Elegir a Brasil como sede de la convulsa Copa América 2021 fue una verdadera sorpresa. Ante la caída de Colombia y luego de Argentina, otras opciones estaban sobre la mesa: Ecuador hacía lobby, Chile picaba en punta, hasta Venezuela mandó una carta de intención, y Estados Unidos se abría campo como posibilidad. Pero la Copa se juega o se jugará o esperan que se juegue –no es fijo– en el país que la acogió en 2019, donde la pandemia golpea y la inconformidad social grita.
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La Conmebol maniobró para garantizar que el torneo, que es su joya de la corona, se mantuviera en firme pese a todos sus traumatismos. Y son varios. Primero, que iba a ser en el 2020 y no se pudo por la pandemia; luego, que se cayeron los dos invitados, Catar y Australia. Después se bajó Colombia como sede, argumentando su crisis sanitaria, en medio de su crisis social.
Argentina, que llegó a contemplar acoger en soledad el torneo, no se pudo sostener por la pandemia y se cayó el domingo en la noche. La Copa tambaleaba, cojeaba, y de repente apareció Brasil para darle una mano de salvavidas.

Miles de personas salieron a las calles de algunas de las principales ciudades de Brasil a protestar contra el gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
Efe
“Brasil vive un momento de estabilidad, tiene comprobada infraestructura y experiencia acumulada y reciente para organizar una competición de esta magnitud” fueron los argumentos del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez. Ya en 2018 hizo el Mundial, y en medio de protestas sociales. En 2019 hizo la Copa América. El problema es su situación sanitaria y social.
No se entiende cómo se cae Argentina por el covid y Brasil, que es el país del área con los más altos índices de contagio, sí puede garantizar la organización.
Brasil contaba hasta el lunes 462.000 muertes por covid, siendo el segundo peor balance a nivel mundial, en tanto que ocupa el tercer lugar del ranquin de casos, con más de 16 millones de contagios. Aunque también es el país de mayor densidad de población en el área, con 212 millones de habitantes, tiene 2.163 muertes por cada millón. La cifra más alta de Suramérica. Colombia tiene 1.728; Argentina, 1.714, según cifras de este lunes del portal Worldmeters.
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Entre tanto, en Brasil se critica el lento proceso de vacunación. Y no solo eso, también afronta una situación de crisis social. El fin de semana hubo multitudinarias marchas sociales contra el gobierno de Jair Bolsonaro. Se estima que en Río se congregaron unas 10.000 personas.
El lunes, partidos políticos de oposición y diferentes sectores, incluso algunos estados como Pernambuco y Rio Grande do Norte, criticaron la decisión de abrirle las puertas al torneo. Ya se anuncian demandas ante la Corte Suprema para que se impida su realización. Es más, el ministro de la Casa Civil, que equivale al jefe de Gabinete de Presidencia, Luiz Eduardo Ramos, dijo que la decisión no está tomada y que hoy se anunciaría.
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Hacer la Copa, insistir en la Copa, defender la Copa por encima de las dificultades sanitarias tiene 140 millones de dólares de argumentos para la Conmebol. Esa es la cifra que garantiza la firma japonesa Dentsu, que posee los derechos para comercializar las próximas tres ediciones. Los ingresos también importan a las federaciones. La selección ganadora se llevará US$ 10 millones de premio, más otros 4 millones que recibe cada selección por participar.
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