La mezcla entre el talento y el desparpajo que tenía Carlos Alberto Valderrama Palacio para jugar al fútbol se resume en la frase que dijo una vez ayudó a Junior a conseguir su tercera estrella, en 1993.
Minutos antes de pararse frente a los micrófonos, el ‘Pibe’, sin importar la presión, sin saber qué pasaba en Medellín, donde a esa misma hora los hinchas del DIM daban una vuelta olímpica, enganchó en el borde del área, tocó hacia donde entraba un compañero libre, siempre con la cabeza levantada. Parecía que en cada rizo de su cabeza había un ojo, porque siempre sabía dónde ponerla para generar peligro.
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Oswaldo Mackenzie, el receptor del pase, remató al arco: Barranquilla estalló: 3-2 al América, interrupción de vuelta olímpica en el Atanasio Girardot y carnaval en diciembre.
“¿Qué pensó cuando le hizo el pase a Mackenzie? ¿Era consciente de lo que estaba pasando?”, le preguntaron. Y el ‘Pibe’ respondió: “Eche, ¡yo solo quería hacer una jugada bonita!”.
En ese plan, de jugada bonita en jugada bonita, Valderrama fue símbolo de la generación de futbolistas que volvió a poner a Colombia en el mapa del fútbol internacional. Durante 28 años, Colombia no apareció en los mundiales de fútbol. Volvió en 1990, con el ‘10’ como capitán. Pero antes, ya el ‘Pibe’ había dado muestras de su brillo.
Pero no crean que porque le gustaba hacer jugadas bonitas no pensaba en ganar. Le molesta perder. Y mucho. Y eso le pasa desde niño, cuando jugaba en la cancha de Pescaíto (así, sin d). Eran partidos eternos. Y todo terminaba en un duelo con otro niño del barrio, Juanito: se ponían a jugar a ‘la pinola’ (para los cachacos, a hacer 21). Y como perdía, se iba a su casa a seguir practicando.
Es integrante de una familia de futbolistas. Su padre, Carlos Valderrama Puche, de ahora en adelante ‘Jaricho’, integró la Selección Colombia que jugó la eliminatoria para el Mundial de Inglaterra 1966 y también jugó en el Unión Magdalena, al igual que su tío Pablo, el popular ‘Sabú’. Sus hermanos Alan y Ronald fueron profesionales, al igual que sus primos Didí (otro crac) y Pablo Jr. Y por el lado materno también había sangre futbolística. Sus tíos Justo y Aurelio Palacio son símbolos del club de Santa Marta. Justo es el jugador con más partidos en la historia del Unión, 342.
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Fue allí, en el Unión Magdalena, donde el ´Pibe’ debutó en 1981, un año después de deslumbrar en una Selección Juvenil del Magdalena que se coronó campeona nacional, pasándole por encima a todo el mundo. Aún no estaban los rizos dorados: en esa época la moda era el peinado afro. Los rizos vinieron a aparecer un par de años después y ya cuando llegó a Millonarios, en 1984, era el peinado más famoso del fútbol colombiano.
Pero en Bogotá no le fue bien. Extrañaba su tierra, el calor, los mariscos. Empezó bien, pero un día el técnico de Millos, Jorge Luis Pinto, decidió que iban a entrenar a doble jornada. Al ‘Pibe’ se le había dañado un guayo y no alcanzó a ir a su casa por otro par. Se apareció en el entrenamiento con el guayo que le quedaba y un zapato tenis y cayó en desgracia. Al año siguiente lo vendieron al Deportivo Cali. Ahí empezaba la leyenda.
En el Cali, se encontró con un jugador con el que se entendió rapidito: Bernardo Redín. Y aunque el campeón del fútbol colombiano en esos dos primeros años que jugó allí fue el América, ese equipo verde fue inolvidable. Fue subcampeón dos años seguidos. Ya como jugador del Cali debutó en la Selección de mayores en 1985 y dos años después, con Redín al lado, comenzaron el proceso para llevar a Colombia de nuevo a un Mundial.
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En 1988 se fue a Francia. Lo compró el Montpellier. Cuando se enteró de su destino, lo único que atinó a preguntar fue: “¿Y eso en dónde es?”. Duró cuatro años y ganó una Copa de Francia, en un equipo que, de verdad, era desconocido. Y luego tuvo un paso fallido por un Valladolid lleno de colombianos, al que no le fue bien: Francisco Maturana, Leonel Álvarez, René Higuita…
Es tal el talento y el grado de idolatría que tiene el ‘Pibe’ que, por ejemplo, en el Independiente Medellín le tienen un cariño especial, a pesar de que solo estuvo un año y el equipo ni siquiera clasificó a las finales. Y ni hablar de lo que siente el hincha del Junior por él: dos títulos y un equipo absolutamente brillante, de cracs, que estuvo a punto de llegar a la final de la Copa Libertadores en 1994.
El estadio Roberto Meléndez se llenó el primero de febrero de 2004, a la espera de la última jugada bonita del ‘Pibe’. Ese día fue la despedida del fútbol activo del jugador que más partidos ha jugado en la Selección, 111. Los rizos dorados siguen ahí: hoy el ‘Pibe’ habla mucho más que cuando habla en las canchas. Y la tiene tan clara como cuando dejaba a sus compañeros de frente al arco, como cuando patentó un estilo de juego que aún hoy es admirado.
Carlos Valderrama
Nacimiento: 2 de septiembre de 1961.
Equipos: Unión Magdalena (1981-83), Millonarios (1984), Cali (1985-88 y 1997), Montpellier, Francia (1988-91), Valladolid, España (1991), Medellín (1992), Junior (1993-96), Tampa Bay Mutiny, Estados Unidos (1996-97 y 2000-01), Miami Fusion, Estados Unidos (1998-99) y Colorado Rapids, Estados Unidos (2001-02).
Partidos jugados en Colombia: 433
Goles: 47
Tomado del libro '¡Jueguen, muchachos!', de José Orlando Ascencio (Intermedio Editores, 2018).
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