El ganador, que se anunciará a finales de septiembre, recibirá una bolsa de 60 millones de pesos, anunció el Ministerio de Cultura.
Este año, el jurado está conformado por los poetas María Negroni, de Argentina; y Piedad Bonnett y Nelson Romero Guzmán, de Colombia.
La entidad informó que a la convocatoria que se realizó entre los meses de marzo y de abril, se recibieron cincuenta poemarios de varias regiones del país.
“El Premio Nacional de Literatura, que se entrega un año al género de novela y al siguiente al de poesía, busca reconocer la excelencia en la producción literaria del país, así como movilizar a los creadores en diversos escenarios y circuitos culturales”, agrega en su comunicado el Ministerio de Cultura.
Los galardonados más recientes con este reconocimiento han sido Horacio Benavides, con su obra ‘La Serena Hierba’, (2013) y Nelson Romero Guzmán, con ‘Música Lenta’ (2015).
Bibiana Bernal -Mudanza
De este lado
no se oyen sollozos
ni pasos en la habitación.
Por la ventana no entran ramas.
En la pared no se estampan siluetas.
A ninguna hora viene un perro a saludar.
En la cama no duerme un abismo.
La luz no se apaga en mi rostro.
Aquí, como allá, nadie dice mi nombre.
Darío Jaramillo Agudelo
Somos sólo cuerpo
No me prometas nada,
sólo dame un presente
dame el instante intenso,
sí, mi relámpago,
déjame flotar convertido en parte tuya,
cuerpo mío,
tú, mismísimo, mi paroxismo siempre.
Enrique Castillejo
Cuando Ángel vino a mí preguntando, ¿llegó
por aquí al paraíso?,
No pude sino sentir lástima,
Yo, que todas las entradas y salidas conozco,
Que los milagros y los no-milagros de Dios
He visto,
Y los espejos con sus reflejos y destellos,
Y la mirada enrarecida de las flores y de los viejos
sedientos.
Ángel nunca tuvo voz conmigo de nuevo,
Hastiado como quedó de mi silencio.
Jorge Cadavid - Oráculo
El lenguaje es un virus
- afirmó William Burroughs-.
El poeta tiene que mutar.
Un virus drena a la muerte.
La imagen captura el último guadañazo:
el textual nacimiento de la noche.
Hernán Vargascarreño - Caminos
Al remontar la montaña
una casa abandonada
se sostiene apenas
en los delicados hilos del olvido
Los montes, condolidos por la pena,
evitan cualquier eco de sus lamentos,
y los engullen en sus neblinas
para mitigar en algo
el duro paso de los peregrinos
El viento, como una forma de tiempo,
ya ha destrozado puertas y ventanas,
y entra y sale a su antojo
transfigurando las quejumbres del abandono
que se esfuman ladera abajo
haciendo rodar sus huesos invisibles.
Redacción Cultura y Entretenimiento
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