Todo apuntaba a que ese día sería la consagración del título que le faltaba a Gianluigi Buffon. Volaba de palo a palo como si tuviera capa; se lanzaba de arriba hacia abajo con la velocidad de un felino; atajó con sus puños de acero un misil de Dani Alves y otro de Luis Suárez. Parecía imbatible. Pero no lo fue. Ni en su mejor partido pudo ganar la Liga de Campeones. Barcelona venció 3-1 a Juventus en la final del 2015 y Buffon siguió con su deuda.
Fue la última vez que Buffon estuvo cerca de ganar ese codiciado trofeo que ya había perdido en la final del 2003 contra el Milán, por penaltis. Pasó a ser un reto especial para él. Es el único título grande que le falta en su prolongada y exitosa carrera, pues ha ganado siete scudettos italianos, tres copas italianas, seis supercopas, la Copa de la Uefa y, para que no quede duda, ya ganó la Copa Mundial con la selección de su país, en Alemania 2006. Ya es un arquero legendario, con cinco mundiales encima, que sabe ganar, pero al que le falta algo.
Quizá su retiro se ha prolongado por esa obsesión, por ganar la Champions, por no marcharse sin saldar esa deuda. Otra vez está cerca y la mira de reojo. Juventus jugará otra final, al dejar en el camino al Mónaco, y a Buffon se le abrió la oportunidad para, por fin, ganarla, con todo lo que eso implica: hay quienes dicen que será nominado al próximo Balón de Oro. A él, que es el encargado de ahogar los goles.
Cuando se le pregunta si la Liga de Campeones es su obsesión, lo niega. Pero no oculta que es un trofeo que quedaría muy bien en su palmarés. “Significaría mucho para mí. Sería la mayor alegría de mi carrera, junto con la del Mundial (2006), porque sería casi una recompensa, el final de un camino construido con valentía, tenacidad y trabajo duro. Siempre he querido ganarla y siempre he estado convencido de que podía conseguirla junto con mi equipo, los aficionados y mis compañeros”, dijo Buffon en una entrevista reciente a la página web de la Uefa. Pues ahora está frente a su tercera oportunidad, para saldar la deuda.
De espaldas a la portería“Tenía 12 años cuando te di la espalda. Renegué de mi pasado para asegurar tu futuro…”. Así empieza el poema que Gianluigi Buffon escribió en honor a su carrera. En honor al puesto de portero, el del sufrido defensor del arco.
El fútbol a veces tiene mucho de azar. Los porteros lo saben bien. Buffon, por ejemplo, era en su niñez un volante, antes de caer bajo los tres palos, de donde nunca salió. Se dice que quería ser mediocampista, quizás un 10, o un atacante, tal vez un goleador. Pero era un suplente y con muy pocas oportunidades de brillar. Hasta que el azar se cruzó por primera vez en su camino, para llevarlo justo de espaldas al arco que custodiaría.

Buffon, en uno de sus habituales festejos con Juventus, equipo del cual es líder, capitán y artífice de sus éxitos recientes.
Giorgio Perottino / Reuters
La historia fue así: el arquero titular del equipo de menores en el Parma se lesionó, el suplente no podía actuar por alguna razón del destino que ya no viene al caso.
Entonces el técnico, tal vez angustiado, miró para su banco y allí vio la mirada brillante y desafiante del impaciente Buffon, que quería jugar, de lo que fuera, y que además era el de mejor estatura. Lo eligieron para ir al arco. Ese día murió su idea de ser un volante o un goleador. A partir de ese momento sería un honesto guardián del arco. Dejó de idolatrar a los goleadores para seguir con detenimiento los movimientos del portero camerunés Thomas N’Kono –arquero al que enfrentó Colombia en el Mundial de Italia 90–, que es su gran ídolo, tanto que uno de sus hijos se llama Thomas. “Hace más de 25 años hice mis votos: juré protegerte y guardarte. He sido el escudo contra tus enemigos…”, continúa el poema.
Buffon, a quien desde pequeño lo llaman Gigi, por Topo Gigio, un personaje de infancia, de orejas gigantes, llegó al primer equipo del Parma en el que se estrenó con 19 años. Tuvo que haber dejado una buena imagen porque se quedó por seis temporadas, creciendo como futbolista, madurando como portero. Ganó sus primeros títulos y comenzó a ser reconocido como un arquero diferente. Ya lleva 22 años marcando esa diferencia, en esa exigente labor. Evitando muchos goles, soportando otros.
Mientras otros grandes equipos se peleaban por las estrellas, por los goleadores, por los 'cracks', Juventus se fijó en él en el 2001, como si se tratara de un diamante en bruto: un portero camino a ser excepcional. Para entonces fue la transferencia más costosa de un portero –unos 54 millones de euros–. Se convirtió en una marca registrada del club blanquinegro, el dueño de la portería.
“Tenía 12 años cuando le di la espalda a la portería. Y continuaré haciéndolo. Mientras las piernas, la cabeza y el corazón aguanten”, finaliza su poema.
En la cima del mundoBuffon estaba vestido con un uniforme color dorado, un dorado que parecía el resplandor de la copa que tenía en sus manos. La tenía bien agarrada con sus guantes de portero, como para evitar que se le resbalara por el peso del oro macizo. La besaba y la mirada le brillaba. La medalla de campeón colgaba de su cuello, como para certificar que la Copa no era prestada. Es el trofeo más importante que ha levantado en sus 22 años de carrera, porque Buffon también ha sido campeón mundial… En Alemania 2006, Italia conquistó el Mundial al vencer en la final a Francia. Buffon era el dueño de la portería, su portería. Ese día, como siempre, atajó de todo. El partido terminó 1-1 y aunque en la definición por penaltis el portero italiano no agarró ninguno, fue uno de los artífices de ese título. Que también fue una revancha para él, y para toda Italia.
Un par de años antes Buffon, Juventus y el prestigio del fútbol italiano se vieron envueltos en el escándalo conocido como ‘Calciopoli’, cuando se detectaron arreglos de partidos, compra de árbitros, apuestas y un entramado de fraude deportivo que le costó a Juventus perder los títulos de las temporadas 2004-2005 y 2005-2006, y la caída a la serie B con 30 puntos menos. Hubo otras sanciones para equipos como Milán y Lazio. Buffon, un apasionado confeso de las apuestas y los juegos de azar –el azar siempre presente en su vida–, fue uno de los señalados. Y pese a todo eso, no se marchó. Fue el primero que se mantuvo firme en el equipo y fue uno de los responsables del rápido regreso a la Serie A. Por eso cuando levantó la Copa del Mundo y la besó fue como un premio a su fidelidad. El castigo ya se había pagado y ahora Italia y Buffon festejaban.
Desde entonces, Italia no ha vuelto a ganar el Mundial. Juventus volvió a la Seria A y no ha vuelto a ganar la Champions. Los equipos italianos perdieron protagonismo internacional (hasta este año). Buffon llegó en el 2014 a su quinto mundial (aún podría jugar el sexto y batiría un récord). Y hoy sigue bajo los tres palos de Juventus.
Tercera oportunidadBuffon le atajó primero un cabezazo. Luego le detuvo un remate. Las cámaras de TV jugaban con los rostros: el del inocente delantero de 18 años, Mbappé, del Mónaco, que buscaba el gol, y el del veterano portero de 39, que le atajó todo. Luego Buffon salió a cortar la carrera del ágil atacante y se quedó con el balón. Le ganó un tercer duelo. El arquero, como conmovido con la insistencia de Mbappé, y en un acto paternal, le tocó la cabeza rapada con su guante izquierdo, como quien le dice ‘sigue intentando’. Y sonrió. El joven delantero lo miraba admirado. Tras el partido de ida habían intercambiado camisetas y el portero aseguró que lo hizo porque en su juventud nadie la cambiaba con él, y eso le molestaba. Este duelo particular de la semifinal de la Liga de Campeones le sirvió para recordar todo eso y, quizá, para contemplar el final.
“El otro día me di cuenta de que he conectado con prácticamente tres generaciones. Solía jugar con futbolistas nacidos en los 50 y 60 y acabaré haciéndolo con los que han nacido más allá del 2000. Es un enorme tramo de tiempo”, dijo Buffon antes de ese duelo contra el Mónaco, el que su equipo ganó y que le dio el paso a la final de la Liga de Campeones, la del sábado 3 de junio, en Cardiff.
Así como Buffon le atajó de todo a Mbapeé en la semifinal, lo hizo contra el ataque del Barcelona en cuartos, incluido Messi. Esta vez sí parece ser un arquero imbatible.
Ahora va por su anhelada Liga de Campeones. En el 2003 no pudo, cuando él apenas era un jovencito que deslumbraba en el fútbol. En el 2015, Messi y su corte le provocaron su segunda decepción, cuando él ya era un arquero experimentado, una especie de leyenda del arco, cuando atajó todo lo que pudo y su gran partido fue insuficiente.
Juventus ya ganó la Copa de Italia, el Calcio italiano. Si gana la Liga de Campeones este sábado lograría el triplete. Buffon cerraría una temporada inmejorable. De él depende mucho ese logro. No quiere dejarlo al azar.
PABLO ROMERO
Redactor Deportes
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