La trayectoria vital de Ludwig Wittgenstein es tan singular y misteriosa como su obra, que todavía tiene a los estudiosos quemándose las pestañas para tratar de descubrir el sentido último de sus afirmaciones.
Nació en la Viena de 1889, en la familia adinerada de un industrial austriaco; debió enfrentar, como sus hermanos, el carácter autoritario de su padre, quien quiso que todos sus hijos estudiaran para ser ingenieros industriales como él, infructuosa y lamentablemente. Dos de los hermanos mayores de Ludwig, Hans, músico, y Rudolf, hombre de teatro, tomaron su destino en sus manos en contra de los designios trazados por su padre para ellos. Ambos se suicidaron.
Viena bullía como epicentro de intelectuales. Su hermana, dotada de gran talento musical, fue el centro reuniones familiares a las que asistían Brahms, Mahler, Richard Strauss, entre otros.
Ludwig sí estudió ingeniería. Pero su pasión por la filosofía y las matemáticas lo llevó a Cambridge (Inglaterra), donde, a los 22 años, se comenzó a formar con el famoso matemático y lógico Bertrand Russell, lo cual determinó la orientación de su pensamiento hacia un mundo de rigor absoluto que buscó dejar de lado los afanes metafísicos de los filósofos que lo precedieron.
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“Lo que se deja expresar debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar, es mejor callar”.
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Luego de Cambridge, al comenzar la Primera Guerra Mundial, en 1914, Wittgenstein volvió a Austria, se alistó en las filas de su país y permaneció prisionero en Italia entre 1917 y 1919. Por esta época escribió la única obra que publicó en vida, Tractatus logico-philosophicus. En ella se fundamenta la fama que lo acompañó hasta su muerte, en Cambridge, en 1951. Este trabajo constituye lo que se llama el primer Wittgenstein, y su contenido revolucionó el pensamiento.
La primera edición, que él llamó ‘pirata’ por la cantidad de errores que tuvo, fue publicada primero en el número final de una revista de filosofía. Publicarla en libro fue una tarea de titanes que no llegó a desalentarlo, pero lo logró en 1922 en Inglaterra, con la ayuda de Russell, en una época en la que se convirtió en maestro.
La segunda etapa de su obra, titulada Investigaciones filosóficas, en la que revisa y en muchos casos contradice lo dicho en la primera, no llegó a verla publicada.
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Filósofos que harán su próxima aparición:
Pitágoras: 30 de noviembre.
Arthur Schopenhauer: 7 de diciembre.
Martin Heidegger: 14 de diciembre.
Baruch Spinoza: 21 de diciembre.
FRANCISCO CELIS ALBÁN
EDITOR EL TIEMPO
@franciscocelis8