El debate lo puso la bloguera española Yolanda Domínguez cuando calificó al cantante colombiano de reguetón Maluma, sin rodeos, como “machista y misógino”. El motivo: sus letras, especialmente la de la canción ‘Cuatro babys’.
Pero si de letras se trata, el machismo ha sido transversal a muchos artistas y géneros desde hace varias décadas.
Domínguez, quien escribió contra Maluma en un blog de ‘El Huffington Post’ por su participación como asesor en la versión española del programa de televisión ‘La Voz’, señala que “este ídolo de masas, cuyas letras se cantan y bailan en todas las discotecas, es uno de los ejemplos de masculinidad que hoy reciben los adolescentes”.
Agrega que su canción –‘Cuatro babys’– es “toda una apología a la violencia hacia las mujeres que las describe como meros cuerpos intercambiables y disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado, irrefrenable e incontrolable de los varones”.
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Estos son algunos fragmentos de la canción citados por Yolanda Domínguez: “Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero”; “Tú tienes todas mis cuentas de banco y el número de la Master Card. Tú eres mi mujer oficial”.
El cantante, sin dejar claro si se refiere a la polémica desatada por Domínguez, escribió la semana pasada en su cuenta de Instagram: “Por una cosa o la otra siempre te van a juzgar, solo haz lo que te salga del corazón, lo que te haga feliz. Si hablaron de Jesucristo, ¿por qué te sorprendes cuando hablan de ti?”
El pasado jueves, Maluma volvió a ocupar el centro de las redes sociales por cuenta de la etiqueta que se volvió tendencia #MalumaEsMejorQueJohnLennon. La discusión tenía que ver, por supuesto, con el aniversario 36 de la muerte del legendario beatle. Además, fue la oportunidad para recordar líneas del cuarteto de Liverpool tan polémicas como esta: “Prefiero verte muerta, pequeña niña, que con otro hombre”; o esta: “Tengo que decirte algo que te puede doler: si te veo hablando con ese chico otra vez, te voy a castigar y te voy a dejar”.
El problema, señala la profesora Yolanda Puyana, de la Escuela de Género de la Universidad Nacional, es que hay una relación muy cercana entre el concepto de amor romántico que desarrollan cientos, sino miles de canciones, y la violencia contra las mujeres. Y esto es transversal a casi todos los géneros musicales.
“Es la exaltación de una mujer que no existe, que no tiene sexualidad propia, que está sometida a los hombres”. Así, frases como “sin ti no podré vivir jamás” implican una forma de pertenencia en el amor, según Puyana. En no pocas canciones –la profesora cita la ranchera ‘Martina’, de Pepe Aguilar–, el desenlace es la muerte de la mujer.
(Fotos: Diez letras de canciones de moda que, fácilmente, se le pueden sumar a la polémica de Maluma)
Luisa María López, politóloga de la Universidad Nacional, señala que el problema no es que se hable de sexo. “Creo que hay que reivindicar la sexualización de la mujer, porque cuando se ve desde una mirada moral se cae en el extremo contrario de pensar que la mujer puede ser intelectual, mamá, pero que no es un ser sexual”.
“El problema radica en que las mujeres no sean vistas como objeto, pero tampoco sean desprovistas de su ser sexual”, apunta. Por eso, dice, no hay que criticar el reguetón porque sí.
En internet es posible encontrar escalafones de las frases y canciones más machistas, no necesariamente rigurosos. Estos incluyen desde música ‘de plancha’, como Sandro, hasta salsa, como ‘Falsaria’ del Gran Combo de Puerto Rico y ‘Mala Mujer’, la canción que repite: “Mátala, mátala, mátala, mátala, no tiene corazón, mala mujer”.
Pero mención aparte merece un género como el tango, reconocido por su garbo y estilo, pero también por una masculinidad exaltada. De hecho, en sus inicios, el tango era bailado solamente por hombres porque en el ambiente de arrabal porteño, alrededor del Río de la Plata en el siglo XIX, las mujeres no eran bienvenidas.
Quizás uno de los puntos más extremos de esa masculinidad tanguera se lo lleve Cacho Castaña cuando canta: “Si te agarro con otro, te mato, te doy una paliza y después me escapo”, a lo que continúa: “Dicen que yo soy violento, pero no te olvides que yo no soy lento. Dicen que yo soy celoso, pero no te olvides que yo fui tramposo”.
Carlos Gardel hablaba de mujeres conquistadas con dinero, y Polaco Goyeneche recitaba: “Y esa flor que mi cuchillo te marcó, bien merecida la llevarás luciendo en el carrillo, para que nunca en la vida olvides tu traición”.
Así, de la sexualidad explícita del reguetón a la violencia explícita del tango hay apenas unas décadas de diferencia.
En la polémica sobre Maluma, también terció Carlos Vives, quien dijo a ‘Semana.com’ que, aunque el reguetonero es su amigo, “tiene canciones muy perversas y líricas muy pobres”. Lo curioso es que cuando la profesora Puyana cita otros ejemplos, incluye el vallenato, incluso una canción que, si bien no es composición de Vives, fue interpretada por él, ‘La celosa’:
“Cuando salgo de parranda muchas veces me distraigo con algunas amiguitas, pero yo nunca te olvido porque nuestros corazones ya no pueden separarse. Lo que pasa es que yo quiero que descanses, pa’ tenerte siempre bien conservadita”, dice la letra que escribió Sergio Moya Molina para su esposa. “Cuando llegue yo a mi casa quiero verte muy alegre, cariñosa y complaciente. Pero nunca me recibas con desaire, porque así tendré que irme nuevamente”, continúa.
Que se confine a la mujer al mundo privado –con características como “complaciente”– mientras el hombre disfruta del espacio público, es la crítica de Puyana a esta canción.
No todo está perdidoHay propuestas creativas como Chocolate Mix, proyecto liderado por la cantante argentina Romina Bernardo que “sienta sus bases en la necesidad de criticar el contenido machista del reguetón y resignificarlo utilizando la misma lógica musical”, según se lee en su perfil de Facebook. Por esto hablan de ‘Lesbian Reggaeton’ o reguetón lésbico, “donde una mujer lesbiana satiriza al macho reguetonero”.
Como señalan varias corrientes del feminismo –y la profesora Puyana se suma–, en la historia de la producción cultural las mujeres han tenido un lugar secundario, reducido al de musas de poetas, compositores y cantantes, y no al de productoras de arte. Y las que sí han contribuido desde distintas áreas creativas, han tenido menos difusión.
Luisa López dice que lo más grave de la polémica desatada a propósito de Maluma es que “reproduce unos imaginarios que ya están instalados en la sociedad y que son cotidianos. Pero en este caso, se está atacando una de las formas de reproducción de ese imaginario y no la práctica en sí”.
Recalca la profesora Puyana que así como una práctica (la violencia de género) genera una representación (una canción, por ejemplo), una representación tiene su origen en una práctica que ya existe. En últimas, asegura, cualquier producto cultural no solo habla de prácticas, sino también de formas de pensar.
Tampoco hay que caer en el extremo de pensar que toda música es machista o sexista, asegura. “Hay estilos que invitan a la construcción de unas relaciones de género distintas, desde la admiración y no desde el desprecio”.
Incluso, hay posiciones como la de la periodista y feminista vasca June Fernández, con la consigna “si no puedo perrear, no es mi revolución”: “Me gusta, me sienta bien romper con esa concepción del cuerpo como un ente fortificado. El reguetón es un espacio consensuado en el que pongo mi cuerpo a disposición total de la pareja de baile”, cuenta, y explica que lo importante es que esa pareja nunca sienta que está pasando algo más que un baile.
Fernández escribe en su blog que en el reguetón, a diferencia de ritmos como la salsa o la bachata, “es de los bailes caribeños que más margen de maniobra ofrece a las mujeres”. Para ella, se trata de hacer “un activismo desde el placer y no solo desde el enojo”.
JUAN DAVID LÓPEZ MORALES
ELTIEMPO.COM
En Twitter: @LopezJuanDa
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