“Los jugadores tenían incertidumbre y miedo. Estaban como abatidos, sentían culpa, eso me transmitieron”, dijo el hombre que con su discurso impulsó la clasificación de la Selección Colombia al Mundial de Rusia 2018 en el titánico 1-1 del martes contra Perú en Lima.

Carlos Páez da su conferencia a los jugadores de la Selección.
Archivo EL TIEMPO
Carlos Páez, uno de los 16 sobrevivientes de la ‘tragedia de los Andes’, el accidente aéreo del 13 de octubre de 1972 en la línea fronteriza entre Chile y Argentina en plena cordillera, se sorprendió cuando recibió el mensaje de urgencia del cuerpo técnico de la Selección. “Me empezaron a llamar de Colombia el viernes pasado; que me necesitaban urgente para darles una charla a los jugadores antes del partido de la clasificación. Yo estaba dando unas conferencias en El Salvador, viajé a Uruguay y me pusieron los pasajes”, contó.
Su drama para sobrevivir (un equipo de rugby que subsistió comiendo la carne de los cuerpos de sus compañeros muertos) tocó el corazón de los jugadores de la Selección en un momento de máxima tensión e incertidumbre, pues el equipo sintió el duro golpe de la derrota inesperada contra Paraguay en Barranquilla (1-2). Ganaban 1-0 al minuto 43 del segundo tiempo y luego el portero David Ospina cometió dos errores que costaron la caída.
La primera imagen que Páez encontró fue contundente, pues el sentimiento de culpa estaba presente en Lima. “David Ospina estaba sentado en primera fila, solo frente a mí. Es un tipo encantador, cariñoso, y mi mensaje caló en el arquero más que en nadie”, reveló.
“Cada ser humano tiene su propia cordillera, y en este momento era eso lo que les pasaba (a los jugadores colombianos): estaban clasificados y de repente, en dos minutos quedaron por fuera del Mundial. Estaban viviendo un momento durísimo, de incertidumbre y hasta de miedo”, contó Páez.
En un salón del hotel Westin de Lima, la noche del lunes, en la víspera del partido, se acomodaron los 26 jugadores convocados y los integrantes del cuerpo técnico y médico. “La primer cosa que les dije fue una frase de San Francisco de Asís: ‘Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible y terminarás haciendo lo imposible’. Eso fue lo que nosotros hicimos: empezamos por hacer lo necesario, después lo posible y terminamos con lo imposible en nuestro accidente, para reaparecer después de 70 largos días con sus noches en los que luchamos contra la naturaleza”.

Carlos Páez con Falcao García.
Archivo EL TIEMPO
Lo primero que Páez notó en los jugadores fue inseguridad y miedo: “Le juro que cuando empecé la conferencia, eso fue lo que más me motivó para dar la charla. Empecé mi relato y comencé a entusiasmarme cada vez más porque los vi muy receptivos. Creo que los saqué de ese mundo de la derrota para trasladarlo a nuestra historia, la mía y de mis compañeros de accidente, que es verdaderamente de triunfo”.
Así, Páez empezó a transmitirles a los muchachos que siempre se puede, y para eso lo ideal es tener un único pensamiento. “Les dije: ‘Ustedes deben tener una solo idea, que es clasificar, así como nosotros teníamos el único pensamiento de sobrevivir; no teníamos de otra’ ”, contó.
Los líderes se hicieron sentir en el momento decisivo. Radamel Falcao García fue uno de los más participativos en el momento cumbre. Él iba a levantar la confianza del grupo.
“Falcao participó mucho y estuvo muy interesado en la conferencia. Me impresionó mucho el nivel cultural que tienen los chicos de la Selección. Este martes me llamó Pékerman (José, el técnico) agradecido. Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Lo mejor fue la humildad que quedó en el plantel. Son chicos que tienen mucha plata, y de pronto yo les transmití los valores que viví en mi experiencia. En estas circunstancias la plata no les servía para nada, así como a nosotros cuando luchamos por nuestras vidas”, agregó Carlitos, como le dicen.

Carlos Páez con David Ospina.
Archivo EL TIEMPO
James lo sorprendió: “Es un tipo fantástico. No lo conocía. Es una persona que está en la cumbres, pero lo vi humilde, igual que a Falcao. ¡Me parecieron maravillosos!”.
El lenguaje de la charla fue de palabras simples, claras y positivas, pues debía dejar en claro a los jugadores que tenían que estar en Rusia, y me despedí con un chiste: ¡Vamos a comer ensalada rusa, vamos a estar en Rusia!”. Así terminó un encuentro que estaba previsto para durar una hora y media y se extendió a tres.
Tras la derrota del jueves ante Paraguay, no había tiempo que perder. Los integrantes de la Selección tenían solo cinco días para cambiar su actitud, para olvidar el duro golpe que los dejó en la lona, sin sentido y casi noqueados. La caída fue un recto a la mandíbula, pero había que intentarlo todo para pararse, llegar a Lima y clasificar.
Varios fueron los elementos claves para recuperar la autoestima, para que la confianza no se fuera del todo y para pasar la página, dejar atrás la tristeza y que volvieran la alegría y la confianza. Después del 1-2, el camerino parecía un funeral. Nadie habló, y las miradas estaban perdidas.
El viernes fue un día muy duro. El aire en el Hilton Garden Inn, el hotel de concentración del equipo en Barranquilla, se podía cortar con un cuchillo. Los jugadores, además, empezaron a recibir insultos en sus cuentas de redes sociales, lo que hizo que la jefatura de prensa de la Selección ideara utilizar la etiqueta #ConLaFeIntacta en los medios de comunicación para que los hinchas apoyaran y rodearan a los jugadores.
Ese día, el grupo seguía en la lona. Ante eso, el cuerpo técnico y los líderes del equipo (Falcao, James, Carlos Sánchez y Aguilar) empezaron hablar porque el partido contra Perú no daba espera. Las charlas, entonces, se basaron en tomar la derrota y los errores que la provocaron como un aprendizaje.
Era tanto el compromiso que Cristian Zapata, quien no podía jugar contra Perú por acumulación de tarjetas amarillas, llamó al Milán, su club en Italia, y pidió permiso para quedarse con la Selección, incluso a riesgo de pagar una multa.
Falcao fue uno de los jugadores que más empujaron: se encargó de levantarles el ánimo a sus compañeros y, con un mensaje en sus redes sociales, convocó a todo un país a que se uniera en torno a la Selección. “Esforcémonos y cobremos ánimo. No es tiempo de desfallecer o darnos por vencidos”, escribió en su cuenta de Twitter.
El sábado, tras el entrenamiento, se emplearon dos estrategias: se permitió a los jugadores pasar más tiempo con sus familias para tener más soporte anímico y se acordó ir al restaurante Travesía, de Carlos García, cocinero de la Selección, el mismo al que James dedicó un gol en el juego amistoso contra Camerún, cuando mostró la camiseta con la frase ‘Fuerza, chef’, pues García sufría por la muerte de su hermana.
En el restaurante, la alegría fue contagiosa. Fue la primera reacción notoria en su estado de ánimo. La música, la comida, la charla y el ambiente sirvieron para recuperar la fe. Al final, los jugadores se subieron a las mesas y durante 20 minutos corearon un cántico tradicional en el grupo, tomado de las barras argentinas: “Yo soy colombiano, es un sentimiento que no puedo parar”. El mismo que entonan en el bus durante el recorrido del sitio de concentración al estadio.
El domingo, el ambiente era otro. Si bien aún se recordaba el duro golpe, ya se sentía que los jugadores habían pasado la página. Durante 72 días, Páez vio cómo algunos de sus compañeros morían y otros, con él, trataban de subsistir, en medio de temperaturas hasta de -42 grados centígrados. Algunos asistentes a la conferencia le contaron a EL TIEMPO que la charla estaba prevista para hora y media, pero duró tres. Los jugadores y el resto del plantel se convencieron de que la unidad de grupo mantuvo vivos a los jugadores, que, pese a las adversidades, a la falta de protección y de comida y al frío, hicieron todo lo posible por no morir. Los sobrevivientes fueron rescatados el 23 de diciembre.
El lunes, el plantel recibió la charla de Páez y el martes, Bavaria, una de las empresas patrocinadoras de la Selección, llevó a Lima a familiares y personas cercanas a los jugadores. ¡Una sorpresa! Ellos les improvisaron a los muchachos una calle de honor a la salida del hotel rumbo al bus, antes del desplazamiento al estadio.
En el vestuario, minutos antes del partido, Falcao, el capitán, tomó la vocería, como es tradicional en quien porta el brazalete, y habló claro; les dijo a sus compañeros lo importante que sería entrar al campo de juego con todo, a conseguir la gloria. Y la encontraron 90 minutos después.
Julio Montenegro
Redactor de Futbolred