La semana pasada nos dejó una infinita lección de valentía, de fuerza, de lucha, de entregarlo todo en busca de todo; de intentarlo siempre, de no perder la esperanza así todo parezca sombras y oscuridad. Liverpool y Tottenham en la Liga de Campeones nos lo demostraron. Y, en esos duelos, los más conocedores del juego, empezando por los propios técnicos y jugadores –todos del más alto nivel–, basaron sus análisis en el fútbol puro, en el juego, en el alma de hacer goles y más goles, en la entrega y el sacrificio.
Nadie, ni los mejores escritores de fútbol de Inglaterra y España (pueden ser los mejores del mundo), recurrieron a las cadenas numéricas para descifrar tácticas misteriosas ni reformularon la ecuación de la velocidad en tiempo y espacio. “No gastemos tiempo buscando razones porque hay mil y no hay ninguna. Solo dos estados de ánimo opuestos pueden explicar lo inexplicable. Y hasta ahí no llegan ni los algoritmos”, escribió Jorge Valdano del Liverpool 4-Barcelona 0.
“Había que hacer un gol y luego otro y luego otro... Y había que evitar que ellos hicieran un gol. Solo había que creer e intentarlo. Había que jugarse todo en cada disputa de balón. Les dije a los muchachos que era imposible, pero que había que intentarlo. Había que tener ‘pelotas’ para intentarlo. Fuimos esa mezcla de fe con un corazón increíble”, dijo Klopp, el DT del Liverpool. “Teníamos que jugar con pasión, y eso hicimos. Debíamos creer que podíamos venir y ganar, y eso hicimos”, contó Pochettino, el DT del Tottenham, tras el 2-3 al Ajax.
Guardando todo el Atlántico de distancia y con toda la elemental proporción, eso fue lo que se vio ayer en Cali en el triunfo de Millos 1-2 sobre América: pura pasión, puro darlo todo, puro luchar, puro intentarlo todo, puro creer que podían ir y ganar. Pura actitud, como decimos por acá.
Millos soportó la embestida inicial de América y se fue llenando de tarjetas amarillas. A los 25 minutos ya había enfriado la caldera del diablo y a los 33 puso el 0-1 con un golazo de González Lasso: un sostenido a lo Michael Jordan con un cabezazo de martillo.
Luego, Millonarios empezó a sufrir su adversidad: expulsión discutida de Román por doble amarilla (el juez Bismark Santiago falló en la segunda amarilla), las lesiones de Jaramillo y Rambal... Y, a pesar de todo eso, se cerró atrás, pegó cuando tuvo que pegar, fue pura entrega, fue puras ganas, fue puro orden, fue jugar al límite del reglamento, fue defender entre todos y para todos y fue el 0-2 en un error grosero del zaguero Segovia y el nuevo acierto de González Lasso.
Pinto, el DT de Millos, así como los hinchas reclamaron el arbitraje que cerró con un penalti correcto en el minuto 95 sin expulsión a Duque, que ya tenía amarilla (el 1-2 del América) y otra expulsión, la roja directa, también justa, por patada de Macalister al tobillo de Jiménez, en el 96.
Más que un partido, Millos ganó en afirmarse en sí mismo, en creer en ir y ganar y en hacerlo, en confirmarse como candidato al título con la única y vieja fórmula que confesó Klopp, con la verdadera ecuación del fútbol: “tener pelotas e intentarlo”.
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
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