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Música y Libros

‘Mi secreto es que pase algo en el vientre del lector’

Lemaitre, autor de ‘Recursos inhumanos’, cumplió 66 años la semana pasada.

Lemaitre, autor de ‘Recursos inhumanos’, cumplió 66 años la semana pasada.

Foto:Leonardo Cendamo / AFP

EL TIEMPO habló con el escritor Pierre Lemaitre sobre su novela más reciente, ‘Tres días y una vida'

Pierre Lemaitre es un referente de la novela negra. Así lo demuestran sus libros, que además de haber sido muy premiados han cautivado a una audiencia que lo sigue con devoción. A los 65 años, el escritor parisiense sigue embarcándose sin temor en nuevos proyectos, pues se sabe lo suficientemente talentoso para lograr que salgan bien. Tanto, que en el 2013, cuando se alejó de los ‘thrillers’ para escribir la historia de un par de pícaros en ‘Nos vemos allá arriba’, se llevó ni más ni menos que el Goncourt, el premio literario más reputado en Francia y uno de los más reconocidos después del Nobel.
Sin embargo, Lemaitre no se deja impresionar por la alharaca de la fama. Por el contrario, es tan poco pretencioso que, aunque conserva un tono casi reverencial cuando habla de la literatura, suele burlarse de sus propias palabras y de las situaciones. Al final de esta entrevista, por ejemplo, aprovechó un corte de la electricidad para decir que ese era un “efecto especial” reservado para “sorprender” y reafirmar su reputación como “maestro del suspenso”.
El centro de su última novela, ‘Tres días y una vida’, es cómo se sobrevive sabiendo que se ha cometido un crimen. ¿De dónde surgió?
La idea era hacer una tragedia, no un drama. La gran diferencia entre los dos es que en la tragedia el final se sabe desde el comienzo. Así sucede en ‘Edipo rey’, la tragedia griega por excelencia, cuando la esfinge le dice a Edipo que él matará a su padre y se acostará con su madre. La cuestión ahí no es saber si va a pasar o no, porque los dioses ya quisieron que sea así y así va a ser, sino cómo y cuándo. Entonces quise hacer una tragedia en la que el lector no solo supiera el crimen, sino en la que también conociera al criminal, para que se preguntara todo el tiempo cómo y cuándo será atrapado.
¿Por eso el perro que detona el crimen se llama Ulises?
Es un guiño al lector que ha leído ‘Edipo’. Ulises es el héroe antiguo más manipulado por los dioses: durante diez años intenta regresar a casa y no lo logra. Así que me pareció bien darle al perro ese nombre, para que pareciera una especie de enviado de los dioses que indicara desde la primera línea que una tragedia comenzaba, que le tocaría a Antoine, un chico de 12 años, y que ellos manipularían toda la escena para divertirse, porque el placer de los dioses es caprichoso.
¿Por qué decidió anclar las raíces de esta novela en la tragedia?
Todos mis libros son una especie de ejercicio de admiración de la literatura. Al final, no hago más que escribir sobre ella. De hecho, mi primer libro empieza con una cita de Roland Barthes: “Un escritor es aquel que arregla o acomoda las citas, retirando las comillas”. Era, digamos, una declaración, pues desde entonces considero que mi misión es rendirle un perpetuo homenaje a lo que he leído, porque ello fue lo que me construyó. Hoy, diez años después, me doy cuenta de que fue muy acertado incluir esa cita porque es fundamentalmente mi concepción de la literatura y he seguido fiel a ella.
El asesino de este libro es un adolescente al que usted trata con mucha ternura en la narración…
Sí, porque Antoine no es culpable. No es tanto la historia de un crimen, sino la de un error. Y el error no es el crimen en sí mismo, sino el no haberlo confesado.
¿Quiere decir que la verdadera tragedia es cómo se vive la culpa?
Exacto. Mi intención era mostrar que, cuando no se tiene juez, uno se convierte en su propio tribunal. Además, él vive su culpa con la imaginación de un niño de 12 años, que ve la televisión y que cree que va a ser capturado como el peor criminal. Y cuando comienza a creer que está a salvo, siempre hay algo que viene a recordarle lo que hizo.
Este libro ha sido calificado de “intermediario”, a mitad de camino entre la novela policiaca y la negra. ¿Le suena?
Antes que nada es una novela de suspenso. Lo que sucede es que al escribir tengo, digamos, una caja de herramientas limitadas: sorpresa, imprevistos. Entonces siempre tengo lo mismo para ofrecer, independientemente de que sea policiaca, psicológica, negra... o de otro color (se ríe).
Solo sé hacer eso, ese es mi límite y también mi riqueza. Por eso se dice que los novelistas siempre escribimos la misma novela. Lo dicen de Modiano y de Proust. Al final, no tenemos muchas cosas que decir.
¿Y usted qué tiene que decir?
Escribo precisamente para intentar saber qué tengo que decir, porque con la literatura se intenta comprender. En mi caso, me ha ayudado a comprender el mundo y lo que hago.
¿Qué comprendió con ‘Tres días y una vida’?
Que se puede estar a la vez triste y feliz, es un rasgo de varios de mis personajes. Creo que estoy intentando saber qué tipo de hombre produce esa mezcla.
En una entrevista para ‘Bocas’, usted dijo que su intención al escribir es “tocar a las personas”. ¿Cuál es el secreto para lograrlo?
Mi trabajo es que no abandonen el libro y mi secreto es que pase algo en el vientre del lector. Pero la verdad es que no es un secreto: todos los escritores saben que se juegan el todo por el todo al describir las emociones de sus personajes, porque esas emociones deben salir de las páginas para que el lector las sienta. Siempre he dicho que, en términos prácticos, soy un tipo que produce emociones. Por eso me desespera que digan de uno de mis libros que “no está mal”; prefiero que sean radicales y que digan “lo odio” o “me encanta”.
¿Le dio miedo volver a escribir después de ganar el Goncourt?
Claro. Es terrible, porque uno tiene la impresión de que todo el sistema está diciéndole: “Ya tienes el Goncourt, ahora tienes que merecerlo”. Y es lo contrario: se tiene un Goncourt porque ya se ha hecho un libro que lo merece.
¿Y cómo se sentía con respecto a sus lectores?
Con muchísimo más miedo, porque este fue un Goncourt que vendió casi un millón de ejemplares. Además, en el epílogo de ‘Nos vemos allá arriba’ abrí la puerta al siguiente libro para consolidar una trilogía sobre el periodo de entreguerras, porque desde entonces tenía la idea de hacerla. Pero con el premio ya no era una idea, sino una imposición. Hasta comencé a responderles a los periodistas que mi siguiente libro sería una continuación.
Pero ‘Tres días y una vida’ no es una continuación…
No, porque lo empecé a escribir antes de ganar el Goncourt y sólo pude terminarlo un año y medio después de los fuegos artificiales de ‘Nos vemos allá arriba’. Me di cuenta de que ‘Tres días y una vida’ se sacrificaría si continuaba con la trilogía. Además, era prudente esperar, porque con la avalancha del Goncourt la segunda parte de la trilogía sería juzgada mediáticamente y no literariamente. Entonces la mejor resolución era hacer como si nada hubiera pasado y serle fiel a lo que había previsto: escribir y publicar ‘Tres días y una vida’.
¿Cuándo publicará la segunda parte de ‘Nos vemos allá arriba’?
En un año. Ya está terminada y se llama ‘El color del incendio’. La tercera novela, que ya empecé, será ‘Los niños del desastre’.
Entre tanto hizo ‘Nos vemos allá arriba’ en cómic y en cine. ¿Cómo fueron esas experiencias?
Una de mis novelas ya se había llevado al cine, así que no fue muy novedoso. Pero el cómic fue muy interesante porque es otro lenguaje: hay que tener en cuenta el número de dibujos que hay en una página doble, que una acción no puede comenzar a la izquierda sino en la página derecha, que la última viñeta debe ser atractiva para que den ganas de pasar a la siguiente… Me enseñó mucho, pero me sigo quedando con las letras.
Sé que interpretó un pequeño rol en la película…
Sí, pero en la edición quitaron la escena en la que aparecía. El director me llamó en pleno montaje y me dijo que esa escena debía desaparecer porque era muy larga. Quedó en el ‘bonus’, cuando pasan los créditos, como una ‘private joke’, algo que solo vamos a entender los pocos que lo sabemos, aunque ahora lo sabrá toda Colombia.
¿Qué personaje era?
Un agente judicial que escribe a máquina el testamento de uno de los protagonistas. Me encantó. Escribí el guion y luego me propusieron hacer la adaptación, pero no acepté porque el cine es colectivo. En cambio, cuando hago un libro yo decido y se acabó. Sí me gustaría actuar. De hecho, incluí ese pequeño personaje en el guion esperando que me lo dieran.
¡Qué travieso!
Sí, pero a veces calculo tanto para que no se note lo que quiero que terminan creyendo que no quiero.

Cuándo y dónde

El autor francés estará hablando en la Feria el sábado 29 de abril a las 3 p. m., en el pabellón de Francia, y el domingo 30 a las 3 p. m., en el salón Filbo B.
MELISSA SERRATO RAMÍREZ
Para EL TIEMPO
París
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