Ocho años tuvo que esperar el legado de Paco de Lucía para recibir un homenaje a la altura del celebrado el sábado pasado en el Teatro Real de Madrid, con parte de lo más reconocido del mundo flamenco hincado de rodillas ante su figura, quebrándose la garganta o reventándose las suelas.
John McLaughlin, Al Di Meola, Sara Baras, Miguel Poveda, Niña Pastori, Farruco... Más de una treintena de artistas con los que compartió carrera o a los que sirvió de faro para alumbrar nuevos caminos participaron en este evento titulado Infinito, con lleno completo.
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Dos circunstancias más subrayaban el cariz especial de la cita: por un lado, que haya sido elegida para cerrar la sexta edición del Universal Music Festival y que fuese una propuesta de la Fundación Paco de Lucía, presidida por su viuda, Gabriela Canseco. Sin embargo, la familia del músico dice que hay muy poco apoyo institucional para divulgar el gran legado del más reconocido guitarrista del flamenco.
Había otro aliciente, el recinto, porque en una pensión muy cerca del Real vivió de niño el homenajeado con su padre y su hermano Pepe, cuando fueron a probar suerte a Madrid como artistas, sin saber que algún día sería él el primero de este género que abriría sus puertas de par en par a este arte.
En uno de los muchos videos de recuerdo proyectados se ratificaron su virtuosismo y “su aporte impagable a la música. Yo no me habría dedicado a esto de no ser por él”, dijo el que fuera su gran amigo, Alejandro Sanz, en un mensaje grabado.
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Con siete cantaoras, Farruco fue el encargado de abrir la velada con su zapateado hipnótico, seguido por la voz honda y elegante de la portuguesa Mariza y la guitarra de Josemi Carmona para explorar los puntos de encuentro con el fado, relevados después por otro grande de las seis cuerdas, Antonio Rey.
“No hay sensación como la del escenario”, reflexionaba en uno de los videos el propio Paco de Lucía, en el que se le oyó decir cómo su nombre artístico, un tributo a su madre, le venía desde la infancia, cuando en su Algeciras natal no lo llamaban Francisco Sánchez (su nombre real) sino “Paco el de Luzía, la portuguesa”.
Esos pequeños fragmentos recuperados permitieron rememorar su amor por la guitarra, a la que se dedicó por timidez.
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En el homenaje también estuvo Miguel Poveda. “En este Teatro Real se le acogió con recelo, porque lo que entonces ignorábamos es que teníamos en él a nuestro Mozart o Beethoven y que, gracias a aquello, ahora otros podemos visitar los grandes teatros del mundo”, recordó el cantaor catalán.
La presencia de Al Di Meola en el homenaje se debió a que fue él quien hace casi 50 años lo introdujo en el jazz, tras grabar Mediterranean sundance, que tocó con Antonio Sánchez.
El cante reconocible de Niña Pastori ('Te he de querer mientras viva') cerró este homenaje, considerado un acto de respeto a la guitarra huérfana de ese genio que llevó el flamenco por el mundo.
EFE
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