Aunque Tite se esfuerce en repetir que no es el técnico perfecto, es difícil que alguien le crea eso ahora. A su Selección Brasil del récord de victorias le sale todo en la eliminatoria mundialista, hasta redimir a antiguos desahuciados, como Paulinho, con los que ya espera en la puerta de embarque hacia Rusia 2018.
Cuando Édinson Cavani adelantó a Uruguay de penalti en el Centenario, el jueves pasado, la Seleçao vivió por primera vez lo que era estar por detrás en el marcador desde que el técnico se sentó en su banco, en septiembre.
El experimento, sin embargo, apenas duró nueve minutos. Eso es lo que tardó Paulinho en recibir de Neymar un balón fuera del área y convertirlo en un lindo gol con el que abrió su noche espectacular y la de la Canarinha.
Tan inesperado como que el volante del Guangzhou Evergrande chino –uno de los futbolistas más criticados del desastre del Mundial 2014– marcara el primer triplete de su carrera en Montevideo, era hace medio año que Brasil goleara a Uruguay (4-1) y ya estuviera casi cerrando sus pasajes para Rusia con cinco jornadas de antelación.
“Fue más de lo que imaginaba. Estoy muy feliz de nuestra actuación durante los 90 minutos. Me gustó la capacidad que tuvimos de asimilar el gol y de mantener la propuesta de jugar en la adversidad”, afirmó Tite tras el partido.
No era descabellado que Uruguay tomara la iniciativa, teniendo en cuenta que la Celeste, segunda en la tabla, llegaba al encuentro como mejor anfitriona de las eliminatorias, con sus seis partidos disputados en el Centenario vencidos y solo un gol encajado.
Pero Brasil hace ya meses que no es aquella sombra que se arrastraba por las canchas aplastada por su pasado.
Desde que entró en terapia con Tite, la Seleçao ha ido sacudiéndose la tristeza de sus dos años más oscuros de tres en tres puntos. Con sus siete victorias consecutivas en el Premundial, esta nueva Canarinha rejuvenecida, e invicta, ha superado el récord del Brasil de João Saldanha, que en 1969 encadenó seis.
Un año después, bajo el mando de Zagallo, la Seleçao de Pelé levantaba en el estadio Azteca su tercera copa del mundo. Así es imposible que la misma hinchada que hace nada se veía fuera del Mundial no sueñe ahora en ruso con su sexta estrella. Por mucho que Tite avise. “Si quieren un técnico perfecto, tienen que buscar otro. Porque yo voy a equivocarme”, aseguró. De momento, los números dicen que no le va mal.
Líder de las eliminatorias con 30 puntos, Brasil podría convertirse el martes en una de las primeras selecciones en inscribirse a la Copa en Rusia. Para ello debe vencer a una Paraguay en apuros y esperar que Chile pierda contra Venezuela y Ecuador ante Colombia. Un nuevo ciclo que podría comenzar en el mismo estadio mundialista de São Paulo donde el gigante suramericano inauguró eufórico la Copa del 2014, pensando que levantar el sexto trofeo en casa era cosa de días. No lo fue, y el fútbol brasileño cayó en una profunda depresión que ahora busca enterrar.
Aquella tarde de junio, con todo el mundo mirándolo, Neymar marcó un doblete en el estreno contra Croacia (3-1). El joven delantero del Barça, por entonces de 22 años y con todo un país sobre su espalda, parecía imparable junto a sus compañeros. Muchas cosas han cambiado desde entonces en una Seleçao que sigue teniéndolo como su mayor astro y referencia, pero que ya no orbita solo en torno a él.

Paulinho (izq.) celebra su segundo gol de Brasil con Phillipe Coutinho, en el triunfo 4-1 sobre Uruguay.
Reuters
Liberado, Neymar ha respondido con su mejor cara y ya suma cinco tantos en estas eliminatorias, todos desde que llegó Tite, incluyendo el lindo globo con el que batió a Martín Silva el jueves en Montevideo. Sereno, participativo y disfrutando de un excelente momento de forma –como demostró al liderar la épica remontada del Barça contra el PSG–, parece que el menino de la cresta dorada se ha hecho mayor.
“Creo que en la actualidad es el jugador que vive un mejor momento. El próximo Balón de Oro pinta para él”, afirmó el zaguero Miranda, capitán de la Seleçao, al término del partido. Quizás lo aguarde en Rusia.
AFP