Fue tan grande el compromiso que tuvo Catalina Usme con el América, que no habían pasado 24 horas de haber ganado la medalla de oro con la Selección Colombia en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, cuando ella ya estaba en el Pascual Guerrero, lista para jugar el clásico frente al Deportivo Cali, en la Liga femenina.
Eso sí, el técnico, Andrés Usme, ese día la mandó al banco. Pero entró a jugar en los últimos 25 minutos. Ese esfuerzo tuvo su premio: este lunes, por fin, pudo conseguir el título de campeona de la Liga femenina con el equipo que siempre defendió cuando la Dimayor decidió hacer el torneo profesional que tanto pedían las jugadoras.
Catalina ya tiene 30 años y su vida siempre ha estado ligada a la pelota. Nacida en Marinilla (Antioquia), tuvo que pelear contra todos los que la criticaban por haber decidido ser futbolista. A los 5 años, decidió unirse a sus hermanos, que ya jugaban. Como no había equipos femeninos, pues iba a la par con los hombres.
"Los niños y las señoras me decían 'marimacho', que qué pena una niña jugando en una cancha, pero todo me resbalaba", dijo Catalina en 2011, cuando se puso la ‘10’ de la Selección Colombia en el primer Mundial que jugó el equipo.
Siempre he tenido muy claro lo que soy y lo que me gusta, por eso no me dejo llevar por lo que dicen los demás
A los 14 años llegó a Formas Íntimas, tras preguntar en dónde podía encontrar un equipo femenino, pues se cansó de enfrentar a los niños. Y en ese club llegó a la Selección. Pero tuvo que sacrificarse mucho, pues debía viajar de Marinilla a Medellín para entrenar. Dormía poco.
Las lesiones también la perjudicaron. En los Olímpicos de Londres 2012 se lesionó una rodilla. Pero después la vida la premió: marcó gol en el resultado más sonoro de la Selección en su historia, la victoria frente a Francia en el Mundial de Canadá, en 2015, cuando el equipo avanzó por primera y única vez a segunda fase.
Cuando comenzó la Liga profesional, en 2017, se puso la camiseta del América y siempre luchó por tener a su equipo arriba. Su único paréntesis fue para reforzar a Santa Fe en la Copa Libertadores de ese año.
Siempre se mostró tranquila. “Acá no está en juego la vida de nadie. Esto es un juego”, dijo antes de la final. “Tengo la certeza de que vamos a hacer un buen trabajo. Es un partido diferente. Las finales no se juegan sino que se ganan y estamos dispuestas a dar lo mejor en la cancha”, agregó. Y cumplió.
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