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Dos vidas acabadas por el odio
Andrés y Oriana

Jóvenes asesinados por la intolerancia de su orientación sexual.

Foto:

Cortesía de sus familiares

Dos vidas acabadas por el odio

Un hombre gay y una mujer trans fueron víctimas de la intolerancia. 

En Bogotá, Ángela López se pregunta por qué. En Sincelejo, Mirlena Otero se pregunta por qué. Dos mujeres, dos mamás que perdieron a sus hijos: un hombre gay y una mujer trans. Las presiones sociales en un lugar o en otro son las mismas. La intolerancia es una realidad que conduce al odio, y de allí a los crímenes.

Ángela y Mirlena son mujeres valientes, endurecidas por los dolores del parto, la crianza y la muerte; pero sus ojos son espejos de sentimientos hechos nudos gordianos. “Las cicatrices del alma nuncan sanan cuando te matan a un hijo”, dice Mirlena.

La historia imborrable de Andrés está en un diario

Andrés Felipe Lesmes López tenía 20 años, cursaba tercer semestre de Historia en la Universidad Nacional y vivía con su mamá y sus dos hermanos menores en un apartamento en Suba, Bogotá. El sector no les gustaba mucho y, aunque la situación económica no era la mejor, habían decidido mudarse a otro barrio a partir del año siguiente. Era diciembre de 2005.

Andrés Felipe Lesmes

Fotografía de Andrés Felipe Lesmes López

Foto:

Cortesía

Esa Navidad la pasaron con la familia materna, en medio del cariño y la alegría que tiende a contagiar a medio mundo durante esa época. Andrés era el “pegante” de la familia, esa persona que lograba organizarlos, reunirlos y sentarlos a compartir en un mismo espacio. Como su mamá, Ángela, tenía un carácter fuerte (lo que a veces desesperaba a muchos de sus seres queridos), era un escritor asiduo y amaba leer. Carlos, su hermano, lo consideraba un ejemplo a seguir a pesar de las típicas peleas que entre ellos surgían y de que Andrés le robaba sus chistes de vez en cuando.

El 26 de diciembre Andrés y Ángela salieron a mirar apartamentos y a caminar por la ciudad. Ella es una comunicadora social que trabaja como profesora de bachillerato y asumió la formación total de sus hijos mientras vivieron en Boyacá. Andrés la describió en su diario, dos meses antes de morir, como “sin duda la mejor amiga que tengo. Custodia de mi amor eterno”.

Fueron Ángela y Carlos quienes encontraron a ‘Pipe’, como le decían, esa tarde del 27 de diciembre lívido sobre su cama, con las manos amarradas y un cinturón alrededor del cuello. Tres personas entraron la noche anterior a su apartamento a tomar con él y salieron de madrugada sin mediar palabra, sin que nadie conociera su identidad. Ni Carlos ni Ángela estaban esa noche y fue solo hasta el día siguiente que se dieron cuenta de la atrocidad que aquellos desconocidos cometieron contra Andrés. “¿Por qué, por qué lo mataron?”, se pregunta Ángela con la voz llena de rabia y dolor. “¿Por ser gay? ¿Esa es una razón? ¿Por qué mi bebé tenía que sufrir?”.

El triste final de la reina 

Mirlena fija su mirada en un punto indeterminado, seguro en la procesión que lleva por dentro. “Soy la mamá de Oriana Nicole Martínez Otero, una chica trans que fue asesinada en La Guajira (en la región Caribe de Colombia) el 17 de agosto del 2016”.

Su relato comienza y se quiebra cuando repasa las fotografías de un álbum amarillo. Bautizó a su hijo como Rody Armando Martínez Otero. En las fotos, el niño rubio luce sonriente en la humilde casa en Sincelejo, en las calles, en la playa. En otra imagen, el chiquillo está desnudo, entonces ella empieza a desnudar sus recuerdos.

“No sé el motivo por el cual yo no me daba cuenta, quizás por el trabajo o porque yo era la mamá y no lo quería aceptar”. Mirlena se refiere a la condición sexual que comenzó a aflorar en el chico con el gesto de ponerse los vestidos de su hermanita Cristel. “Como era mi hermano, no tenía la capacidad de entender las cosas todavía”, dice Cristel, de 31 años.

Video Oriana la Reina Trans

Fotografía de Oriana Nicole Martínez Otero.

Foto:

Cortesía

Mirlena habla de que la vida no fue fácil, pero acabó por aceptar lo que no podía cambiar. Lo vio por primera vez vestido de mujer a la edad de 16 años. Recorrió ciudades como Cartagena y Medellín buscándolo para que volviera a su hogar, donde estaría protegido. “Pero él era como era, quería andar, recorrer el mundo. También olvidar los dolores de haber perdido a un gran amigo, Marcos Téllez, también trans. Se hacía llamar Karina y fue asesinada en Corozal”.

“Mi hijo sufrió. Oriana sufrió”, dice Mirlena. Para ella, el dolor aún es tan intenso que le genera confusión al expresarse. “Y no porque no la reconociera como ella quería. Es que soy la mamá y para mi fue Rody y también fue Oriana”. Baja la mirada, otra vez llora.

La vida de Oriana siempre fue agridulce. Primero, estigmatizada. Pero poco le importó. Montó su salón de belleza en Sincelejo. Se mudó a Medellín. A rastras volvió a Sincelejo, donde fue escogida como reina trans, y luego se fue a Valledupar y Riohacha, y en esta última ciudad encontró la muerte. Se puso una cita a ciegas con un hombre y la hallaron acuchillada.

En el pasado, Oriana Nicole había sido desplazada por un grupo paramilitar en Sincelejo que amenazaba a trans y a trabajadoras sexuales que se ubicaban en la vía El Maizal. Según datos del Observatorio del Centro Nacional de Memoria Histórica, 142 personas LGBT fueron asesinadas en el marco del conflicto armado colombiano. Oriana Nicole siempre se sobrepuso a la adversidad. Al final, la esperanza y fe en lo que decidió ser no fue suficiente para vivir.

Una realidad galopante, que duele
En San Marcos odian a las personas LGBTLa abuela Karina relata el dolor de haber perdido a su nieto que quería ser mujer.

En en San Marcos, Sucre, la muerte de Karina es un ejemplo de la intolerancia hacia la diversidad sexual.

Wilson Castañeda, de la organización civil Caribe Afirmativo, asegura que de cada 10 homicidios que se presentan contra las personas LGBT, solo en 4 la Fiscalía avanza en la investigación para identificar si hay prejuicio y en los otros 6 hace caso omiso a la orientación sexual o identidad de género de las víctimas.

Castañeda relata un caso que marcó el punto más alto de estos crímenes cometidos con odio. Los hechos ocurrieron en 2015 en San Marcos, donde el tema se habla en voz baja.

Asesinaron a 3 personas trans, dato que se sumó a las estadísticas macabras contra la comunidad LGBT en el Caribe. Relata Castañeda que 5 miembros más fueron acribillados en el Atlántico, 2 en el Cesar, 2 en Córdoba y 2 en el Magdalena. El balance final al considerar la orientación sexual de las víctimas es 7 hombres gais, 5 mujeres trans y 2 lesbianas.

Las fronteras que delimitaron el prejuicio se tiñeron de muerte, pero sobre todo de silencio. Los crímenes contra LGBT resultan ser sombras en distintos lugares de Colombia, producto del miedo a la denuncia.

UNIDAD DE DATOSReportaje 'A nadie le importó'

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