Se les ha recetado todo tipo de curas y tratamientos a los males del arbitraje colombiano, que se mantiene estable y grave. Las fórmulas de tratamiento han sido diversas. La primera idea fue amputar lo malo, retirar de una buena vez a los jueces que se han equivocado de manera grosera. Así, muerto el perro se acaba la rabia.
Otra prescripción ordenó un procedimiento intensivo de capacitación a los árbitros con cursos y seminarios dictados por instructores internacionales de primer nivel.
Otra receta apunta a tratar una posible infección exógena: cambiar a los dos instructores técnicos de la comisión arbitral. También se considera que toca afanar procedimientos invasivos como el asistente de videoarbitraje (el popular VAR) como quimioterapia radical de salvación para la invasión de errores técnicos y de apreciación.
El tratamiento que siempre recetan –y recitan– las abuelas del fútbol colombiano es profesionalizar el arbitraje: dedicación exclusiva con salarios serios y vinculaciones laborales justas.
Pero tanta fórmula y tanta receta no ataca el mal original: árbitros localistas. Las decisiones equivocadas en contra del Junior que provocaron las convulsiones y la fiebre en la Liga fueron a favor de los locales: no expulsaron a un jugador del Cali, en Palmaseca; le pitaron un penalti inexistente contra Millonarios, en Bogotá, y otro más que nunca fue contra Caldas, en Manizales. Además, le dejaron de dar una mano penalti enorme contra Nacional, en Medellín.
Otro ejemplo: el sábado, al Caldas no le dieron una zancadilla de penalti insólita contra Millos, en Bogotá.
Todos esos errores favorecieron a los locales, el viejo mal del fútbol. Favorecer al de casa es el pecado original de los árbitros. En caso de duda, el silbato suena en el lado de acá del fútbol y nunca en el de allá. Un dato: de los 43 penaltis sancionados en la Liga (sin el juego entre Nacional y Huila), 30 fueron para los locales.
Está bien, háganlo todo: retiren a los malos jueces, capaciten más y mejor a los otros; que árbitro de fútbol sea una profesión, que pongan el VAR ya y que cambien hoy mismo a la comisión arbitral con sus instructores técnicos.
Pero así pase todo eso, lo primero que toca hacer es quitarles a los jueces la tentación de la manzana facilista del localismo. Empecemos por ahí para evitar que la serpiente silbe siempre para el mismo lado de la cancha.
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
En twitter: @MelukLeCuenta