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Meluk le cuenta... (Oda a la humilde grandeza)

En apenas 4 años, Santa Fe se levantó. Uno de los gigantes del FPC acabó su condena de derrotas.

Gabriel Meluk
Hace apenas cuatro años, Santa Fe rompió una larguísima y triste historia de 37 años de derrotas y tristezas. Dos generaciones de hinchas no vieron dar una vuelta olímpica ni levantar el trofeo al mejor de la Liga. Fueron 37 años condenados a las burlas.
Pero en apenas cuatro años, Santa Fe se levantó. El titán despertó. Uno de los gigantes y poderosos dioses del fútbol colombiano rompió sus cadenas y acabó su condena de derrotas. El coloso despertó en toda su grandeza. Y en el fútbol esa grandeza se mide, primero que todo, con títulos. Luego vale la tradición, la fanaticada...
En el fútbol la grandeza se ratifica torneo tras torneo, título tras título. Ganar es una costumbre que suelen tener los grandes. En estos cuatro años, Santa Fe se ha quedado roncó gritando “¡Campeón, campeón, campeón!” una y otra vez. El último alarido, este domingo en la noche, con su 1-0 lento, trabado y a tropezones sobre Tolima.
Este Santa Fe del último tiempo ha demostrado que a la grandeza no se le teme y que los nacidos, los llamados para tenerla deben estar a la altura de tamaño desafío. Por eso, en estos años con la generalidad de contar con buenos recursos, con buen dinero para traer jugadores y técnicos competitivos, que han revalidado la estirpe santafereña.
¡Santa Fe reafirmó un poco más su grandeza, basados esta vez en el reconocimiento, las propias limitaciones y pequeñeces! En seis meses vivió críticas por su plantel corto y discutido, por empezar con un entrenador que terminó relevado, por la renuncia y el posterior arrepentimiento del presidente.
Hay quienes dicen que la humildad es el camino a la grandeza. Y en este caso, es axioma: un equipo sin fuegos artificiales en su alineación, sin brillante pirotecnia en su nómina, levantó de manera legítima la Liga nuestra de cada día.
Esa grandeza –decía– nació en la virtud de reconocer las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo a ello. ¿Saben que es eso? Es la definición exacta de humildad. Y esta demostración de grandeza tiene otra paradoja: Santa Fe despidió al entrenador Alexis García por defensivo y recontrató a Gustavo Costas quien ya había logrado la octava estrella jugando al ataque. En sus primeros seis partidos no ganó: tenía limones y no naranjas. Simple: pues hizo una limonada defensiva y así consiguió la estrella de nueve puntas con un invicto de 15 partidos y la zaga más sólida.
El titán sigue sin cadenas. El gigante está despierto. El primer campeón es otra vez el último. Esta generación de hinchas le cobra al destinó la tortura que vivieron sus viejos. La grandeza de Santa Fe es hoy, de nuevo, una costumbre.
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de DEPORTES
@MelukLeCuenta
Gabriel Meluk
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