The xx cambió al mundo con un primer álbum cuya influencia se siente a lo largo y ancho del pop: Mike Posner los ‘samplea’; Drake les roba el soplo fresco de R&B; los Chainsmokers replican sus guitarras, y Kygo, el rey del ‘tropical house’, no puede haberse visto más influenciado. Con un nuevo disco en el mercado titulado I See You, la gira mundial de promoción los hará venir por segunda vez a Bogotá para el Estéreo Picnic, luego de una separación causada por el éxito rotundo del disco solista del productor Jamie xx en el 2015 (‘In Colour’). Oliver Sim, cantante y guitarrista, conversó telefónicamente desde Ámsterdam sobre sus temores, las decisiones tras la grabación del nuevo álbum y la emoción de volver a Bogotá.
Qué bueno volverlos a ver en Bogotá...
La última vez que estuvimos allá –lo digo sin presiones– viví uno de mis mejores conciertos. No creo que haya visto antes una audiencia tan apasionada.
Es interesante que con poca frecuencia en Colombia exista esa sinergia...
Cuando llegué a Bogotá pensé que íbamos a presentarnos. Pero la gente estaba cantando todas las canciones, fue increíble. Nos sorprendió por completo.
¿Por qué pasa que, de repente, la radio ya no sea tan influyente, que crucen las fronteras a través de internet y que la gente termine amándolos...
Es sin duda la internet. Es una de las cosas mágicas que tiene: la música puede llegar a cualquier persona en cualquier parte, y no solo eso, sino que la ha liberado para que puedas hacerla sin las herramientas del pasado. Hoy simplemente haces música y la subes. Así fue como nos encontraron: comenzamos a hacer música y a publicarla en MySpace. La gente inmediatamente empieza a poner atención. Es magia.
Hablemos del nuevo álbum. ¿Cómo fue creado luego de un tiempo separados?
Tan orgullosos como estamos de Co-exist no queríamos volver a hacer un disco como ese, porque nos encapsulamos en él… y no fue divertido. No estábamos tocando para alguien ni dejando entrar el mundo exterior. Necesitábamos salir de Londres, estar en verdaderos estudios de producción, volver a traer a Rodaidh McDonald para trabajar en el disco y ser más abiertos.
¿Qué momentos frustran el proceso?
Hubo instantes en los que no nos comunicábamos. A nivel personal, en nuestra amistad, ese fue el punto más frustrante y obsesivo a la hora de crear el álbum, pero hacerlo nos volvió a unir. Una lección que hemos aprendido es que no tenemos por qué pensar mucho en querer sonar como nosotros. El primer disco se hizo a partir de accidentes felices o inocencias, como aprender a tocar los primeros instrumentos y a hacer nuestro primer disco (...). Aprendimos que lo que nos hace sonar somos nosotros como personas y está en nuestro ADN. Este disco aún suena a The xx, pero más abierto. Y evolucionado.
¿Oyen juntos música?
Sí. Hemos hecho viajes de carretera, uno de ellos hacia Los Ángeles, de cuatro días, desde Seattle. Hacíamos ‘playlists’, tomábamos turnos para poner música. Todos tenemos diferentes gustos y eso fue brillante.
¿Hay algún recuerdo visual o auditivo de ese viaje por la costa Pacífica?
Sí. En ese viaje por toda la autopista 101 estás conduciendo al borde de un abismo, lo cual es hermoso, pero aterrorizante. Íbamos escuchando ‘Pet Sounds’ de The Beach Boys, lo cual cuadraba perfecto para el momento… al igual que ‘Rumours’ de Fleetwood Mac.
Como artista, no puedo dejar de preguntarle por el estado del mundo...
Creo, lo noto en mí y en mucha gente de mi edad, que estamos más involucrados, más expresivos sobre lo que sucede. Estoy buscando señales de esperanza, supongo… y siento que ahora hay tanta necesidad de arte, música, cine.
Hábleme de ‘A Violent Noise’...
Es una de mis canciones favoritas. Significa mucho para mí. No he hablado con nadie de esa canción, pero gracias por mencionarla. Es difícil meterse en explicarla porque supongo que de cierta manera –sin sonar muy defensivo– lo que quiero decir sobre la canción ya está en ella… y no quiero arruinarle la interpretación personal a quien la escucha.
Si alguien que ha escrito una de mis canciones favoritas me explicara sobre qué es esa canción y no fuera compatible con mis propias ideas, me rompería un poco el corazón.
ALEJANDRO MARÍN
Especial para EL TIEMPO
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