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Música y Libros

La asombrosa caza de un tiburón boreal en Noruega

Además de escribir, Strøksnes (1965) también es fotógrafo e historiador.

Además de escribir, Strøksnes (1965) también es fotógrafo e historiador.

Foto:Alva Gehrmann

El escritor Morten A. Strøksnes habla sobre ‘El libro del mar’, basado en una aventura personal.

Yhonathan Loaiza
Rodeados de unos paisajes naturales prodigiosos en Noruega, de esos que roban el aliento, como las paredes de Lofoten, los mares del Vestfjorden y las islas de Skrova, dos hombres se embarcan en una lancha neumática para cazar un animal tan imponente como aquellos paisajes: un tiburón boreal, que se dice que puede vivir varios siglos, tener ocho metros de longitud y pesa más de mil kilos.
Empezando en el verano y finalizando en la primavera, el pintor Hugo Aasjord y el escritor e historiador Morten A. Strøksnes enfrentaron los azares del mar y del clima para atrapar este portentoso animal, una especie de Moby Dick moderno. El propio Assjord tiene visos del capitán Ahab que estaba obsesionado con capturar la ballena blanca.
A partir de esa experiencia, Strøksnes creó 'El libro del mar', en el que pintó un fresco de esta región mezclando sus experiencias al borde de la lancha con mitos locales, datos científicos e historias sobre ese inmenso e inexplorado mundo del mar. El noruego, que ayer habló en el Hay Festival de Cartagena, le contó a EL TIEMPO los detalles de esta aventura literaria.
Primero que todo: ¿por qué aceptó la propuesta de cazar un tiburón boreal?
Había estado buscando una razón para estar cerca del mar y escribir sobre él. Cuando mi amigo Hugo me preguntó si quería ir con él a cazar el tiburón boreal a la vieja usanza, sabía que era la oportunidad que estaba esperando. Era una especie de aventura mítica: ir a cazar este ‘monstruo’, este enorme y místico tiburón del mar profundo. Hugo también es un personaje, casi una criatura del mar, y está lleno de historias del océano. Él ha tenido experiencia con mamíferos marinos, tiburones y ballenas, pero no con el tiburón boreal, porque dejaron de cazarlo a principios de los años 50. Solo había escuchado historias de sus parientes; la mayoría de la gente lo hubiera olvidado, pero Hugo no es como la mayoría de la gente. Se convirtió en una obsesión, y yo me conecté a eso.
¿Cómo fue estructurando el relato para combinar su historia con todos los datos históricos y científicos sobre la región, sus habitantes y la naturaleza?
Fue una de las cosas que lo hizo más difícil. Tenía tantos elementos, capas y géneros que quería unir en una sola narrativa. Era mitología, historia, biología, poesía, oceanografía, geología y más. Algunas veces estoy usando un microscopio para observar criaturas que aunque son muy pequeñas para ver, son extremadamente importantes para la vida en la Tierra. En otras ocasiones, uso un telescopio para tratar de mirar profundo en el espacio y en el comienzo del universo. Y al mismo tiempo tengo que sostener un presente, un estamos aquí, en este pequeño bote.

Hugo también es un personaje, casi una criatura del mar, y está lleno de historias del océano.

Otro aspecto fundamental son los relatos orales y la mitología, que son otra gran fuente de conocimiento. ¿Qué le aporta eso a la historia?
No estoy seguro qué le aporta, pero definitivamente le aporta algo. De pronto le da al libro algo de verticalidad, muestra cuánta energía creativa hemos gastado en el mar, que ha sido un gran desconocido por milenios. Y encuentro que mucho de la mitología es realmente hermosa, y la nórdica no es menos, con sus dramas y poesías sobre monstruos, destrucción y creación.
Hay muchas verdades científicas en el libro, pero la mitología tiene unas diferentes y más simbólicas sobre cómo pensamos sobre nosotros y otras fuerzas en este mundo.
¿Cómo es su relación actual con Hugo Aasjord?
Es muy buena; yo gané algún dinero con el libro, y estoy en el proceso de gastar algo de eso en su estación de pesca, como una inversión. Encuentro cierta belleza en eso. Esa vieja estación en el remoto archipiélago de Lofoten me dio material para un libro, que se volvió exitoso y le dio nueva vida a la estación, que, de nuevo, podría darme material para otro libro…
Es como si la vida y el arte establecieran una relación simbiótica. Iré a Lofoten dos días después de que regrese de Colombia, porque un teatro nacional hizo una obra sobre el libro que se presentará en 41 lugares en Noruega y cuyo estreno será en Lofoten. Eso, si no me cancelan el vuelo por clima extremo; los últimos días ha estado nevando tan fuerte que muchos lugares están completamente aislados y en estado de emergencia.
¿Qué tanta influencia hay de Herman Melville y ‘Moby Dick’?
Hay una influencia explícita. No lo planeé de esa manera, pero lo primero que nos pasó en el mar, en esos hermosos días de verano, fue que nos encontramos con una enorme cachalote (ballena); entonces, era tiempo de darle una nueva mirada a Moby Dick.
Si, por el contrario, no nos hubiéramos encontrado ese cachalote, dudo que hubiera tenido mucha interacción con Moby Dick. Lo que nos pasó en el mar también nos informa de lo que debería pasar en el nivel meta, debería haber una conexión, o el libro se hubiera sentido inconexo.
Crecer rodeado de paisajes tan preciosos como describe el libro debe desarrollar una sensibilidad muy especial...
Pues, sí porque todos tenemos paisajes que son nuestros, que conocemos íntimamente de nuestra infancia, en los que podemos sentirnos como en casa. Pero al mismo tiempo puede ser difícil ver con una mirada fresca lo que conoces tan bien. De alguna manera, uno se vuelve ciego a lo que se acostumbra a ver día tras día, años tras año. Así que tuve que tratar de ver esos paisajes con ojos nuevos y encontrar nuevas palabras para describirlo.
De alguna manera, la naturaleza es un personaje…
Absolutamente, en especial el mar, incluso sus partes más profundas. Cuando estábamos en el mar, la luz, las corrientes y el clima siempre cambiaban; era tan lujoso y se veía un poco como la tierra de El señor de los anillos. Los paisajes de Lofoten son considerados ahora entre los más hermosos y atractivos del mundo. Pero la cultura le da forma a la manera como vemos la naturaleza, y yo muestro cómo la gente solía pensar que el mismo paisaje era feo, algo así como brutal, peligroso, estéril e inculto, no apto para humanos.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
Cultura y Entretenimiento
En Twitter: @YhoLoaiza
Yhonathan Loaiza
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