Afirman varios viejos maestros de periodismo que el empleo de calificativos, adjetivos, aumentativos y superlativos es, por lo general, una salida fácil a los desafíos de mostrar los sucesos. Sin embargo, hoy su uso es inevitable: no hay otra forma de acercarnos a la magnitud del título de campeón del Tour de Francia ganado por Egan Bernal, ¡y a los 22 años!
Es el primer colombiano en lograrlo, el primer latinoamericano en hacerlo y el más joven en coronarse en la máxima carrera del ciclismo mundial desde 1909...
Hoy resulta imprescindible usar todas las palabras que se puedan para señalar que Egan y su título son grandísimos, que las cualidades del jovencito de piernas de acero son del más alto grado y que la empresa alcanzada es la mayor lograda en la historia del deporte nacional por el valor de la disciplina y de la competencia.
La euforia vestida de amarillo, de oro puro, hace que el corazón hinchado de patria diga que esta también es una victoria de Urán, de Nairo, de Herrera, de Cochise y hasta del ‘Zipa’ Forero, el ‘tatarabuelo ciclístico’ de Egan. Claro que este triunfo es un orgullo nacional y un honor para el ciclismo local por los siglos de los siglos.
–¡Rigo: este triunfo también es suyo y de Nairo! –le gritó en arenga un reportero.
–El triunfo es de Egan, que fue el que ganó –contestó Urán.
–¿Qué opina de esta barra de colombianos que le grita: “¡Se lució, Rigo se lució!?”.
–¿No sé por qué dicen eso? Si no hice un cu...
Rigo, entre chiste y chanza como buen paisa, rompe el fácil discurso políticamente correcto, en medio de su inocultable felicidad por el triunfo inmenso. Es la misma alegría de todo este pueblo que ama a sus ciclistas.
Egan tiene el gen escalador de los escarabajos de todos los tiempos, pero es el ciclista colombiano más europeo de todos: forjado por la escuela italiana y aprendiz juicioso y obediente de los campeones del Tour Chris Froome y Geraint Thomas; guiado por el técnico francés Nicola Portal y el mánager galés Dave Brailsford. Ellos convirtieron a este fenómeno de portentosa capacidad en la bicicleta en un corredor inteligente, táctico, estratégico y obediente. Letal.
Egan ganó, como él mismo lo dijo, su primer Tour: tiene el talento, la disciplina y la edad para coronarse en varios. ¿Cómo no pensar que vencerá en giros de Italia y vueltas a España?
Su triunfo, nacido de su calidad, es el resultado también de una cadena de causas y azares impensada hace tres meses, cuando estaba listo para liderar el Ineos a la conquista del Giro, pero se fracturó la clavícula. Recuperado, llegaba cero kilómetros al Tour como gregario de Froome y Thomas. Y fue Froome el que no compitió por una caída.
Así, fuerte y disciplinado, Egan esperó a que un Thomas más débil le diera luz verde: y se la dio en el Galibier. Allí, dio el primer golpe. Después remató en el Iseran un Tour montañoso favorable, con una contrarreloj corta a la que, a pesar de lo mal que le fue, sobrevivió sin afanes.
Este país contado y novelado entre mariposas amarillas tiene ahora una camisa amarilla de campeón que se levanta desde Francia para el mundo.
Su majestad Egan Bernal ya es leyenda. A partir de ahora tiene todo para construir su mito.
Meluk le cuenta...
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
En Twitter: @MelukLeCuenta
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