Inteligencia emocional. Esa es la primera regla que debe seguir la Selección Colombia para la complicada visita de este martes contra Argentina en la eliminatoria del Mundial. Hay que tener la cabeza fría y las piernas bien puestas en la cancha del estadio Bicentenario, pues Messi, sus amigos, el monstruo de 30.000 cabezas en la tribuna y todas las urgencias de resultados hacen de Argentina una fiera hambrienta y desesperada que huele la sangre de un equipo herido. Así las cosas, para Colombia debe ser un partido de pulsaciones reguladas frente a la máxima presión: un juego para mentes firmes.
Inteligencia futbolística. Ese es el segundo factor. ¿Cuál es el plan? El fundamento vital será no recibir ni un gol. Y aunque para muchos la mejor defensa es un buen ataque, la razón dice que una buena defensa es una buena defensa. Obvio: si Argentina no logra convertir, por lo menos se sacará el empate que, como están las cosas, sería fenomenal. Así que Jeison Murillo (que regresa por necesidad) debe exorcizar sus demonios y no meter ni una sola vez la pata; que Álvarez Balanta o Dávinson o el que juegue demuestren que están porque lo merecen, porque son aptos y no por terquedades técnicas.
Como pasó en Chile, en La Paz o en Asunción, donde la Selección empató y ganó, prefiero tres volantes de marca: Sánchez, Abel y Daniel Torres; con Daniel mordiendo sin miedo ni pena los guayos de Messi. Y luego James (siempre James, aunque mal esté, es nuestro megacrack, el mejor que tenemos y lejos), Cuadrado y Falcao. James con más espacio en frente puede ser más influyente y letal, Cuadrado es velocidad y temple y Falcao, dinamita con mecha encendida.
Pero como para Colombia hacer un gol se ha vuelto más complicado que resolver el último teorema de Fermat, por eso evitarlos será determinante: ese es el principio fundamental.
Lucha. Ese es el tercer soporte: más allá de la alineación de Pékerman (puede darnos una sorpresa mayúscula) sin testosterona, sin entrega absoluta, sin estar dispuestos a sudar un tiempo más o a correr un kilómetro extra, ningún orden, ninguna concentración o mejora futbolística prosperará.
Y, finalmente, Colombia necesita suerte, la que por ejemplo tuvo Paraguay en su reciente asalto victoriosos a la casa argentina: ganó 0-1 con apenas un par de llegadas y se salvó de 14 remates con tiros en los palos y desvíos en la línea de gol.
Cabeza, fútbol, lucha y suerte es el combo para ganarle siempre a Argentina por muy mal que venga, por muy mal que esté.
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de EL TIEMPO
En Twitter: @MelukLeCuenta
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