Hasta hace unos años, era posible encontrar a Justo Valdés en las playas de Bocagrande vendiendo gafas de sol a los turistas. Aunque parece que lo admiran más en Europa, por los 16 discos que ha hecho con Son Palenque, aún hoy tiene que recurrir al rebusque en Cartagena.
Valdés es el líder de la agrupación que marcó el sonido de la música palenquera desde su fundación, en 1979, y que ha hecho un amplio aporte a las bases y la cultura de la champeta.
Con un estilo musical arraigado al lazo ancestral entre Colombia y África –que se afianzó en el sonido popular de los años 70 con la llegada de los vinilos–, Son Palenque se encuentra promocionando su nuevo trabajo discográfico, que lleva como título ‘Kutu Prieta pa Saranguia’ (‘Fuerza negra para gozar’), un álbum con 12 canciones que navega entre distintos géneros y que se puede encontrar en las plataformas musicales de ‘streaming’.
“En este trabajo se pueden encontrar bullerengues, chalupas y champetas. Además, hicimos la maqueta de una música comercial tradicional africana, sin perder la tradición de San Basilio de Palenque”, cuenta el cantante a EL TIEMPO, en entrevista telefónica.
Movidos por el poder de los tambores y la terapia, Enrique Tejedor, Luciano Torres y los Valdés: Justo, Pánfilo y Tomás empezaron ensayando en un colegio en el que su padre, Cecilio Valdés, ‘Atole’, trabajaba como vigilante.
Temas como ‘El palo’e mamón’ y ‘Aloito pio’ consolidaron su sonido y su estilo musical, pero es con la champeta ‘El sapo’ que formó todo un movimiento de culto en Cartagena, cuando se empezaron a formar los primeros sistemas de sonido conocidos como picós.
Valdés nació en una familia donde la música era el sustento principal de su hogar. Gracias a su tío José, el popular ‘Simancongo’, cantante del Sexteto Tabalá, y su padre, Cecilio Valdés, aprendió a interpretar instrumentos típicos de San Basilio de Palenque, su tierra natal.
El lumbalú, el bullerengue, la chalupa y la champeta son estilos que han marcado su trabajo desde el inicio.
“Dependo de cuatro etnias diferentes de África, porque San Basilio de Palenque, el primer pueblo libre de América, fue fundado por Domingo Benkos Biohó, un africano de Angola que fue atrapado por los españoles para la construcción de la muralla y de ahí nace la lengua afrocolombiana, bantú”.
Fue un día, en el Festival de Música del Caribe, cuando Valdés le pidió el favor al presentador Armando López Buendía que lo dejara cantar una canción.
La de ahora ya no es champeta sino que es champeta urbana. La cambian con ritmos diferentes, más lento o más movido
“Le insistí para cantar una canción y salimos cantando varias. Después de eso, pudimos grabar nuestro primer disco”, recuerda.
Para el músico, “la de ahora ya no es champeta sino que es champeta urbana. La cambian con ritmos diferentes, más lento o más movido.
Hoy, Valdés trabaja dictando clases de música en varios colegios de Cartagena.
El nuevo disco, producido por el sello Palenque Records –con el que ya había editado ‘Afrocolombian Sound Modernizers’, que tuvo eco internacional–, contó con invitados como Mario Galeano (director de Ondatrópica), Franklin Montaño, Pedro Ojeda, Franklin Tejedor y el legendario arreglista y saxofonista Michi Sarmiento, quien participó en proyectos con Joe Arroyo y hoy hace parte de Ondatrópica. Hoy es considerado uno de los músicos más importantes de la costa Caribe colombiana.
Sobre su participación en el disco, el saxofonista recuerda: “Estuvimos grabando en Bogotá. Hice unos arreglos de champeta con el saxofón”.
Hoy, Michi Sarmiento aspira a emprender con Son Palenque una gira internacional que los lleve con esta música bañada de África.
Con instrumentos como el bajo, la guitarra eléctrica y la batería, Son Palenque le apuesta a llegar a un nuevo público, más amplio, con el que su música tenga un mayor reconocimiento porque, como afirma Justo Valdés, “nadie es profeta en su propia tierra”, demostrando que hay “fuerza negra para gozar”.
MARÍA ALEJANDRA KARPF
Para EL TIEMPO
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