“Daaaale, daaaaale, daaaaale, Timão”, canta un hombre de piel morena, gafas oscuras y camiseta blanca del club Corinthians, uno de los más populares de São Paulo. A su espalda se alza una estructura majestuosa; podría ser un centro comercial o un complejo financiero o un hotel cinco estrellas, pero es un estadio; más que un estadio es el Arena Corinthians, donde Colombia enfrentará a Chile este viernes en los cuartos de final de la Copa América.
El torcedor que grita es uno de esos fanáticos que vienen muy seguido al Arena. Una rutina que no es una rutina para un futbolero. Ahí se reúne con otros desconocidos, hay un hombre que tiene tatuada en la pierna derecha la Copa Libertadores que el club ganó en el 2012. También, una familia con su pequeñito en brazos, y todos llevan la camiseta del equipo. Son como 30 personas, muchas, si se tiene en cuenta que no hay partido. Estos fanáticos solo vienen a recorrer el Arena Corinthians, así lo hayan hecho muchas veces.
Se trata de un tour que se hace todos los días cuando no hay partido y cuesta 40 reales entre semana y 60 los fines de semana. Los hinchas y los turistas llegan, alrededor de 200 al día, para conocer el estadio construido para el Mundial de Brasil 2014, o para visitarlo una vez más. No hay colombianos ni chilenos, solo torcedores de Corinthians.
En la entrada aparece Butti, el encargado de guiar la visita que arranca a las 11:05 de la mañana. Pide que vayan al baño y coman algo porque serán 70 minutos de recorrido.
“Lo van a disfrutar”, dice. Butti es pesado, camina despacio, y cuando habla se le va el aire. Trabaja en el estadio desde el 2016, es historiador, conoce de memoria datos, fechas y goles.

Parte de lo que pueden encontrar los visitantes del ‘tour’ en el escenario.
Carlos Ortega / EL TIEMPO
“Arrancamos”, dice una mujer, Camila, que junto a Butti son los guías. Ella pide un grito, y todos gritan “¡Corinthians!”. Luego nos lleva por enormes salones en donde se exhiben todas las camisetas de la historia del club, como si fuera una galería de arte.
Hay un escudo gigante del equipo, placas de hinchas famosos, pisos relucientes. Todo es impecable. La gracia de estos recorridos es que el fanático visita los lugares que solo son para jugadores. Quizá por eso es tan visitado y por eso los hinchas repiten tour como ir al centro comercial.
Uno de esos lugares especiales son los balcones vip, reservados para gente adinerada que los alquila. Los fanáticos tienen la oportunidad de pararse unos cinco minutos ahí, desde donde se ve espectacular el rectángulo verde. Desde ahí, Camila indica que hagan otro grito, “¡Corinthians!”, y el eco se queda reverberando por todo el estadio. “Así es con 30 personas, imaginen cómo suena con 47.000”.
Luego pasamos por pasillos entapetados, escaleras eléctricas, salones gigantes; vemos trofeos y más camisetas exhibidas. Conocemos la zona de prensa, los camerinos. En uno de ellos, sobre una mesa, hay una réplica de la Copa Libertadores. Una foto ahí es un tesoro.

Zonas exclusivas del estadio Arena Corinthians.
Carlos Ortega / EL TIEMPO
Al fin llegamos a la puerta que separa los pasillos de la gramilla; queda pasando el camerino de árbitros que tiene la marca de una patada. Butti cuenta que una vez, un jugador enfureció y cogió a golpes la puerta, y se ríe. La puerta de la cancha se abre como si fuera la de un almacén, hacia arriba, como para darle más misterio, y ahí está el túnel que conduce hacia la cancha. La gramilla luce impecable: un tapete verde. Lo están regando con tres mangueras. Cuatro hombres trabajan, tiran una especie de semillas. Lo alistan para el juego de Colombia y Chile.
Los guías advierten que no se puede pisar, y nadie lo pisa, aunque den ganas. Butti informa que la gramilla es lo que más se cuida del Arena, que la cancha es lo que más se cuida y que ahí, el balón corre muy, muy rápido.
Tiene 43 km de ductos, un sistema muy rápido de agua helada. Además, tenemos aire acondicionado natural, ja, ja, porque ventea mucho. La grama crece muy rápido
“Tiene 43 km de ductos, un sistema muy rápido de agua helada. Además, tenemos aire acondicionado natural, ja, ja, porque ventea mucho. La grama crece muy rápido”, dice, y señala los morros del barrio Itaquera, que son parte del paisaje. Este pasto tiene una mezcla natural y artificial, y eso, dicen, es lo que hace que el balón ruede muy rápido.
El recorrido termina. Butti se despide y desea que le vaya bien a Colombia. “Freddy Rincón jugó acá, y para muchos es el mejor volante centro que hemos tenido”, dice, y se despide y se fatiga. De fondo, aún suena el eco “¡Corinthians!, ¡Corinthians!”.
PABLO ROMERO
Sao Paulo
@PabloRomeroET
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