Para la celebración de los 65 años de la Sonora Matancera, estuvimos en Nueva York, gracias a la invitación de mi amigo Humberto Corredor, y acordamos hacer una entrevista con Nelson Pinedo en el Hotel Wellington.
Además, fuimos con Heriberto Fiorillo y su esposa, Claudia. Después de tres horas de grabación, apareció Tite Curet Alonso y seguí grabando una larga conversación entre ellos dos, en la que se remontaron a viejas historias de cantantes.
A partir de ahí, nació una gran amistad con Pinedo, cruzada de cartas. En 1991, con la gira anunciada de la Sonora Matancera a Cali (que sería la última), me solicitó coordinar una reunión con Jairo Varela, director del Grupo Niche. Tenía una propuesta que hubiera podido funcionar, pero Varela no la entendió o no le interesó. Pinedo salió un poco decepcionado.
Por las noches, en el hotel, especulábamos sobre el destino de la Sonora Matancera y quién sería el indicado para tomar la bandera si Rogelio Martínez muriera. Lamentablemente, la realidad fue triste: muerto Rogelio, la Sonora se desintegró. Quedaron algunos por ahí, haciendo trabajos independientes.
Pinedo llegó a la Sonora Matancera para cubrir el vacío de Daniel Santos y llevó la música colombiana a esta agrupación.
Mi libro Memoria de la Sonora Matancera le debe mucho a Pinedo, pues con él en ese verano de Nueva York grabé a muchos cantantes y músicos.
Después Pinedo regresó a Cali porque un viejo tema se pegó. Le confesé mi admiración y en una tienda, en la esquina de Todelar, lloró y me abrazó.
En esta etapa final, intervine a través de periodistas amigos para que se conociera su verdadera situación médica, que la tenían escondida. Murió en Valencia (Venezuela), bien atendido, pero pobre. No alcanzó a volver.
Otro ídolo colombiano que se muere sin el homenaje que merece. Qué país tan falto de memoria. Nelson Pinedo, el más perfecto de los cantantes colombianos, ha muerto.