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Joël Dicker, el gran aspirante al trono de la novela negra
Joël Dicker, el gran aspirante al trono de la novela negraJoël Dicker, el gran aspirante al trono de la novela negra
Joel Dicker

Carlos Ortega. EL TIEMPO

Joël Dicker, el gran aspirante al trono de la novela negra

Entrevista con el suizo, de 33 años, que acaba de lanzar 'La desaparición de Stephanie Mailer'.

La historia de la novela 'La desaparición de Stephanie Mailer' es un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma –tomando prestadas las palabras de Winston Churchill–. Por supuesto, hay crímenes, incertidumbres, sangre y escándalos sepultados en el cementerio de un pasado que parece estar reescribiéndose constantemente.

Es como preguntarse ¿qué hay detrás de la máscara? asegura el autor del libro, el suizo Joël Dicker, quien acaba de presentarlo en Bogotá. El punto cardinal del relato es el asesinato en 1994 del alcalde de Orphea, de su familia y de una transeúnte, en la noche de apertura del primer festival de teatro de la población del exclusivo sector de Los Hamptons en el estado de Nueva York. Se suponía que dos jóvenes policías estrellas, Jesee Rosenberg y Derek Scott, habían resuelto el crimen; sin embargo, 20 años después, una enigmática escritora, Stephanie Mailer, confronta a Rosenberg y le asegura que se equivocaron de culpable.

“Tenía la respuesta ante los ojos, capitán Rosenberg. Sencillamente no la vio”, lo cuestiona Mailer. Es justamente con esa charla que empieza la novela, que a partir de ahí hilvana el pasado, el presente y los relatos de varios personajes.

Con este libro, Dicker vuelve a entrar a batallar en los géneros del thriller y la novela criminal, en los que ya había salido triunfante con 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' (2012), que logró ventas millonarias y se tradujo a 33 idiomas. El éxito en el género negro incluso llevó a que se trazaran comparaciones entre su prosa y la del sueco Stieg Larsson, creador de la popular saga de 'Millennium'.

Uno de los temas más importantes de ‘La desaparición de Stephanie Mailer’ es el sentimiento de culpa que persigue a muchos personajes…
Sí, esta culpa también tiene que ver con el pasado, es algo que sientes a raíz de algo que sucedió en un momento dado y que va a perdurar en el tiempo hasta que seas capaz de perdonarte a ti mismo. Y creo que el asunto de la culpabilidad que trato de describir no es una culpa hacia otra persona, sino hacia uno mismo, y el asunto de la reparación y del perdón es importante en este libro. No es tanto pedirle perdón a alguien, sino a uno mismo; para mí, eso es aceptarse con los errores que uno cometió, las cosas que hizo o no; todo lo que tenemos de peso y culpa tiene un impacto sobre nosotros.

El libro logra ser muy adictivo, pues a pesar de tener 650 páginas, se puede leer en poco tiempo. ¿El proceso de escritura fue igual de adictivo?
Me gustaría saber cuál es la razón de esa adicción... En mi caso refleja mi entusiasmo, mi placer, mi excitación; no es un cálculo, no es una obsesión decir ‘quiero que mi lector se vuelva adicto’, no; para mí lo que es importante es sentir placer al estar en el libro. Y es una sensación importante porque yo soy un gran consumidor de series de televisión, de películas, de internet, de todas las otras ocupaciones que uno puede tener hoy en día y que son una competencia para el libro. Entonces, es muy fuerte cuando digo ‘esta noche prefiero trabajar en mi libro’, porque me gusta lo que está pasando, en lugar de ver una película.

La historia tiene muchos personajes principales, no es como el ‘thriller’ tradicional que solo tiene un protagonista...
Me considero un autor joven, he tenido la suerte de lograr un éxito muy importante siendo joven, pero eso no significa que uno tenga todas las herramientas para ser un escritor totalmente consciente de lo que hace. Entonces, quería tener una experiencia de trabajo con los personajes. Y sí, es un thriller, es una novela policiaca, pero está muy basada en personajes presentes que cuentan un pedazo de sus vidas; esta investigación es un poco anecdótica porque busca unir los personajes alrededor de un hilo rojo, al que todos se agarran en algún momento. Pero para mí, lo clave es que todos los personajes tengan su importancia y no que uno sea más importante que los demás.

El asunto de la culpabilidad que trato de describir no es una culpa hacia otra persona, sino hacia uno mismo

Y muchos de los personajes además hablan en primera persona... ¿Qué le aporta eso a la historia?
Un elemento muy importante es el sentimiento de la gente, te hablo de mí, de Joël como ser humano y no como escritor, y lo que trato de abordar en el libro finalmente es: ¿qué es la verdad? porque tu verdad y mi verdad son muy diferentes. Es un sentimiento que se arraiga en el pasado en función de lo que vivimos, de nuestras angustias, que te dan una forma de pensar, una forma de ver un hecho... Para mí es muy importante estar en una forma de escritura en la que no estoy juzgando, no le estoy diciendo al lector: ‘Esta es la verdad’, sino que le estoy diciendo que cada cual tiene su verdad y el lector puede crear también su propia verdad.

Stephanie Mailer aparece muy poco en la historia, pero su impacto es muy profundo, ella es casi omnipresente…

Es verdad, no quisiera revelar demasiado acerca de la historia, Stephanie aparece en las primeras páginas y luego desaparece... Y uno podría extrañarse de que este libro lleve su nombre, cuando es el personaje que tal vez es menos visto por el lector, pero ella es la que permite la existencia de este libro, precisamente porque quiere volver a abrir esta investigación. Ella logra juntar a todos estos personajes, entonces sin Stephanie no hay historia, no hay novela.

¿Por qué decidió ubicar la trama en Los Hamptons?
Continúo mi pequeño camino en los Estados Unidos, siempre en la costa este, siempre en regiones que conozco bien, y de nuevo porque para mí es una facilidad para la ficción. A lo que voy es que están la ficción y la realidad, y lo que a mí me gusta es la ficción pura, inventar, crear, imaginar una vida, y todavía me cuesta hacer esto en Suiza y en Ginebra, donde yo vivo... Quisiera inventar un barrio de Ginebra que no exista, pero haciéndolo pensaría: ‘no, no es posible, porque aquí no cabe, allí tampoco’; entonces, para mí la ficción en Ginebra es atacada por la realidad. Tal vez cuando vaya a vivir a la costa este de los Estados Unidos contaré una historia que sucede en Suiza, porque tendría la distancia necesaria para hacerlo.

La desaparición de Stephanie Mailer

El libro ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, que Dicker lanzó en el 2012, se tradujo a 33 idiomas.

Foto:

EFE

En este género son muy importantes las revelaciones, esos momentos en los que los personajes y los lectores descubren algo juntos. Debe ser muy estratégico para ubicarlas en la historia…
Estratégico no es tanto la palabra, porque no responde a una voluntad de hacer algo preciso para conducir al lector o para volverlo adicto. Los momentos de suspenso corresponden a mis interrogaciones, a todo lo que ignoro acerca de la novela porque yo la construyo sin un plan, no sé qué va a pasar cuando empiezo a escribir, no tengo ninguna idea de dónde está Stephanie, de quién es el asesino del 94… Y cuando hay un momento de suspenso al final de un capítulo es porque yo mismo no sé qué va a pasar, necesito una pausa y dejo la historia en suspenso.

Entonces usted debe sentirse igual que los lectores, porque las situaciones van naciendo orgánicamente...
Sí, sí, es cierto, yo soy el primer lector de mi libro. Y no puedo pensar en quiénes son mis lectores, cuando los conozco hay algunos que son jóvenes, otros que son mayores, algunos que leen muy poco, otros que leen mucho, algunos son de Suiza, otros de Colombia, de Inglaterra... Entonces no hay uno al que me pueda agarrar y decir: ‘Mi lector tipo es así y quiero que le guste esto’. Tengo que ser yo mi primer lector y si escribo es porque me gusta leer, la lectura es lo que me ha llevado a la escritura, entonces descubro el libro a medida que lo escribo, y el hecho de sentir placer, de hacerme preguntas del tipo ¿será esto? ¿no será? es muy importante en la historia. No sé si voy a tener éxito, si a los lectores les va a gustar o no, no es una ciencia, pero sé que si yo siento placer, entonces valió la pena escribirlo.

Se podría decir que el misterio no es solo sobre una persona, sino que la ciudad es el misterio...
Es verdad, la ciudad en sí es un personaje del libro, su atmósfera, su identidad, y también se conecta con las consecuencias del crimen, lo que implica para la persona que lo cometió y para las personas que fueron víctimas, para sus familias, para la familia alrededor del autor, para los vecinos que tal vez fueron testigos. Y me gustó la idea de una pequeña ciudad porque ofrece la posibilidad de una onda de choque muy importante, un crimen en una ciudad grande como Nueva York, Bogotá o Buenos Aires tiene menos resonancia, menos consecuencias visibles que un crimen cometido en una ciudad pequeña, donde todo el mundo se conoce. La escogí porque permite una narración con efectos más fuertes.

Me gustó la idea de una pequeña ciudad porque ofrece la posibilidad de una onda de choque muy importante

Usted experimentó un éxito muy importante con ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’. ¿Eso le pone alguna presión a su proceso creativo?
No, porque el éxito del libro es algo muy particular, a mí me cuesta tomar su medida, su envergadura real; para darme cuenta del tamaño del éxito necesito viajar y ver a los lectores, hablar con ellos, y yo hago algunos viajes, tantos como puedo, pero lo que se puede leer en la prensa y lo que uno se puede imaginar del éxito es bastante diferente a lo que yo vivo. A pesar de todos los países que visito, de todas las personas que conozco, hay una cosa que no cambia, y es que cuando regreso a mi casa en Ginebra me siento en mi mesa, estoy solo frente a la hoja en blanco y vivo mi experiencia de escritura como siempre la había vivido antes de tener éxito, eso no ha cambiado. Y frente a esa hoja no piensas: ‘Fue fantástico en Bogotá, en Buenos Aires, en París y en Londres’, solo piensas: ‘¿Ahora qué me voy a contar a mí mismo como historia?’.

Muchos lo han calificado como un Stieg Larsson suizo. Más allá de esas opiniones ¿lo ha influenciado la literatura de Larsson?

No, porque no lo he leído… Bueno, finalmente leí un fragmento de Millennium, pero no me atrapó. La comparación con Stieg Larsson tiene que ver más con el éxito, porque son géneros apreciados por todos; es verdad que sus libros fueron muy exitosos porque le llegaron a un público muy amplio.

¿Habrá una secuela de ‘Harry Quebert’?
Es una buena pregunta, a veces pienso en eso y siempre he tenido la intención de continuar porque no he respondido a todos los interrogantes que puede haber, como ¿dónde está Harry?, pues al final del libro desaparece. Creo que todavía tiene cosas para decir, o tal vez hay que arreglar lo que sucedió entre Marcus y él después del descubrimiento de la verdad sobre el caso. Entonces tal vez sí…

YHONATAN LOAIZA GRISALES
Cultura y Entretenimiento
En Twitter: @YhoLoaiza

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