Ver triste a Mayte del Rosario Montero Laguna es una especie de contrasentido. El país se acostumbró a verla radiante junto a Carlos Vives, acompañándolo con el sonido de sus gaitas. Cuando él salía de gira promocional, eran ella y el rey vallenato Egidio Cuadrado quienes solían acompañarlo. A punta de ruedas de prensa y conciertos por todo el mundo, esta cartagenera de 47 años se fue convirtiendo en un símbolo de La Provincia, la banda que revolucionó la música colombiana.
Pero Mayte ya no está con la estrella samaria, y hablar de eso la entristece. Aunque no quiere revelar los detalles, sus lágrimas dicen que ese matrimonio de 23 años no terminó del todo bien.
No obstante, la mujer que inspiró el clásico Pa’ Mayté (con tilde) tuvo vida artística antes de La Provincia y la tiene ahora: su champeta Cubeta ha sonado con fuerza en Barranquilla, desde hace diez años es la mánager de Petrona Martínez y en diciembre lanzó unas boquillas sintéticas para gaita que ella desarrolló.
Su carrera musical comenzó en Cartagena, tocando percusión en la banda del Instituto Pedagógico del Caribe. Pero lo que más le movía el corazón era la gaita –ese instrumento precolombino armado con caña, cardón, pluma de pato, cera y ceniza–, y por eso le pidió a su hermano Milton que le enseñara a hacerla sonar.
Cuando entró a la Universidad Jorge Tadeo Lozano –en esa misma ciudad– para estudiar comercio exterior, lo primero que buscó fue el Departamento de Música. Se ofreció como percusionista, pero le dijeron que necesitaban gaiteros. “Me le mido, sin compromiso”, respondió ella. Así empezaron las clases formales y las invitaciones para tocar en fiestas. Finalmente, la gaita les ganó el pulso a materias como la contabilidad, y Mayte tuvo que irse con su música a la Casa de la Cultura, donde acabó de pulir su talento junto al maestro Antonio Luis González, Luchito, reconocido como el creador del primer método pedagógico para la interpretación de la gaita.
Lo primero que grabó fue La candelilla, una melodía que compuso en compañía de
Pedro Pablo Peña y que hoy, más de un cuarto de siglo después, se sigue oyendo en las fiestas de noviembre. Al poco tiempo le prestó su gaita al Homenaje a Estefanía, de Joe Arroyo. Era la primera vez que el autor de Rebelión incluía este instrumento en un disco suyo.
Después la llamó Totó la Momposina en lugar de Luchito, que no podía acompañar a la cantadora porque estaba a punto ser padre. Con ella trabajó dos años y grabó el famoso álbum La candela viva en los estudios ingleses Real World, de Peter Gabriel.
En esas andaba cuando la buscó la gente de Carlos Vives.

Montero es mánager de la cantadora Petrona Martínez (centro) desde hace casi una década.
Montero es mánager de la cantadora Petrona Martínez (centro) desde hace casi una década.
¿Qué hay de cierto en que él se la robó a usted del grupo de Totó?
Totó la Momposina sufre de lo que sufren casi todos los artistas, y es que creen que los músicos son ellos. Entonces, cuando ven que tu músico está haciendo algún trabajo con otro se ponen celosos, raros, que fue lo que me pasó con ella cuando me llamaron para trabajar con Carlos Vives.
¿En qué época fue eso?
Ya había salido Clásicos de la Provincia (1993). La grabación de las gaitas en ese álbum la hizo Antonio Arnedo. Yo no conocía bien el trabajo; es más, no sabía que lo que sonaba ahí era una gaita. Me llamó uno de los productores para ver si tocaba con ellos. Duré un fin de semana aprendiéndome las melodías. Fui a un ensayo en Ramón Antigua y me encantó lo que vi: las canciones se rearmaban, no se tocaban exactamente igual que en el disco. ¡Wow! Yo no sabía que esa era mi audición –si lo hubiera sabido, no habría ido–, pero pasé la prueba.
¿Y en qué momento se molestó Totó la Momposina?
Yo empecé a hacer mis conciertos con La Provincia, y esta señora como que me vio en la franja de entretenimiento de algún noticiero. Y me ha llamado y me ha dicho: “Usted o trabaja con Carlos Vives o trabaja conmigo”.
Todavía no le había quedado mal, porque yo tengo palabra. Cuando me ofrecieron la gira con Carlos, les dije: “Hay unas fechas que no puedo hacer, por muy bien que me estén pagando, porque yo tengo compromisos con Totó. Y yo estoy aquí en Bogotá, haciendo todo esto, por ella”. Pero ella se despelucó antes de tiempo... Y bueno, en ese momento me pareció un poco injusto el asunto y le dije que muchas gracias, que yo trabajaba con Carlos Vives. A pesar de que él no me estaba ofreciendo nada seguro. Era esa gira y ya.
Esto llegó a oídos de Carlos, que me dijo: “Tranquila, esta es tu familia”. Eso fue muy significativo para mí. A partir de ahí le fui ciento por ciento fiel a Carlos Vives y por eso terminé tantos años trabajando ahí.
Usted es la única integrante de La Provincia con canción propia. ¿Cuál es la historia de ‘Pa’ Mayté’?
Creo que tuvieron mucho que ver Iván Benavides y Teto (Ocampo), porque ellos decían que los costeños somos tan rítmicos que llevamos el sabor hasta en el nombre, y me tomaban el pelo por llamarme Mayte. Estábamos en el estudio haciendo La tierra del olvido (1995), intentando convertir en una canción completa un jingle de Colombiana (la gaseosa) que tocábamos en los conciertos y del que Carlos vivía enamorado. Pero, por mucho que se alargaba, siempre parecía un retazo de canción. Entonces nacieron los ‘riftcitos’ esos de la guitarra y dijeron: “Uy, esto está tan bueno que no lo podemos desperdiciar”. A partir de ahí se empieza a construir esa canción, que terminó convertida en un soukous de La Provincia que, traducido a nuestro lenguaje, es una champeta.
Te cuento mi versión, pero tendrías que preguntarles a Iván, a Carlos y a Teto, que son los autores de la canción. Yo nunca pregunté, siempre me dio como pena. Carlos me dijo cómo se iba a llamar la canción un día que me dio chance (me llevó) del estudio a mi casa. Me pareció genial.
¿Cuál fue su mejor época en La Provincia?
Ha habido muchas, pero a mí me gustaba mucho la etapa en que nos reuníamos para crear.
Como en 'La tierra del olvido'...
Sí, La tierra del olvido me encantó porque fue una época de experimento, de exploración, fue muy gratificante. Recordarlo me parece muy chévere, porque esos tiempos nunca volvieron.
¿En qué momento empezó a decaer esa creación colectiva?
Tal vez después de El amor de mi tierra (1999).
¿Cómo definiría a La Provincia?
La Provincia es como un pequeño país en el que hay personas de diferentes razas y tendencias musicales. Yo creo que Carlos ha sido muy visionario. Si te pones a mirar, los roqueros de la banda son cachacos y la cuota de las músicas tradicionales está en manos de costeños. Tienes a un negro tocando el tambor porque cuando él le mete la mano al cuero eso lo lleva en la sangre. Esas ‘manonas’ que tienen esos morenazos están hechas pa’ darle a ese tambor. Y está la parte de los chicos que pasaron por el instituto y aprendieron la música formal, como para darle el fundamento a lo que se está haciendo. Por ejemplo, el ‘Papa’ (Luis Ángel Pastor, bajista y director de la banda), que es un pelao que sale del conservatorio pero que tocó con el Binomio de Oro y es guajiro, y que es el eslabón que junta todas estas partes. Y luego está Egidio, caramba, que es un señor del campo que lleva ese sonido tan especial.
Entonces, todos los instrumentos son respirados y tocados por los personajes de su zona, no son prestados. Cada uno representando una cultura en un pequeño país que construyó Carlos. No quiere decir que otros no puedan hacerlo, por supuesto. Qué bendición que toque la gaita todo el mundo, hasta los europeos (risas). Eso me parece fascinante.
¿Cómo se mantiene junta semejante diversidad? ¿Qué la mantuvo ahí durante tantos años?
Nunca lo vi como un empleo, sino como un proyecto bacano. Si te pones a mirar, la mayoría de los chicos de La Provincia son diferentes a los de otras bandas. Tú te imaginarías que el baterista (Pablo Bernal) es tronco de drogo, pero este baterista toma leche, no fuma y no se toma ni una Cola y Pola. El día que lo obligamos a tomarse unos vinos, porque estábamos celebrando un cumpleaños, el pobrecito se emborrachó con la primera copa (risas). Pablito, un señorazo y un personaje muy divertido, cachaco, ‘batero’, roquero; la nobleza y la humildad de don Éder Polo (el guacharaquero)...
Era como estar en el colegio, como hermanitos, una familia. Cuando lo sientes así, pues obviamente es muy fácil y no sientes apatía frente al trabajo. Siempre fue bonito, con mucho respeto y divirtiéndonos con cualquier tontería. Y Carlos también tuvo mucho que ver con eso, porque no era el típico artista psicorrígido que pone al mundo a girar alrededor de él, sino que quiso que cada uno de estos personajes estuviera en el mapa de La Provincia y creó su república (se ríe).
¿Cuál fue el momento más difícil para La Provincia?
Obviamente, este es el proyecto de Carlos, y las cosas funcionan en la medida en que él quiera que funcionen. Creo que la época en la que él tuvo esos altos y bajos en el plano personal, de su separación, que muchas cosas se le juntaron, no estaba muy atento o muy animado a hacer conciertos. Se hacían, pero muy poquito, y siempre estuvimos como a la espera. Eso fue entre El rock de mi pueblo (2004) y Clásicos (de la Provincia II, del 2009).
¿Cómo vislumbra el futuro de La Provincia?
Todo depende de Carlos, de en qué se quiera meter y lo que quiera proyectar. Siempre hemos estado... siempre estuvimos atentos a brindarle lo que le sirviera de nuestros aportes. Él es una persona que se ha abierto mucho a integrarse con géneros y sonidos de la juventud, y mientras estés integrado con esas tendencias habrá cosas para hacer.
Si no hubiera pasado lo que pasó, ¿usted seguiría a Vives en todos esos géneros? ¿O lo que pasó entre ustedes tiene que ver con que estuviera cansada de lo que se está haciendo musicalmente?
Desde que él me dijo “esta es tu casa”, decidí que lo iba a seguir siempre, sin importar el género. Yo amé esto desde que estuve en ese ensayo que no sabía que era una audición.
¿Por qué se fue de La Provincia?
No tengo nada que decir al respecto.
Desde Puerto Rico, el cantautor samario habló con EL TIEMPO sobre la salida de su gaitera.
Parece que el ‘matrimonio’ con Mayte no terminó bien...
Te equivocas. Fue una decisión personal de ella, y la aceptamos. Mayte es parte muy importante de nuestra historia y la guardamos en nuestro corazón con mucho cariño.
¿Alguien la reemplazó?
Claro, las gaitas y las percusiones menores son muy importantes en La Provincia. En reemplazo de Mayte llegó el barranquillero Tato Marenco, que además nos trajo un instrumento que queríamos desde hace rato: la flauta de millo. La gaita es parte fundamental de nuestro proyecto musical y Tato la está ejecutando y grabando.
¿Las puertas de La Provincia están cerradas para Mayte?
Mayte no tiene las puertas cerradas en La Provincia, y todos la consideramos parte de esta familia por siempre.
No recuerdo que ningún otro músico de la banda tenga una canción que lleve su nombre. ¿Qué tan importante fue Mayte para Carlos Vives?
Siempre fue muy importante, y su canción (Pa’ Mayté) se sigue cantando, pero hay otras donde menciono a otros integrantes históricos de la banda.
¿Qué mensaje le gustaría enviarle?
En estos 25 años nunca nos cansamos de consentirla y de decirle lo importante que ha sido para La Provincia. Esa canción que mencionas forma parte de todo esto.
Como buen publicista, desde el principio quise trabajar la imagen de cada uno de los músicos de La Provincia, y en el caso de Mayte creo que queda muy claro que siempre fue así.
BERNARDO BEJARANO GONZÁLEZ
Editor Redacción Domingo
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