Algo muy claro dejó el resultado final del Gran Premio de Baréin: que el auto de la célebre e histórica Ferrari, conducido por el alemán Sebastian Vettel, será un rival de cuidado y que, gracias al trabajo de equipo, la escudería del Cavallino Rampante le dará una dura batalla en la disputa del campeonato a la sólida Mercedes.
Y eso se desprende del triunfo de Vettel, quien, con la victoria en Baréin, alcanzó su segundo triunfo en esta temporada en el Mundial de Fórmula 1, tras el conseguido en Australia, en la que además dio un recital en el moderno circuito de Sakhir, y relegó a los otros dos lugares del podio al inglés Lewis Hamilton y a Valtteri Bottas, quienes lucharon pero fallaron en la estrategia de equipo.
Además, Vettel, en el GP de Australia, la primera carrera de esta temporada, puso fin a 18 meses de sequía para él y su escudería.
El piloto alemán cruzó la línea de meta con 6,6 segundos de ventaja sobre Hamilton, quien además fue sancionado con cinco segundos por dificultar el avance de Daniel Ricciardo cuando los carros entraron al pit lane en la vuelta 14 luego del accidente entre Carlos Sainz y Lance Stroll.
Si en Australia había que poner la victoria de Vettel y Ferrari en espera, la de ayer no hizo sino confirmar que el corredor germano es un claro aspirante al título y que Hamilton ya no disfruta de tanta diferencia a su favor como la que tuvo en los últimos años.
En el fondo de la carrera, el español Fernando Alonso intentó obrar el milagro de acabar su primera carrera, pero en la penúltima vuelta el motor de su McLaren se rompió.
El asturiano llegó a rodar en la undécima posición durante la carrera, pero, una vez más, acabó resignado antes de tiempo.
“Nunca había conducido un auto tan bajo de potencia”, expresó después del abandono el piloto, que ahora cuenta los días que le quedan, como lo anunció, para correr las 500 millas de Indianápolis, prueba que le servirá para tomar un aire.
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