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Fútbol Colombiano

Análisis: las armas del Santa Fe que derrumbó al super-Junior

Santa Fe.

Santa Fe.

Foto:César Melgarejo

Vea las fórmulas con las que el equipo bogotano consiguió un triunfo contundente.

Antes de empezar la Liga, el presidente de Santa Fe, Eduardo Méndez, lanzó una advertencia: dijo que Santa Fe no se creía menos que los equipos de altas inversiones. Y lo dijo a propósito del Junior, sobre todo por Junior, el mismo al que venció el sábado con autoridad y una dosis de combatividad y coraje, 3-1. Santa Fe no tuvo dinero para invertir, se reforzó con modestia, y sin embargo es un equipo peligroso por su base y porque ya tiene una identidad.
Contra Junior, Santa Fe certificó la advertencia de su presidente. El equipo se plantó como se tiene que plantar Santa Fe en El Campín: sin importar el rival, con la cabeza en alto, practicando el juego que elabora de memoria. Si contra Envigado se metió en un túnel sin salida, contra Junior asomó su cabeza de león y rugió, y no es que se haya despeinado: jugó tranquilo, ordenado y seguro. No sufrió. ¿Que cuál Teo, que cuál Borja? A los dos los minimizó, los hizo ver normales. Lo mandó aburridos.
Santa Fe demuestra que no solo con chequera se combate. Demuestra que si le da continuidad a un buen entrenador, puede ser protagonista. Demuestra que si mantiene una buena base, puede desafiar a cualquiera. Demuestra que si se invierte con acierto, puede dar la pelea.
Fabián Sambueza, jugador de Santa Fe.

Fabián Sambueza, jugador de Santa Fe.

Foto:César Melgarejo

El león tiene columna. Nace en el arco, con un arquero de garantía como Castellanos, un defensor eficiente como Torijano, un volante aguerrido –con el estilo más santafereño de todos– como Andrés Pérez, con un crac como Sambueza. Y necesitaba un goleador, y espera que sea Valdés, que ya hizo dos goles. Entonces, esa columna es una mezcla de experiencia, orden, seguridad, vehemencia, talento y gol.
A Santa Fe le faltaba un goleador, que no fue Duque ni mucho menos Anselmo. Entonces, el presidente trajo a Valdés y a Cucchi, y de momento queda claro de quién es el puesto. Valdés es un jugador que se mueve por el área, sale, entra, genera espacios. De momento venía fallando en la puntada final, y eso lo condenaba porque se sabe que al delantero no le basta con las buenas intenciones. Pero esos dos goles contra Junior, uno de penalti (bien ejecutado, lo cual también es una virtud) y el otro en ese cabezazo de tornillo, arroparon al delantero, lo tuvieron que haber llenado de confianza; es prematuro, apenas son dos goles, menos de los que ha fallado, pero ese delantero algo tiene.
Diego Valdés celebra su primer gol.

Diego Valdés celebra su primer gol.

Foto:César Melgarejo

¿Que a qué juega Santa Fe? Básicamente es un equipo de transiciones rápidas, y eso lo hace porque destruye, recupera (con esos dos perros de cacería que son Pérez y Giraldo) y genera juego de inmediato, y porque los que reciben de primera mano son Sambueza y Velásquez, que saben mucho con la pelota y parecen socios de toda la vida. Y los laterales se lanzan sin complejos, Arboleda y Dairon saben hacerlo. Entonces, el equipo gana presencia ofensiva, juega por dentro y por fuera, sus volantes se mueven y sorprenden, sin posiciones fijas. Así gesta sus opciones.
Santa Fe.

Santa Fe.

Foto:César Melgarejo

¿Qué falta? El equipo venía de sufrir una odisea contra Once Caldas para rescatar un punto. No pudo vencer a Envigado porque no supo definir. Y fue y se encontró una derrota mentirosa contra Rionegro (que lo atacó una vez y le ganó). El técnico Rivera quiere más posesión jugando de local, la necesita para darle menos oportunidad al rival. Y aún falta que Yohandry –el último en llegar– encaje: es la pieza que falta.
Por lo demás, Santa Fe luce consistente y aguerrido, una combinación eficaz. Y ya se sabe que no se cree menos que nadie. Ya lo demostró.
Pablo Romero
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @PabloRomero
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