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Fútbol Colombiano

Millonarios hizo fiesta en el clásico: venció a Santa Fe y lo dejó herido

Diego Herazo celebra su gol en el clásico.

Diego Herazo celebra su gol en el clásico.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

El equipo azul sigue fuerte y dejó en mala posición a los cardenales. 

Pablo Romero
Millonarios, este Millonarios de Alberto Gamero, se da sus buenos gustos: otra vez ganó, otra vez deleitó a los suyos, sigue encaramado en el campeonato (es segundo), fuerte, muy fuerte, y ahora se dio el lujo de vencer a Santa Fe, 2-1, y de hacerlo ya sobre el final, que duele más, y lo dejó herido, agonizando en la tabla. 
El clásico al comienzo no parecía el clásico, pues era un partido plano, sin emociones más allá de las que brotaban de las tribunas. Un partido de helado domingo, propicio para la fuerte lluvia, que fue lo que menos faltó. Millonarios, dueño de la pelota pero sin agredir. Santa Fe, huérfano de ella, como si no fuera su partido más importante.
En ese arranque de clásico los bostezos disputaban contra los escalofríos. Afortunadamente el partido fue cambiando, para entrar en calor. Pero antes, Millos jugaba a paso lento, como certificando que no tenía ningún afán. Tuvo un ataque que falló Gómez, que no supo qué hacer cuando se sintió tan solo frente al portero Castellanos, tiró la pelota afuera.
Y Santa Fe, como si nada, como si no tuviera con qué. Sí, estaba lleno de ausencias, bajas, lesiones, mala suerte, pero no respondía. Los que estaban no respondían. 

Golpe de Millonarios 

Diego Herazo celebra gol contra Santa Fe.

Diego Herazo celebra gol contra Santa Fe.

Foto:Dimayor

Millonarios dejaba que el tiempo pasara y golpeara a su rival. Lanzó un segundo ataque, y ese sí fue letal. Daniel Ruiz iba a hacer un lujo, un túnel en ataque, una ofensa, una maniobra para el deleite, la víctima iba a ser Góez, que tuvo la prudencia de cerrar las piernas, pero venía en carrera, de frente a su propio arco, así que lo que hizo fue meterle un pasegol a su rival, a Diego Herazo, que encaró a Castellanos y no falló, toque sutil y adentro, 1-0, en 20 minutos.
Santa Fe tenía que apelar al corazón, al alma, a la sangre hirviendo bajo la lluvia para ir por ese gol necesario. Entró a la cancha Matías Mier. Jersson González intentó ganar con su gambeta. Wilson Morelo se abría campo para sacar un disparo que no sacó.
Y así era el partido. Millonarios fue otra vez al ataque y Ruiz sacó un remate de media distancia que obligo a Castellanos a su máxima estirada. Santa Fe jugaba contra su propia imprecisión, contra el orden azul, contra la lluvia y todos los charcos. Con las piernas pesadas, la ropa pesada como incómoda armadura.

Empate de Santa Fe

Pero Santa Fe no se derrumbó. Tenía algo guardado y lo sacó en el momento justo. Y fue parecido al gol que recibió. Un pelotazo de Harold Gómez, la pelota directo al área, donde seguro ni se veía, golpeó a Guerra que no se esperaba ese balón en medio de la tempestad, le pegó en el pecho y fue pasegol a su rival, a Neyder Moreno, el mismo que minutos antes se había salvado de alguna tarjeta por una tapia a Ruiz, y que aprovechó el obsequio y anotó y celebró desaforado: 1-1 en 63 minutos.
Ese segundo tiempo fue más clásico, la poderosa masa azul tronaba, la bulliciosa parte roja bramaba, y en esas estaban, en ese duelo de gritos en las tribunas cuando en la cancha Ruiz volvió a sacar unos de sus zapatazos, y la pelota fue a darle un golpe al travesaño, y si fue al travesaño fue gracias a Castellanos, que con alguna parte de las manos alcanzó a desviar.
Santa Fe, en medio de su euforia, se revolucionó. Goez fue a quitarle el balón a Ruiz como si quisiera quitarle las piernas. Una, dos, tres patadas. Wílmar Roldán lo frenó con una tarjeta roja. Afuera. Santa Fe con 10.
Y cuando el partido ya agonizaba y Santa Fe acariciaba un punto que en todo caso le sabía a gloria, recibió el golpe final. Centro de Ruiz, siempre Ruiz, la pelota invisible bajo la lluvia fue al área, nadie la tocaba, Pacho Meza y Jader Valencia patearon el aire al tiempo, la pelota pasó por entre ambos, el central alcanzó a desviarla sin darse cuenta y fue adentro, fue gol, el 2-1. 
Y así, Millonarios se dio el gusto de ganar y de dejar a su clásico rival herido para poder clasificar. 
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
Pablo Romero
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