Se podrá decir lo que sea de Camilo y de su música, pero que el tipo es diferente a la mayoría de las estrellas pop es difícil de negar. La extravagancia de su ya icónico bigote contrasta con la simpleza de su ropa ancha y monocromática. Sus carcajadas, sus palabras cariñosas y la espontaneidad con la que se presenta ante el mundo provocan incomodidad en muchos, y en tantos otros, amor e identificación.
La prensa, la academia y su público, cada vez más creciente, parecen darles la razón a los del segundo bando. El año pasado se ganó un Grammy Latino, este año se ganó siete premios Lo Nuestro y está nominado en la categoría de mejor álbum latino en los Grammy anglo por su disco Por primera vez, que fue el motivo de una entrevista que tuvo con este mismo autor el año pasado para EL TIEMPO.
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Mientras todo eso pasaba, estuvo trabajando en su siguiente disco, que a principios de marzo. A solo unos días de su lanzamiento, Mis manos ya está batiendo récords. El lunes se convirtió en el segundo álbum debut del planeta en Spotify y Camilo va de un lado a otro concediendo entrevistas en algunos de los medios de comunicación más relevantes de Hispanoamérica y Estados Unidos.
El ruido que este proyecto ha hecho, comenzó con su primer sencillo, Vida de rico, que ha sido un hit. Aunque una parte de la crítica desconfió de esa faceta de humildad que el cantante mostraba allí, él insiste en que la popularidad de su propuesta es precisamente la honestidad.
De hecho, al álbum lo llamó Mis manos porque, según le contó a EL TIEMPO en una nueva conversación, está hecho de manera casi artesanal, casi experimental, solo con sus recursos y sus ganas de hacer canciones.
Musicalmente es diverso: tiene cumbia, bachata, corrido mexicano, champeta, balada, dembow. Y la gracia es que, entre tanto, todo suena a Camilo, como si su impronta fuera imborrable de cualquier género que toque, como si su voz, su manera de escribir y cantar fueran un subgénero en sí mismo. Comparte temas con Evaluna Montaner, su esposa; con el Alfa, con Los Dos Carnales y con Mau y Ricky.
Esto es lo que dice Camilo de su nuevo álbum.
¡Wow! Te voy a decir una cosa: no recuerdo haber dicho eso justamente en esas palabras, pero tiene mucho sentido porque es justamente lo que he hecho en este año. Mientras me cuentas esto siento que se me llena el corazón porque estás describiendo el proceso de construcción de mi álbum, te lo juro. Es un álbum que se trata cien por ciento de eso.
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En mi última temporada en la que estuve en casa, mientras sucedía la pandemia, ocurrió justamente eso: me senté a explorar mi instrumento, a ensayar. Exploré esos recursos que sé que tengo y también aquellos que apenas estaba descubriendo. Leí y revisé cosas que me daban un poquito de inseguridad. Y también trabajé con artistas que me sacaban de mi zona de comodidad.
Ja, ja, ja. No. La verdad es que no estoy listo. Y no puedo controlar el resultado de este álbum. La ansiedad comienza cuando uno pretende controlar vainas que no puede controlar. ¿Pero sabes qué sí puedo controlar?: la manera en la que yo entrego lo que entrego. Eso sí está en mis manos. Depende de mí la calidad y la honestidad que le ponga a las canciones. Y ahí me esfuerzo al máximo: me reto, me rebusco, soy sincero, soy temeroso.
No puede haber algo tan simple que tenga buenos resultados, no, tiene que haber algo enredado detrás. (...) ‘No, eso no puede ser tan sencillo; no me la creo’.
Pues muchas veces me pasa que aquellas cosas de las canciones que creo que nadie va a entender son las que todo el mundo entiende de una. Pareciera que la gente estuviera esperando a que yo señale lo que estoy señalando en mis letras para sentirse identificado. No estoy preparado para el resultado, no sé qué va a pasar. Pero me siento satisfecho con lo que hay ahí. Y asumo el riesgo, enfrento lo que sea que venga.
Usted insiste en la honestidad de su propuesta, de sus letras. Hay quienes creen que detrás hay una gran estrategia de marketing. ¿Qué les respondería?¡Qué interesante! Como yo lo veo, hay posibilidades en los procesos creativos: la simplicidad, la complejidad y la simplicidad al otro lado de la complejidad. La primera está cerca de la pureza. La segunda a veces es la complejidad por la complejidad. A la tercera es a la que yo le apunto. En mi caso, el esfuerzo de coger algo simple e intentar hacerlo complicado para sorprender a las personas o para tratar de ser original no me funciona. No solo me agota, sino que me parece un ejercicio del ego. Lo que yo quisiera es lograr superar ese escalón porque creo que la verdadera identidad está en lo simple.
Entonces, ¿de dónde podría salir el comentario de que todo es una estrategia?Pues del hecho de que tantas personas se identifiquen con mis canciones y que estén siendo una bandera en muchas partes del mundo. Pero yo creo que la identificación viene precisamente de la simpleza que he logrado. Y la honestidad y la simplicidad seguramente despiertan sospechas. Una cosa ahí como conspirativa de que hay algo atrás.
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O sea, no puede haber algo tan simple que tenga buenos resultados, no, tiene que haber algo enredado detrás. Creo que quien se identifica con la complejidad sospecha de lo simple y dice: ‘No, eso no puede ser tan sencillo; no me la creo’. Pero lo que yo quiero es que la noticia de mi carrera sea que uno puede lograr cosas enormes solamente con lo que tiene, con su vida, su capacidad, sus recursos. Creo que este álbum es testimonio de eso.
(Camilo se ríe, emocionado). ¡Señor, por supuesto! Pero, a ver, ¿en qué se te pareció? ¿En sonoridad o en discurso?
En discurso. Su canción dice: ‘¿Por qué yo si en este mundo hay millones?’. Y la de Drexler dice: ‘¿Qué es lo que viste en mí?, / ¿qué es lo que te hizo abrir así?’.Tiene sentido, tiene sentido. Bueno, pues me encantaría poder copiar a Drexler. Nunca lo he logrado, ni lo lograré. Pero sí te puedo decir que lo amo tanto y lo estudio tanto que es un halago que una canción mía pueda sentirse por lo menos influenciada por su música, por lo que él ha sembrado en mi vida.
Su canción Kesi, por ejemplo, tiene sonidos de champeta. ¿Le apunta al folclor?Me encanta la música colombiana, pero me ha cogido muy por accidente. No soy un erudito de las músicas de mi país y sé que hay artistas que sí lo son, así que, por respeto, no me comparo con ellos.
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Pero sí estoy altamente influenciado por los sonidos colombianos y hacen parte de mi música. Me siento orgulloso de visitar, desde mi punto de vista, la diversidad sonora del país.
Es como cuando uno va a un restaurante y en la carta hay un ‘ajiaco de autor’. Entonces de repente las alcaparras las reemplazan por otra cosa o las sirven en un puré o no sé cómo. Y alguien podría decir: ‘¡Esto no es ajiaco!’. Bueno, pues el chef podría responder: ‘No sé hacer ajiaco. Hay gente experta en hacer ajiaco. No lo sé hacer como lo hace mi mamá, pero lo intento; es mi versión’. Así es mi álbum: son mis interpretaciones respetuosas de varios géneros, mis visitas. No puedo decir que Kesi es una champeta, porque me tirarían tomates. Pero claro que se influencia de esos sonidos.
El disco tiene algo de bachata, también de regional mexicano, de cumbia villera…Y eso que me gustaría visitar más géneros. No lo he hecho por respeto, porque no me siento capacitado. Pero debo aclarar que no es que haga esta combinación de géneros como parte de una estrategia para llegarle a ciertos públicos, no. Todo lo hago desde la ilusión: ¿qué tengo ganas de hacer? Así pasó con Tuyo y mío, la canción que canto con Los Dos Carnales.
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Quizás no es un corrido, pero la hice con mis artistas favoritos de ese género. Y la hice porque ya llevaba mucho tiempo recordando las canciones que oían mi papá y mis tíos cuando tomaban aguardiente en Medellín, así que tenía que hacerle un homenaje a eso. Y casualmente México me ha recibido con mucho amor. Y, además de los ritmos que mencionas, creo que en el álbum también visito sonidos del sur, sonidos andinos, e instrumentos como el tres cubano, al charango, el cuatro llanero.
-MATEO ARIAS ORTIZ
Redacción Domingo
EL TIEMPO
En Twitter: @mateoariasortiz