La semana pasada se presentó Les Luthiers en el Palacio de los Deportes ante un recinto abarrotado por adultos contemporáneos (…me refiero a los setentones contemporáneos a los fundadores del grupo…), y por muchos jóvenes de hoy en día que se han adherido a la legión de admiradores de esta agrupación argentina de humor musical.
El espectáculo transcurre en una tertulia radial conducida por Marcos Mundstock con su tradicional agudeza y acompañado por Martín O’Connor, una de las nuevas figuras de este ensamble humorístico.
El hilo conductor del programa radial lo llevan estos dos personajes actuando como periodistas de entretenimiento que se salen del libreto permanentemente y que comentan una telenovela ridícula y absolutamente predecible, lo que se presta para unos chistes estupendos entre canción y canción.
En medio de este cómico diálogo van apareciendo canciones de épocas anteriores y otras de la nueva cosecha donde se evidencia que la chispa sigue intacta a pesar de la ausencia de Daniel Rabinovich y Carlos Núñez, dos de los integrantes originales de esta agrupación que ya pasa de cincuenta años en las tablas. Los nuevos integrantes son Tato Turano, el mencionado Martin O’Connor y Tomás Mayer-Wolf, un joven que se lució con su acople al estilo de Les Luthiers.
Piezas legendarias como Las Majas del Bergantín siguen arrancando sonoras carcajadas del público, mientras que las nuevas adiciones al repertorio, como La Receta Postrera, logran integrarse al espectáculo con el uso de un Sartenófono (así se debe llamar la marimba de sartenes que acompaña esta canción), manteniendo la fabricación de instrumentos únicos como rasgo propio de su propuesta artística.
Fue la ejecución de esos instrumentos exóticos como el Lirodoro o el Nomeolbidet, sabiamente incluidos en la canción Loas al Cuarto de Baño, lo que le dio a Les Luthiers un nicho que nadie les ha podido quitar. Aunque ahora recurren al uso de pistas en algunos números, las ocurrencias geniales siguen presentes: En la canción de swing Quién Mató a Tom McCoffee, una investigación policial deduce que al saxofonista McCoffee lo asesinan sus músicos acompañantes por desafinado y por mal compositor. Al escuchar el nombre de Johann Sebastian Mastropiero, la ovación del público fue memorable. Que siga la carcajada.
ÓSCAR ACEVEDO
acevemus@yahoo.com
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