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Música y Libros

Mario Mendoza y la distopía en cómic que anticipó la pandemia

Kaópolis, gobernada por una élite corrupta, es una ciudad contaminada, sucia, distópica, en la que muchos de sus ciudadanos tienen que usar máscaras antigás o vivir en las cloacas para poder sobrevivir.

Kaópolis, gobernada por una élite corrupta, es una ciudad contaminada, sucia, distópica, en la que muchos de sus ciudadanos tienen que usar máscaras antigás o vivir en las cloacas para poder sobrevivir.

Foto:Cortesía Keco Olano

Él y el diseñador Keco Olano son los autores de El último día sobre la Tierra y de Mysterion.

User Admin
¿Cómo podemos tener esperanza cuando los datos que nos asedian no hacen más que evidenciar un futuro oscuro en el que la ambición de unos cuantos se sobrepone a las necesidades de muchos, y los escudos de quienes se suponen deben defender a los ciudadanos no hacen más que defender esas ambiciones? ¿Cuando el aire es cada vez menos respirable y las capas de esmog pareciera que se endurecen al tiempo que los mares se cubren de mantas asfixiantes de plásticos? ¿Cuando el hambre es el pan de cada día? ¿Cuando nos acechan virus mortales? ¿Cuando…?
Mario Mendoza y Keco Olano no tienen mucha esperanza y esas mismas preguntas las recogen de la realidad para plasmarla en un mundo ¿distópico?, o por lo menos en una serie de cómics, la de El último día sobre la Tierra, y la trilogía Mysterion, de la que se publicó el año pasado el primer número: la novela gráfica Kaópolis, y el segundo se publicará en el primer semestre de 2021.
En esta serie de cómics, casi que de una forma premonitoria, Mendoza y Keco traen varias historias, enmarcadas en Colombia, que generan la pregunta de qué tan ficción son. No más leer la descripción de Kaópolis lleva a pensar si es una síntesis de una ciudad como Bogotá: “Kaópolis, gobernada por una élite corrupta, es una ciudad contaminada, sucia, distópica, en la que muchos de sus ciudadanos tienen que usar máscaras antigás o vivir en las cloacas para poder sobrevivir. Y en uno de sus distritos más miserables, un hombre empieza a predicar un mensaje inquietante: todos somos iguales”.

Sobre este libro se dice que es una historia de una distopía; sin embargo, lo que me parece es que es una historia sobre la realidad...

Mario: Mira, Simón, yo creo que todo el proceso creativo funciona bien con Keco porque tenemos una visión del mundo compartido. Eso es fundamental. No puedes crear de esta manera si no tienes una empatía a ese nivel. La mayoría de las personas tienden a crear una esperanza y esa esperanza es la que de cierta manera te permite una adaptación al medio y sobrevivir. Digamos que la esperanza es casi un mecanismo biológico de supervivencia porque uno dice: ‘¿cómo es posible que ante tantos datos que son abrumadores, desconcertantes y demoledores, la gente siga trepada en la idea de la esperanza? ¿Cuando los datos no pueden ser peores?’.
Entonces, para uno tener esperanza tendría que tener datos para sustentarla, es decir, por poner un ejemplo, que le dijeran a uno que en los últimos cinco años hemos contaminado menos; o si las cifras nos indican que tenemos menos basuras y está bajando la contaminación ambiental. Pues ahí uno dice, listo, ‘subámonos en el tren de la esperanza’. Pero resulta que las cifras son demoledoras: los océanos no pueden estar peor, la capa de ozono ni se diga, nos seguimos reproduciendo... Entonces toca enfrentar una verdad que es terrible y es que dejemos la esperanza a un lado y seamos mucho más realistas, enfrentemos lo que está sucediendo, y eso fue lo que hicimos Keco y yo. Nosotros tenemos una imagen de lo que se avecina bastante siniestra.

Justamente la contaminación es un tema bastante evidente en los cómics, en Kaópolis hay una capa de esmog que lleva a refugiarnos en las montañas...

Keco: A mí me impresionó mucho que cuando estuve en Pekín, la capa de esmog no permitía ver el sol. Era una pasta casi que homogénea que se extendía sobre toda la ciudad. Entonces viendo eso y lo que pasaba en Nueva Delhi, ya la contaminación en las ciudades se estaba volviendo un problema sanitario bastante extremo. Ahí fue cuando empezamos a imaginarnos que si en Bogotá una capa de esmog se asentara en las partes más bajas de la ciudad, esto lo que haría sería que la población migrara buscando altura en los cerros orientales. Esta dinámica llevaba a que un problema medioambiental empezara a generar o a incrementar un problema social, sobre todo de desigualdad social en el cual se empieza a edificar uno sobre otro en busca del aire.
Esto es una imagen demasiado apocalíptica, demasiado fuerte, ver cómo nos empezamos casi a pisar unos a los otros en busca de las partes más altas en busca de oxígeno. Y, por consiguiente, viene el segundo símbolo de la desigualdad social que es la construcción de un muro. Entonces, tenemos las zonas marginales de la ciudad asentadas sobre la capa de esmog, luego una segunda ciudad que se va dividiendo por distritos, donde está la gente todavía en un nivel intermedio huyendo de esa contaminación, y luego está ese muro. La población está casi que entre el muro y la contaminación y la población dominante que está en las esferas altas. Hay toda una dinámica no solo alrededor del aire, sino también del agua. La población que está en los estratos inferiores debe también saquear las tuberías de suministro de agua para poder conseguir agua pura.
Este hombre misterioso, extraño, que acaba de llegar de la India, organiza un grupo de resistencia civil con los humildes y marginados.

Este hombre misterioso, extraño, que acaba de llegar de la India, organiza un grupo de resistencia civil con los humildes y marginados.

Foto:Cortesía Keco Olano

La ficción a veces es tan premonitoria que da miedo...

Mario: En la medida en que nos adentramos en la distopía hicimos un experimento en tiempo real que fue tremendo y fue calcular que teníamos tiempo para la anticipación.
Mi cálculo como guionista es que esto iba a estallar entre el 2023 y 2025, entonces yo dije: ‘alcanzamos a publicar la trilogía y la colección de cómics y la gente se va a sorprender. Y ahí van a decir: ‘Wao, ¿qué es esto? Se está cumpliendo lo que estos tipos nos dijeron en este trabajo gráfico’. Pero resulta que el tiempo se aceleró y no pudimos calcular la falla del experimento. No pudimos medir la velocidad de lo real. Recuerdo en mi época académica la frase de Lucien Goldmann, con el estructuralismo genético, decía: “La forma se rompe al chocar con la vida”. Eso significa que uno en el arte puede dar forma, pero en la vida es imposible. Uno dice voy a hacer esto de tal forma, de tal otra... y 

¿Los cómics los tenían antes de la pandemia y de las marchas?

Mario: La forma de la anticipación se chocó con la vida, con el azar y no pudimos controlar eso, y cuando menos lo pensamos estábamos terminando Kaópolis, y como lo acabas de decir con enorme claridad, cuando estábamos cerrando y a punto de entregar a la editorial, estalló el 21 de noviembre y nos encontramos en la calle. Yo llamaba a Keco y tomaba fotografías de la policía y cuando salió la primera línea que se enfrentaba al Esmad... cuando murió Dilan Cruz yo estaba a pocas cuadras. Yo me estaba quedando en un hotel del centro para estar en la mitad del fragor de la batalla y llamaba a Keco permanentemente, tomábamos imágenes y le decía: ‘esto ya está en Kaópolis’. Y en los cómics nos sucedió lo mismo. En uno ya hay una pandemia y la gente usa tapabocas. Y los dos que vienen ahora, que no son porque los hubiéramos armado ahora durante la pandemia, están escritos desde hace más de un año.
Entonces es un experimento de anticipación en tiempo real y yo creo que poca gente en el mundo del arte ha tenido la posibilidad de experimentar de esa manera como lo estamos haciendo nosotros. Es fascinante pero también aterrador. Se han muerto personas cercanas a nosotros en mitad de la pandemia y ver que hacen fosas comunes y enterarnos de eso no deja de ser macabro y doloroso, pero ahí vamos y hemos decidido que necesitamos terminar el proyecto.

Yo pensé que la escena del tapabocas la habían hecho durante la pandemia...

Keco: Nosotros estábamos trabajando tres cómics simultáneamente, y entre esos estábamos haciendo dos en específico sobre una pandemia. Cuando los estábamos trabajando, empezamos a buscar los referentes acerca de una pandemia, apenas había empezado el brote en China. No teníamos ningún punto de referencia cercano. Buscamos sobre la gripe española y los hacinamientos en los hospitales en esa época.
Empezamos la investigación de cómo podríamos afrontar en Bogotá una pandemia, cuál sería el lugar más idóneo para generar una infraestructura que pudiera responder a esto. Fuimos al Hospital San Juan de Dios, hicimos una maqueta del predio, hicimos zonificación de hospitales, de carpas hospitales. En esos momentos era algo desconocido, lentamente empezó a expandirse el virus en China. En los próximos números que salen del cómic se evidenciará más el tema de la pandemia.

Kaópolis es Bogotá en el futuro…

Keco: Cuando uno está ilustrando imágenes que en su momento veía como ajenas, de un futuro próximo pero, de alguna manera, no tan cercano, y ahora ve cómo esas imágenes son reales y empiezan a afectar a todo el equipo de ilustraciones, eso va cambiando la manera como se van generando estos libros.
Yo creo que hay una energía en los personajes, unos colores, unas dinámicas que no se veían en las primeras publicaciones porque ya hay un dolor metido en esos dibujos, eso es lo que está pasando ahora. Cuando hicimos Satanás, el ejercicio era recrear una ciudad de hacía 35 años, era una reconstrucción, era un ejercicio de investigar archivos históricos, material audiovisual, inclusive visita de campo, investigar planimetría... era un tipo de investigación para reconstruir una ciudad.
Pero en el momento en que empezamos a anticipar el ejercicio es diferente porque uno empieza a cuestionar las problemáticas actuales urbanas de sobrepoblación, contaminación, movilidad, toda la segregación social, empezamos a especular cómo puede construirse una ciudad con todos estos problemas. Creo que eso es lo contundente que tienen estas historias y es que van a impactar sobre las personas porque van a ver que hay algo muy honesto, que se hizo un trabajo que tardó años en darse y que no era fortuito el hecho de que ahora nos hayamos anticipado a los hechos que ahora están pasando.
En los siguientes dos volúmenes de esta trilogía llamada Mysterion, en medio de grandes catástrofes climáticas y sociales, sabremos qué les sucedió a los discípulos del predicador.

En los siguientes dos volúmenes de esta trilogía llamada Mysterion, en medio de grandes catástrofes climáticas y sociales, sabremos qué les sucedió a los discípulos del predicador.

Foto:Cortesía Keco Olano

Mario, usted dice que la esperanza es una herramienta biológica de supervivencia, pero que en este cómic tratan de ser muy realistas; sin embargo, al comienzo de este
hay una luz... Al fin, ¿dónde queda la esperanza?

Mario: No lo sé, nosotros hemos hablado largamente sobre el tema con Keco. Yo lo que creo es que uno puede resistirse en lo minoritario. Y eso es lo que estamos haciendo nosotros, una demostración de resistencia creativa en medio de la desesperanza y desilusión total. Pero en lo macro, nosotros no vamos a poder cambiar absolutamente nada, pero sí podemos dejar un testimonio creativo de lo que estamos viviendo. Cada uno de nosotros puede resistirse de alguna manera y yo creo en eso, creo en esa resistencia minoritaria.

¿Cómo van a ser esas próximas historias que van a sacar?

Mario: Se viene un libro que es Los fugitivos, que es la historia de los discípulos de Kaópolis que van a tener que enfrentar un mundo en caos permanente, en sociedades que colapsan... Y sobre ese capitalismo que pasa de la productividad a un capitalismo del consumo y finalmente a un capitalismo depredador que traerá consecuencias fatales. La cantidad de migrantes climáticos van a incrementar de una forma desbordada. Lo que vamos a ver es un caos progresivo, no vamos a tener la posibilidad de organizar, ese momento ya pasó y no lo hicimos. La línea de entropía va a crecer. Va a haber un comportamiento tribal. Eso significa pura prehistoria, es como un retorno, no estamos avanzando, no hay una línea de tiempo de progreso, lo que hay es un círculo que se va cerrando. En realidad vamos hacia la prehistoria.
Simón Granja Matias 
Redacción Domingo
Twitter: @simongrma
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