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El ciclista que anhela volver a caminar y montar bicicleta
Andrés Pacanchique

Andrés Pacanchique, en el hospital, días después del accidente, con María, su mamá.

Foto:

Archivo personal

El ciclista que anhela volver a caminar y montar bicicleta

Un accidente mientras entrenaba dejó a Andrés Julián Panchique en silla de ruedas.


Las ilusiones de correr una Vuelta a Colombia, de coger un avión, viajar a Europa y ganar una etapa en el Tour de Francia quedaron en el asfalto de la carretera central de la vía Bogotá-Tunja, a la altura del municipio de Tocancipá (Cundinamarca), donde Andrés Julián Pacanchique Ruiz no pudo evitar chocarse contra una volqueta, accidente que le ocasionó serias lesiones en la columna vertebral que lo dejaron parapléjico.

El 27 de abril pasado, Andrés Julián se levantó temprano, se bañó, se enfundó el único uniforme de ciclista que tenía, se puso el casco, se calzó las zapatillas casi nuevas, cogió la bicicleta que había comprado con sus ahorros seis meses antes y salió a entrenar.

Andrés pide ayudaUn accidente en bicicleta lo dejó sin opción de caminar a Andrés Pacanchique.

Un accidente en bicicleta dejó sin opción de caminar a Andrés Pacanchique.

En los primeros días de hospitalización no recordaba lo que pasó, solo sabía que dos días después del percance se despertó en la Clínica Teletón, cerca de Chía (Cundinamarca), con un cuello ortopédico. Intentó mover la piernas, pero no pudo, las extremidades no le respondieron, solo sentía algunos corrientazos.

"Era un ciclista con la ambición de salir adelante, de hacer parte del calendario de la Fedeciclismo y con posibilidades en el exterior, pero eso solo fue un sueño, un anhelo”, le dijo a EL TIEMPO en esos primeros días en la clínica.

Lloró, no pudo asimilar la triste realidad de que no podía mover sus extremidades inferiores. Tuvo problemas para ir al baño, no podía ir solo, tenía que ir acompañado. Tampoco podía comer por sí mismo y no asimiló que debía usar pañales, como un niño.

Los médicos le explicaron lo que pasaba. Su mamá, María Crisanta, no paraba de llorar y de pedirle a Dios que lo recuperara. Su novia, Carol, lo consolaba, mientras que su hermano Sair le decía que le tocaba sacar fuerzas de donde no tenía para superar ese momento.

Con el paso de los días, Andrés Julián, por momentos, comenzó a contar lo que pasó y relató cortamente lo que se le venía a la mente.

Le contó a su mamá que ese día cogió el carril rápido de la vía, solo, sin nadie que lo acompañara. De un momento a otro, vio que un carro adelante paró en seco, él mandó las manos a los frenos de la bicicleta, pero fue tarde, Andrés se fue contra la volqueta, que por poco se choca contra el auto, se encontró de frente con el remolque y quedó debajo del automotor.

El golpe fue en la parte de la columna, atrás, gracias al casquito y a Dios estoy con vida


“El casco me salvó la vida. El golpe fue en la parte de la columna, atrás, gracias al casquito y a Dios estoy con vida”, contó Andrés Julián, de 23 años de edad, quien primero fue llevado al hospital de Sopó y de allí fue trasladado a la Clínica Teletón.
A buscar fortuna

Hace tres años, Andrés decidió coger nuevos rumbos. Se vino a vivir a Bogotá. En la capital de Boyacá trabajaba con su hermano como albañil, pero su idea era ser ciclista, por eso decidió coger un bus y viajar a la capital del país.

Llegó con una muda de ropa y $ 80.000 en los bolsillos para el transporte local. Hizo un curso de seguridad privada y se vinculó a la empresa Seguridad Magistral de Colombia. Poco a poco se ubicó. Ganaba $ 960.000, arrendó una habitación por $ 3’000.000 cerca del Hospital Cardioinfantil, hacía mercado, cocinaba para ahorrarse dinero, lavaba su ropa, y lo que le quedaba se lo enviaba a su mamá.

Hace un año comenzó en el ciclismo, como cicloturista. Cogía su bicicleta todoterreno y se iba por los pueblos cercanos de la Sabana de Bogotá. Conoció unas personas, aficionados al ciclismo, quienes lo invitaron a salir; iban en bicicletas de ruta, pero él montaba su máquina pesada. Le dijeron que le rendía, que ponía buen paso y que probara en el ciclismo, porque le veían capacidades.

Andrés Pacanchique

Andrés Pacanchique descansa en su casa, en silla de ruedas.

Foto:

Archivo personal


No tenía uniforme, salía a entrenar en pantaloneta y camiseta. Con mucho sacrificio, ahorró, reunió $ 2’500.000 y compró la bicicleta de ruta, el uniforme, las zapatillas y el casco. A finales del año pasado, con gran esfuerzo y sacrificio, se graduó como bachiller.

Ingresó a la Academia Colombiana de Ciclismo Fundación Everest, con el profesor Jairo Monroy, quien le dijo que era posible salir adelante, que no lo hacía mal, que requería entrenamiento y disciplina.

El primer día hicieron dos ejercicios de contrarreloj, en el primero quedó de tercero, y eso que no tenía la bicicleta adecuada. Fue un buen tiempo para comenzar.
En abril pasado, ya estaba entrenando juicioso. No cumplía al pie de la letra las directrices de Monroy porque trabajaba, pero trataba de hacer lo mejor posible.

Estuvo en varios registros médicos de la liga, todos los terminó, algunos fuera de control, otros dentro del límite de tiempo. Eso le daba la posibilidad de que aumentara la ilusión.

Con el dinero de la prima de mitad de año planeaba comprar la licencia de la Fedeciclismo para tener más opción de participar en las carreras del calendario nacional, pero no pudo, el accidente lo sacó del lote, le hizo perder la rueda.

Admira mucho a Nairo Quintana, no lo conoce personalmente, y se emocionó tanto que hasta lloró el día que su paisano ganó la etapa del Giro de Italia en el Blockhaus.

“Fue triste verlo, porque ese día se levantó y me dijo que prendiera el televisor. Vio la etapa y hasta lloró”, dijo María Crisanta, quien agregó que en medio del dolor, Andrés animaba a Nairo.

A la familia Pacanchique Ruiz los abandonó su padre. María Crisanta levantó como pudo a sus tres hijos: Sair, Marcela y Andrés. Trabajaba como empleada en casa de familia o hacía aseo en algunos restaurantes de Tunja, algo que ya no puede hacer, porque vive las 24 horas para su hijo.

“Me acuerdo que cuando prestó el servicio en Chita (Boyacá) duró 18 meses. Le fue bien. Cuando se fue a vivir a Bogotá, me dio muy duro, pero este accidente y verlo así es mucho más duro”, dijo María, en medio de las lágrimas.

Ella, inconsolable, ve cómo este momento que vive su hijo es el más difícil de su vida,
por eso pide la ayuda de la gente.

“Ahora estamos mal. Pasamos por una situación bien difícil, económicamente estamos mal. No me esperaba esto. El sueño de Andrés era salir adelante, era el que más me ayudaba y ahora no puede”, declaró.

Andrés Julián tiene un gran apoyo aparte de su familia: su novia Carol Vargas, quien desde que supo la noticia no se ha despegado de él.

Andrés Pacanchique

Andrés Pacanchique acompañado de Carol, su novia.

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Archivo personal


Ella ha sido muy importante en la recuperación, es quien lo acompaña en la casa en Tunja y la que ha salido corriendo a llevarlo al Hospital San Rafael. Varias veces les ha tocado ir de urgencias, en algunas ocasiones por infecciones y en otras debido a los trombos en los pulmones que lo han tenido al borde de la muerte.

Andrés sabe que el momento no es fácil, que preferiría sufrir subiendo la Línea o el alto de Letras en bicicleta, pero tiene la firme convicción en Dios y en los médicos de que saldrá adelante y algún día volverá al ciclismo.

“Anhelo levantarme de la cama, pasar a la silla, luego al caminador, soltarlo y subirme a la bicicleta”, dijo con la voz entrecortada.

Lisandro Rengifo
Redactor de EL TIEMPO
​@lisandroabel

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