Cuando el empate parecía definitivo, cuando Santa Fe lamentaba dejar escapar el liderato, cuando Millonarios sufría porque quedaba con un pie en el abismo, fue justo ahí cuando apareció de la nada Jader Valencia, para empujar la pelota y darle a Millos la victoria 1-2 en el clásico y la clasificación. Entró para ser el héroe azul y el verdugo rojo, cuando el tiempo agonizaba.
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Jader entró en estado de gracia. Así de iluminado, así de efectivo. Millonarios perdía 1-0, las fuerzas se le agotaban, la imprecisión lo dominaba, la angustia lo consumía. Ahí apareció Jader con un movimiento sutil en el área y un toque de Andrés Pérez, el más veterano de todos, y Jader fue al piso, penalti. Ricardo Márquez pateó con frialdad, como si no fuera el minuto 91, como si no fueran perdiendo. Adentro, 1-1 y vida, mucha vida para los azules.
El empate no era suficiente. Era un premio sin moño. Quedaba el equipo con un pie en el vacío, esperando la última fecha. Pero ahí estaba Jader, el iluminado, para esperar que la pelota le llegara en el minuto 97. Mackalister Silva, que era un desaparecido, apareció para meter un remate al palo, el rebote fue al delantero que llegó del banco para evitarle la angustia a Gamero. Remató y no falló, fue el 2-1 con el que Millonarios derrotó a Santa Fe, le quitó un invicto de 31 fechas en condición de local, y se aseguró entre los ocho. Todo eso paso en unos cuantos minutos. Los últimos.
El clásico empezó al revés. Santa Fe salió a jugar con decisión, como si no estuviera ya clasificado. Atacó y corrió riesgos. Millos comenzó como si no fuera el necesitado. Pero de a poco reaccionó. Tuvo un remate con efecto brasileño, uno que solo podía patear el que se llama Rivaldo. La pelota rebotó en la esquina, allí donde se dibuja una escuadra. El rebote le quedó a Fernando Uribe. Su cabezazo fue como si hubiera olvidado la forma correcta de cabecear.
Pero ese fue el despertar de Millonarios, su grito de batalla. Respondió para Santa Fe Andrés Rentería, que debió ver el arco tan solo y tan grande que no supo dónde rematar. Decidió mandar la pelota arriba, como si se a él se le hubiera olvidado la forma correcta de patear.
En el clásico del 'ping-pong', de ataque del uno y respuesta del otro, Millonarios tomó su turno. Chicho Arango cabeceó un tiro de esquina con la fuerza que le faltó a Uribe y con la puntería que tuvo Rivaldo. La pelota otra vez tocó el palo. El Chicho quería otra oportunidad y una volada milagrosa de Castellanos le dijo otra vez que no.

Millonarios celebra la victoria en el clásico.
Dimayor
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El clásico se desequilibró en un tiro de esquina de Santa Fe, el defensor Juan Pablo Vargas fue a la pelota con el puño. Penalti que pasó por el rigor del VAR. Jhon Velásquez, uno que llegó del banco, anotó en 66 minutos con un cobro perfecto. Incluso Santa Fe pudo ampliar y liquidar, pero Fabio Delgado se atragantó el segundo.
El partido agonizaba. Era cuestión de minutos o de segundos. Santa Fe celebraba la victoria y el liderato y dejar a su rival moribundo. Pero no contaba con Jader, que de la nada llegó para ser el héroe azul y darle a Millonarios la sufrida clasificación.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET