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Ciclo Olímpico

Zambrano: de correr descalzo a ganar una medalla olímpica

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Esta es la historia del velocista que logró una inédita medalla de plata para Colombia.

Apenas tenía 10 años, pero sus fuerzas de superación para ayudarle a su madre, Miladis Martínez, en los gastos del hogar eran tan enormes como sus mismos sueños de algún día poder regalarle una casa para que viviera tranquila, con sus comodidades y sin ningún tipo de afán.
A Anthony Zambrano no le importó tocar puertas y ofrecerse para manejar un bicitaxi, trabajar como ayudante de construcción o reciclar chatarra. Por la musa de su vida, haría lo que estuviera a su alcance.
El atleta Anthony José Zambrano recoge esas siembras que con amor plantó. En los Juegos Panamericanos logró dos espectaculares medallas de oro: en los 400 metros y los 4 × 400. Y ese mismo año se convirtió en el primer colombiano en ganar una medalla en pista en un Mundial de Atletismo, al ganar plata en los 400 metros. Ahora, logró una de las medallas olímpicas más importantes de la historia del deporte colombiano, una plata histórica.
Zambrano nació en Maicao, La Guajira, el 17 de enero de 1998. Tiene 23 años. Su mamá es quien ha visto por él. No conoció a su padre, lo perdió a causa de la violencia, pero ella trabajó arduamente para sacarlo adelante.
Miladis estudió criminalística y se trasladó a Barranquilla cuando Anthony era muy pequeño. En esta ciudad, sin saberlo, él se iba a convertir en la superfigura del atletismo colombiano.
La situación familiar no era tan fácil. Ella quedó sola y con poca ayuda. Su labor la llevó a no descuidar en ningún momento a su hijo, quien ya puede decir que ve por su mamá.
“Nosotros vivíamos en un barrio de Soledad. Mi mamá no tenía para comprarme esas cosas que yo quería. Allí, un vecino me dijo si quería manejar un bicitaxi, y le dije que sí. Me hacía más o menos 40.000 pesos diarios, y así fue como me compré unos zapatos para el colegio. Yo creo que esta práctica me sirvió para el atletismo, porque desarrollé mucha fuerza en las piernas. Es que yo transportaba hasta tres personas por viaje”, le relató Zambrano a EL TIEMPO.

"Yo creo que esta práctica (manejar bicitaxi) me sirvió para el atletismo, porque desarrollé mucha fuerza en las piernas. Es que yo transportaba hasta tres personas por viaje”.

En otra ocasión, Anthony y unos amigos se acercaron a unas personas que no podían movilizar unos bloques de un lugar a otro en un camión; les dijeron que ellos les hacían el trabajo. Diez mil pesos le pagaron a cada uno por esa extenuante jornada de trabajo, bajo el sofocante calor barranquillero.
Sin embargo, el deporte siempre fue lo suyo. Jugó fútbol, pero el atletismo le ganó por goleada.
“Jugué fútbol, pero no me iba bien. Me recomendaron el atletismo, fui a entrenar, lo probé y me gustó. No me arrepiento”, dijo Zambrano.
Zambrano es fruto de la búsqueda de talentos para el atletismo. En los Juegos Intercolegiados de Barranquilla lo vieron correr, lo seleccionaron, y el hombre se hizo más famoso.
A esta prueba de los 300 metros llegó con mucha ilusión, pero sin mucha preparación. Además, no tenía zapatos para correr y tampoco lo quiso hacer en medias, así que corrió descalzo.
“Recuerdo que mi primera carrera la disputé por mi colegio, María Cano. Participé en los 300 metros y le gané a un chamaco que tenía un pocotón de tiempo entrenando. Corrí descalzo bajo un solazo. Me gané mi medallita y estaba muy contento. Es bueno recordar que mi primera medalla la gané descalzo, con suela de callos”, narró.
Anthony Zambrano

Anthony Zambrano

Foto:EFE

Su tiempo lo llevó a ser el centro de atracción. Ahí fue cuando Juan Carlos Cervantes se fijó en él y comenzó un proceso importante.
Gracias a sus resultados, el joven talento se ganó una beca; sin embargo, su idea de irse para Estados Unidos a estudiar medicina forense no la pudo concretar. La carrera es muy costosa y esa beca poco le cubría.
A partir de ese momento, su vida cambió gracias al atletismo. Ezequiel Suárez, profesor de educación física de su colegio, le recomendó ir a la Liga de Atletismo del Atlántico, en donde coincidió con Orlando Ibarra, su presidente. Con él tuvo mucha afinidad, y desde el primer momento que lo vio quiso explotar ese diamante en bruto.
"Una vez llegó al estadio de atletismo nos dejó maravillados. Comenzó participando en los 300 y 400 metros. Marcaba grandes registros. Era un muchacho humilde, pero con grandes sueños de ganar. No tenía muchos recursos, y ahí decidí regalarle unos tenis para competir. Él fue muy agradecido; aún recuerdo esa cara de felicidad al ver los zapatos. Estaba feliz”, le contó Ibarra a este diario.
En 2015, Zambrano insinuó sus grandes condiciones al llegar a la final del Mundial Sub-18 celebrado en Cali, donde consiguió el séptimo puesto. En la temporada siguiente también fue finalista del Mundial Sub-20, en Bydogoszcz, donde terminó sexto. Y en el 2018 se proclamó campeón suramericano sub-20 en Cuenca, con marca de clasificación para el Mundial de Mayores en Doha (45,19).
El cupo para Tokio lo consiguió hace dos años, en el Meeting Résisprint en Chaux-de-Fons (Suiza), con un registro de 44 segundos 68 centésimas. Y en Doha, en el Mundial mostró que seguía creciendo: rompió la marca nacional y la dejó en 44 segundos y 15 centésimas. ¡Un segundo menos en un año!
Este año, en la semifinal para llegar a la disputa de las medallas en Tokio, Zambrano siguió en pleno progreso: bajó por primera vez de los 44 segundos, paró el reloj en 43,93 y con ello impuso récord suramericano.
“Para yo llegar acá en donde estoy tuve que hacer esfuerzos muy grandes, alejarme de mi familia, entrenar hasta los domingos en tres jornadas, dejar de comer... Es un sacrificio muy importante, pero al final, cuando salgo a correr es rico, satisfactorio”, comentó Zambrano.
Zambrano, amante del reguetón cubano, cumplió su sueño de participar en esa cita que siempre anheló, logró una medalla de plata olímpica y ahora está listo para darle a su mamá la casa que le prometió.
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