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Fútbol Internacional

Brasil acabó con el plan de Rueda y le ganó 1-0 a Colombia

Foto:

Reproducir Video

El equipo de Tite se impuso en el partido de la fecha 13 en la eliminatoria.  

Pablo romero
Era un partido perfecto para Colombia, de nervios aplacados, de angustia controlada, de orden sobre orden, de no cerrar los ojos ni para parpadear, de contener la fatiga, de anular a Neymar con ladridos y rasguños, de soportar y también atacar, de lucir el ímpetu, de soportar el cero, pero bastó una milésima de realidad, para que Brasil fuera Brasil, para que Neymar se desahogara y Paquetá liquidara, y eso fue todo: Brasil hizo un gol que derrumbó el tablero de Colombia como quien patea un castillo de arena, así de fuerte, así de despiadado, así de doloroso. 
Se sabía que era el partido del no error, del no poder mirar ni a las tribunas, del no poder ni respirar. Y, sin embargo, Colombia no se tragó el aire, no se ahogó. Levantó la cabeza y fue en caballería, se plantó como quien arranca una partida de ajedrez, así, dos filas bien juntitas llenas de peones azules para resistir, para aguantar, pero no debajo del arco, porque tenía sus caballos y sus alfiles y sus torres para ir a amenazar. Brasil tropezó con ese muro en movimiento. Tardó mucho en descifrar por dónde entrar hasta que entró.

Un buen primer tiempo de Colombia

Neymar quería iluminar el partido, pero en la primera parte solo brillaba por su pelo encendido cuando se revolcaba, como cuando presionó una amarilla para Cuadrado. Esa fue su gran hazaña de la primera mitad. Y es que el partido fue un choque de ejércitos, porque Colombia peleó cuando tuvo que pelear. No iba a dejar que Neymar luciera. No le iba a dar espacio a Raphina, y que Gabriel Jesús ni se asomara. Si la defensa de Colombia estaba remendada, no se descosía. Dávinson y Tesillo no daban oportunidad para el error.
En ese choque de fuerzas lo mejor de la primera parte incluso fue para Colombia, que si bien no podía entrar tocando, tuvo sus buenos disparos: un riflazo de Barrios como si fuera Cuadrado, un disparo de Zapata como si fuera el del Atalanta. Ambos tiros por arriba, pero cerquita, como para bajar el ritmo que quería imponer Brasil. Y luego Cuadrado tuvo su remate, y más adelante vino lo mejor, cuando Luis Díaz recibió una pelota fuera del área, como sin mirar al arco pero mirando, y mandó un balonazo que casi les saca el corazón del susto al portero Alisson y a todos los brasileños.
Pero claro, es Brasil, y Brasil puede gestionar un gol 90 minutos o dos días, hasta que lo encuentre. Así fue como Danilo puso un remate en un poste cuando Ospina ya estaba jugado y vencido. Y terminando la primera parte, cuando Colombia ya deseaba que ese reloj se detuviera, Marquinhos se elevó en un tiro de esquina y ganó por arriba donde se extrañaba a Yerry Mina, y metió un cabezazo que tuvo que desviar el viento o un soplido de Ospina, que quedó tieso, mirando, soplando.
Y al fin se acabó la primera parte. Primera parte de la tarea hecha. El tablero parecía perfecto. Pero quedaba mucho, 45 minutos, una vida. Colombia volvió del descanso con la misma organización, con el mismo ímpetu. Pero la ley física de este partido era que Brasil al fin asumiera su condición de ser Brasil, y esa misma ley obligó a Colombia a bajar su osadía, a resguardarse un poco, a luchar más cerca de Ospina. Neymar tuvo su mejor artimaña en un tiro libre, la pelota con efecto y si no se metió en la red fue porque Ospina hizo de las suyas, brazo bien estirado para acariciar la pelota.

Neymar, el de la asistencia

Neymar.

Neymar.

Foto:AFP

Neymar se entusiasmó con eso, pero cada que encaraba hacia el arco se topaba con un ejército de piernas. Colombia no se ponía rojo para frenarlo. Tite renovó sus armas, Vinicius entró a hacer estragos. Rueda respondió con un arsenal, con Miguel Borja y con Roger Martínez, que no pesaron. Y el partido ya era otro, era defender con alma y corazón, era pedirles a los pulmones y la lucidez que no fallaran.
Fue cuando Brasil sacó el pecho y dijo somos Brasil, y Colombia como que se asustó con el grito porque cambió, y regaló un rechazo en la presión brasileña, y en cuestión de milésimas la pelota le cayó a Neymar, que solo en ese instante no se adornó, no figuró, no se tiró, solo tocó como para darle tránsito a la pelota y se la dio a Paquetá, 71 minutos y adentro. Tesillo y Dávinson por primera vez confundidos, Ospina voló con su capa a ver si hacía uno de sus milagros, pero ni eso, la pelota fue adentro, 1-0 y fue todo, el final del plan de Rueda. El tablero estropeado.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
Pablo romero
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