Una multitud de periodistas e invitados esperaron en la mañana del lunes la aparición de James Rodríguez, quien llegó a Bogotá en la madrugada y hacia las 11 a. m. arribó a un centro comercial al occidente de la capital para participar en un evento de la fundación que lleva su nombre.
En una sala de cine repleta, con luces y sonido, y alfombra roja, como si se tratara del estreno de una película, la prensa esperaba la aparición de la estrella. Se murmuraba sobre las preguntas que querían hacerle al '10'. Que su futuro, que el Bayern Múnich, que la selección...
El jugador finalmente apareció por una puerta lateral, acompañado de niños enfermos de cáncer. James fue aplaudido y ovacionado. “Eres grande”, gritó alguien del público. James compartió con los niños en un acto que no superó los 15 minutos, dio algunas breves palabras de apoyo para la causa de lucha contra el cáncer en los niños, se comprometió en esa batalla, y se marchó por la misma puerta lateral.
La estampida de periodistas fue hacia el lugar destinado para su siguiente aparición, donde se esperaba que diera algunas declaraciones. “Toca preguntarle de su futuro, del Bayern, de la Selección”, repetían los periodistas, en voz baja, como una lección.
“¿Pero sí va a hablar?”, se preguntaban. Nadie daba razón.
Allí llegó minutos después, vestido de jean, camisa blanca y blazer gris. Subió a una tarima principal, las cámaras lo seguían, los aficionados lo llamaban, él levantó la mano derecha y saludó, participó en la demostración de un videojuego de la fundación (de descarga para recoger fondos), no más de cinco minutos, “a comprar, a comprar, pues, no sean amarrados”, dijo yJames soltó una sonrisa. Luego, se despidió, permitió un par de fotos, volvió a levantar la mano, con su pulgar estirado, y rodeado de agentes de seguridad se perdió hacia una de las salas, amagando micrófonos. En ese recorrido se topó con la cámara de Citytv, la que no pudo driblar.
-¿Qué le dice al país antes de la Copa América? -le preguntaron con esfuerzo, a gritos y entre empujones.
-Que nos apoyen siempre y que intentamos dar todo siempre -dijo.
Reiteró su compromiso con la niñez y luego, sin más demora, como arrastrado por sus agentes de seguridad, desapareció, dejando atrás una multitud de periodistas que esperaban una declaración, que hablara de su futuro, del Bayern, o de la Seleccion... y se quedaron con los crespos hechos.
PABLO ROMERO
Redactor de EL TIEMPO