Los 12 equipos que desde el día uno de la posesión de Jorge Enrique Vélez en la presidencia de la Dimayor iniciaron una batalla en su contra finalmente lograron cortar su cabeza.
Y lo hicieron con paciencia, poco a poco, día tras día, con una precisa comunicación y utilizando con certeza la prensa, las redes y varios influyentes líderes de opinión, en una estrategia similar a la de una guerra de guerrillas que les reportó la victoria.
Siendo minoría, siendo un pequeño grupo descontento, la oposición atacó con golpes rápidos y constantes, de alto impacto en la opinión pública, creó simpatías por su causa y generó antipatías contra Vélez hasta que lo tumbaron. Ese era su cometido.
La mayoría, lenta, creyéndose imbatible, no ejerció su poder, no se impuso y terminó cediendo ante la ingobernabilidad generada por la oposición, que aprovechó la suspensión del fútbol por la pandemia a causa del nuevo coronavirus para lanzar sus ataques definitivos con total éxito.
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Las batallas de la oposición contra Vélez, en busca del poder y la plata (que es de Perogrullo lo que busca cualquier empresario, sea chico o grande, en cualquier negocio), empezaron desde el día uno de su mandato, cuando Vélez les cerró la puerta del despacho presidencial a los opositores acostumbrados a cogobernar en la época de Jorge Perdomo. Afirmaron, entonces, que ‘un político soberbio’ no debía estar en el fútbol. Siguieron en franco ataque con la puesta en marcha del canal prémium de TV paga y se afirmaron con el rotundo fracaso del contrato de la TV internacional y su falsa promesa de montañas de dinero fácil.
Luego, en la suspensión de la Liga por fuerza mayor (el mejor escenario para su causa), prosiguieron con sus señalamientos de una “nula relación e influencia” con el Gobierno Nacional hasta sacar de quicio a los funcionarios estatales. Avanzaron al deslizar en los medios un posible negociado de Vélez en la propuesta inicial de empresa para la toma de las muestras de la covid-19 y finalizaron con la amenaza de no jugar en la reanudación del campeonato dejando una última bomba de opinión: le tuvieron que “pagar a Vélez su silencio” para que se fuera.
¿Silencio de qué? ¿De corrupción? ¿De información en el caso de la reventa de boletas de la eliminatoria pasada en la que él no está involucrado?
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Paralelamente, a su exitosa guerra de guerrillas, construyeron en la opinión pública inconforme con la creación del canal prémium de TV la imagen de déspota, corrupto y arrogante tirano opresor de Vélez. Un congresista puede tener hoy mejor percepción de imagen que él. Seguro.
La oposición lo logró. Hizo todo, mientras la mayoría la subestimaba al punto de, increíblemente, aprobarle a Vélez un informe de gestión financiera con 19 votos. ¿Cómo le iban a aprobar eso con el fallido negocio de la TV internacional? Insólito.
Hasta que a esa paquidérmica e indecisa mayoría le estalló en la cara la ingobernabilidad bajo la amenaza de la posible no reanudación de la Liga por la ausencia de algunos equipos que amenazaron con no jugar, en medio de la renegociación de las condiciones actuales de contratación con BetPlay (el patrocinador) y Win Sports (el canal de TV). Una sopa espesa y difícil de tragar que les hizo escupir la cabeza de Vélez.
En plata blanca, la gestión de Vélez fue mala. El solo hecho de incumplir reiteradamente en su plan bandera (el contrato de TV internacional) era suficiente para que se cayera, y hace meses. Punto. No tenía más de largo ni de ancho. ¿Que consiguió un patrocinador nuevo para la Liga? Era lo mínimo. Todos los presidentes de la Dimayor lo han hecho.
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Hoy, ya sin Vélez, y con la posibilidad de reanudar el campeonato en cinco semanas, se verá que los problemas reales del fútbol y la Dimayor siguen ahí, y, de inmediato, ya están en una campaña electoral para escoger al nuevo presidente, que tendrá que ganar apoyos políticos, dar y recibir, a sabiendas de que no hay enemigo pequeño.
Las heridas están abiertas. Hay muchos muy adoloridos tras el combate que hoy ganó la oposición al decapitar a Vélez y clavar su cabeza en una estaca con su táctica de guerra de guerrillas.
Falta aún la gran batalla por el “cambio estructural del fútbol”, tema del que hablé la semana pasada en esta columna, y que apenas está por darse. Esa no será fácil, para nada, y quién sabe cómo termine, si es que termina...
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
En Twitter: @MelukLeCuenta
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