoria lo hemos extrañado. Lo que preocupa es que ante la necesidad, la solución sea mirar al pasado. El llamado de Armero no es de renovación; es de resignación.
Lo que pasa es que encontrar un lateral izquierdo es una tarea titánica. Son escasos. En Colombia juegan desde hace un tiempo Farid Díaz y Frank Fabra, que aunque son buenos laterales, no son la garantía que nos permita dormir tranquilos.
Y si uno voltea a mirar a la Liga local puede barajar, con esfuerzo y no con certeza, posibles nombres. Pero no hay uno que sobresalga. Si Díaz y Fabra se han mantenido será porque son los mejores que hay en esa sufrida posición.
Tal vez por eso regresa Armero, el último gran lateral zurdo de la selección. Y su llamado parece un grito desesperado del DT Pékerman, que sigue buscando cómo tapar el vacío que el propio Armero dejó –también probó a Johan Mojica, Darwin Andrade y Éder Balanta y nada–.
Su llamado parece un grito desesperado de Pékerman, que sigue buscando cómo tapar el vacío que el propio Armero dejó
Es probable que Armero juegue y lo haga bien. Entonces pensaremos que Pékerman acertó. Lo que no podremos pensar es que encontramos el lateral para la eventual ida al Mundial. Seguiremos con el problema, ¿de dónde sacamos otro?
En uno de sus libros, el mexicano Juan Villoro escribió: “A este país le faltan tres cosas: seguridad, justicia social y delanteros”, refiriéndose a su natal México. Su problema era grave. En Colombia tenemos delanteros, un alivio. Lo que nos falta –además de seguridad y justicia social– son laterales izquierdos. No los hay, no los tenemos. Por eso vuelve Armero.
90 minutos PABLO ROMERO Redactor de EL TIEMPO @PabloRomeroET
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