La vida le cambió de un momento a otro a Sandra Patricia Gómez. Su amor por el ciclismo, por la bicicleta, la ha llevado a dar giros intempestivos, como el de febrero pasado cuando decidió hacerle frente y retar en un embalaje largo y tedioso al cáncer de laringe, tratamiento del cual aspira a salir con los brazos en alto en señal de victoria.
A sus 45 años, Sandra Patricia sabe que la lucha contra esta enfermedad se debe ganar diariamente; por eso, con la misma furia y mentalidad positiva con las cuales afrontó las diferentes carreras en las que compitió cuando era ciclista profesional y luego de manera recreativa, le pone la cara al cáncer, un mal que azota al mundo y al que quiere derrotar en las sesiones de quimioterapia, primero, y radioterapia, después.
Cuando vivía en Medellín, en el 2015, comenzó el mal. No podía respirar bien, le faltaba el aire, se cansaba entrenando y hasta descansando, por eso acudió al médico, pero el diagnóstico fue alentador en ese momento: asma.
Sandra comenzó a recibir el tratamiento, se llenó de inhaladores, fue a terapias respiratorias y hasta la inyectaron, pero la mejoría era temporal.
Pensó que tendría que vivir toda la vida con el problema del asma y lo asimiló de esa forma.
Sus síntomas empeoraron. La respiración era peor cada día, así que en el 2016 decidió volver al médico. Pidió una cita con un especialista, quien le confirmó que el problema era asma. Adquirió unos inhaladores más caros que los que utilizó anteriormente, pero tampoco mejoró.
Se trasladó de Medellín, a su casa, por petición de sus padres, quienes le decían que el clima caliente le vendría bien, pero su salud cada día era peor.
En febrero de este año, Sandra decidió comenzar de cero con el tema médico. Pidió una cita con un médico general en la EPS y, vaya sorpresa, la médica que la trató le dijo que la remitiría a un otorrinolaringólogo, sencillamente porque creía que no era asma.
Vinieron las tomografías y las radiografías. Ya no solo respirar era un inconveniente grande, sino que su voz se vio afectada. Sandra recogió los exámenes y fue a la cita con el otorrino, quien la envió, de inmediato, sin perder tiempo, con el cronómetro en la mano, a urgencias.

La deportista asegura que, a pesar de todo, disfruta estar calva. Es lo que rescata de su enfermedad y advierte que es la sensación más rica que ha podido sentir.
Instagram de Sandra Gómez
Allí le hicieron una laringoscopia, pero el procedimiento se suspendió porque no podía respirar. Por eso la sometieron a una traqueostomía, y dos días después sí le hicieron la laringoscopia, cuyo resultado fue cáncer de laringe en etapa 4.
Lo tomé con tranquilidad porque hoy en día hay mucho avance en la medicina. A mi familia le dio más duro que a mí
Como si hubiera sido sorprendida por una rival en un premio de montaña, Sandra Patricia no se puso triste, asimiló la noticia con coraje, se paró sobre los pedales de su bicicleta y le dijo al médico que se sometía a lo que fuera con tal de salvar su vida.
“Me sentía tan mal que no me asustó el resultado. Uno es el que siente, y estaba tan mal que esperaba algo así. No esperaba que fuera cáncer, me imaginé que tenía algo más grave que el asma. Lo tomé con tranquilidad porque hoy en día hay mucho avance en la medicina. A mi familia le dio más duro que a mí. Tengo fe en Dios, todo lo he puesto en manos de Él”, dijo Sandra Patricia a EL TIEMPO la semana pasada, poco antes de afrontar su tercer ciclo de quimioterapia.
En primera instancia, los médicos le recomendaron que se operara porque el cáncer había avanzado y la recomendación era sacarle la laringe; pero ella, luego de evaluarlo con su familia, decidió que el mejor camino era la quimioterapia.
El pasado 8 de mayo, Sandra Patricia se sometió al primer ciclo. Un día antes publicó en sus redes sociales este mensaje: “¡Hay que reírse de la enfermedad y tomarnos en serio el tratamiento! ¡Mañana empiezo quimioterapias! ¡Al fin! ¡Ya vamos a empezar a acabar con ese bicho! ¡Ejercicios en casa y caminar! ¡Otra excelente opción para seguir en movimiento! ¡Que nada te detenga!”.
Luego de terminar el ciclo de la quimioterapia se someterá a la radioterapia; después de tres meses le realizarán algunos exámenes, y los médicos dirán qué hacer.
El asunto de los síntomas ha sido duro. Las primeras quimios fueron muy fuertes, no aguantaba los dolores de cabeza y las náuseas, pero con la misma fuerza con la que impulsaba la bicicleta para ganar una etapa ha superado los malos momentos.
“Ya estuve en cita con el oncólogo y el radioterapeuta, dicen que el tumor se ha reducido. Estuve en etapa 4, y la idea del tratamiento es reducir el tumor para que la radioterapia tenga opción de hacer su labor”, declaró Sandra Patricia, quien está rodeada de sus amigos y familiares. Vive en casa de una tía y con una prima.
Sandra Patricia se enamoró de la bicicleta desde muy pequeña. Iba a clases en bici y los fines de semana salía a montar. En los recorridos conoció a unos ciclistas recreativos, quienes hacían parte de la sénior de Bolívar.
Ellos la invitaron a algunas competencias y les aguantó el paso, por lo que se dio cuenta de que el ciclismo era lo de ella y en abril de 1996 decidió dedicarse a ese deporte.
Hacía pista y ruta. Iba al velódromo de Barranquilla, lo cual era un problema por el desplazamiento desde Cartagena, por eso lo que más entrenaba era ruta.
Luego de dos años entrenando, Sandra corrió el Nacional de Ciclismo de Cartagena y ganó medalla de plata en la contrarreloj individual, metal que le dio la oportunidad de integrar el seleccionado nacional en los Panamericanos de Brasil, certamen en el que tuvo una caída y el resultado no fue el que ella esperaba.
Se trasladó a Medellín. El octubre de 1998 empacó maletas, dejó el trabajo que tenía en la Heroica y se fue a probar suerte con la bicicleta a la capital antioqueña.
Un año después, los sacrificios de vivir sin la familia, en una habitación y haciendo rendir los ahorros dieron sus frutos, pues otra vez quedó de segunda en la contrarreloj del Nacional y ganó el oro en la persecución individual.
“Allá hice mi carrera profesional. Medellín, para mí, es una ciudad que me acogió. Representé a Bolívar, al Valle, a Risaralda durante mi carrera; con las uñas me hice ciclista y gané lo que gané”, dijo Sandra.Al hablar se le entrecorta la voz. Tiene que descansar un poco, por eso el diálogo con Sandra Patricia es largo y calmado.
Por instantes recuerda sus logros con la bicicleta. Cambia el tono de la voz cuando se refiera a sus victorias. Son tres las que más recuerda.
La primera, en el 2003, cuando derrotó a Paola Madriñán y a Natalia Mejía en el Nacional de Ruta. La segunda, cuatro años después, en el 2007, cuando con 3 horas, 16 minutos, 55 segundos venció a María Luisa Calle en la competencia de ruta élite de los Nacionales de Neiva, Huila. Esa vez, el bronce fue para Magdaly Trujillo.
Ese mismo año, Sandra formó parte de la Selección Colombia al Panamericano de Ciclismo, y en la carrera por puntos ganó la plata, solo la venció la mexicana Belem Guerrero. La cubana Yoanka González se quedó con el bronce.
“Ahora es cuando pienso que hice las cosas bien. Estudiaba Arquitectura, hice cinco semestres, pero me retiré y trabajé con unos arquitectos haciendo planos, ahí fue cuando dejé todo tirado y me fui para Medellín”, contó.
Pero esa no ha sido la única vez que ha tomado decisiones importantes y drásticas en su vida. Le ofrecieron un contrato con el equipo italiano Pratomagno y no lo dudó dos veces: armó maletas y se fue a vivir un tiempo a Europa.
Corrió en Italia, conoció República Checa y Austria, y le sirvió salir del país porque eso la ayudó a madurar.
“El paso por Italia fue una experiencia linda, enriquecedora. Aprendí mucho de la convivencia, conocí mucho y disfrute mucho por ese país”, señaló.
Anhelo seguir viviendo, disfrutar del deporte y de mis pinceladas. Lo que me pasa es un premio de montaña que estoy comenzando a subir, pero sé que lo vamos a coronar
En el 2010 ‘colgó la bicicleta’, pero en ese tiempo el amor al arte era otra faceta de su vida.
Siempre ha tenido la facilidad para las obras manuales, y le llegó la hora de cambiar. Una vez se bajó de la bicicleta, probó con la pintura al óleo. Sin estudiar, tomó como base lo que veía por internet y se fue puliendo. Pintó cuadros para su casa y seguir aprendiendo.
Le salió un contrato para pintar cuadros para una clínica en Cartagena y en el 2012 expuso en el Congreso de la República.
El ciclismo la volvió a llamar. Era ciclista recreativa y en el 2014 decidió volver a Medellín. Entonces montaba bicicleta y pintaba cuadros, pero esa ‘alegría’ duró poco, porque en el 2015 los problemas respiratorios empezaron a presentarse.
Hoy poco pinta, porque no soporta el olor. Tampoco monta en bicicleta, esperando una total recuperación y ganarle la carrera al cáncer.
Para ella, el deporte ha sido fundamental en este proceso, y lo ha sido porque, como ella misma dice: “Soy adicta a la bicicleta”.
Cuando le diagnosticaron cáncer, lo primero que le preguntó al médico fue si podía seguir montando en bicicleta, pero no lo hace.
Espera con ansias terminar este ciclo de quimioterapia para, al menos, “hacer rodillos en la casa”, según ella misma dice.
Cuando tiene fuerzas, cuando los síntomas de las quimios pasan, le dedica tiempo a caminar, lo único que pueda hacer, hasta el momento.
“De todo esto, aunque suene raro, lo que más disfruto de estar enferma es estar calva, es la sensación más rica que he podido sentir”, señaló con alegría.
Mientras pasan los días y supera las sesiones de quimioterapia, no olvida el ciclismo, la bicicleta, uno de los objetivos por los cuales quiere seguir con vida, por eso pone todo su empeño en el tratamiento.
“Anhelo seguir viviendo, disfrutar del deporte y de mis pinceladas. Lo que me pasa es un premio de montaña que estoy comenzando a subir, pero sé que lo vamos a coronar”, concluyó Sandra Patricia.
LISANDRO RENGIFO
Redactor de EL TIEMPO