No se puede negar que Colombia planteó un juego para ganar, para hacer goles. Pero aunque tuvo la disposición, los jugadores y el planteamiento, se vio atropellada, sin claridad, con mala entrega y sin gol. No le salió la idea.
Tuvo muchos hombres ofensivos porque se sabía que Bolivia no iba a atacar, al contrario, armó una muralla defensiva. Entonces jugaron de laterales Cuadrado y Armero, Sánchez como único de marca, Mateus apoyando a James y a Macnelly.
Carlos Sánchez defiende el balón.
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Muriel desbordó en la derecha hasta que se lesionó. Y a pesar de tener tanta presencia ofensiva, el equipo no fue una aplanadora. Tuvo un primer tiempo errático. Quiñones, quien entró por el lesionado Muriel, pasó a la izquierda y liberó el espacio para que Cuadrado fuera al ataque en la derecha. Pero a Bacca ni le llegó el balón ni fue un atacante que metiera miedo.
Al final –con la entrada de Duván y Cardona–, Colombia terminó al ataque, pero con desorden y desesperación. Encontró el gol en un penalti y así ganó, con más empuje que fútbol.
Pablo Romero Redeactor de EL TIEMPO En Twitter: @PabloRomeroET