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Música y Libros

El origen de las danzas del Carnaval de Barranquilla

En la famosa danza del Garabato se enfrentan la vida y la muerte.

En la famosa danza del Garabato se enfrentan la vida y la muerte.

Foto:cortesía Eduardo Márceles D.

El escritor Eduardo Márceles cuenta la génesis de esta alegre y colorida tradición, en un libro.

El libro 16 danzas emblemáticas en el Carnaval de Barranquilla tiene una historia que se remonta a un día de abril de 2013 cuando una institución académica de Santiago de los Caballeros (Cibao, República Dominicana) me invitó a participar en un simposio titulado Música, Identidad y Cultura en el Caribe: Folclore Musical y Danzario. No tuve que pensar mucho para darme cuenta de que el tema encajaba perfectamente en las danzas tradicionales del Carnaval de Barranquilla puesto que son la columna vertebral de esta celebración folclórica que llena de regocijo a todos los barranquilleros y su multitud de visitantes.
Para aquella ocasión escribí una ponencia y proyecté algunas fotografías que ilustraban el conversatorio, pero tal esfuerzo fue insuficiente. Al terminar, algunas personas se acercaron para felicitarme pero más que eso, para manifestarme que ellos también tenían danzas en su carnaval y les hubiera gustado ver más imágenes, sentir la música y una descripción más detallada de sus componentes esenciales. Así que a mi regreso a Barranquilla, tomé la determinación de investigar más a fondo este patrimonio de creatividad popular para hacer un libro ilustrado y un documental de 50 minutos que está ya en borrador en etapa de postproducción.
Durante cuatro años estuve circulando entre ellas en los diferentes desfiles y presentaciones escénicas, tomando fotografías y entrevistando a directores y danzantes para conocer a fondo su trayectoria y características. No fue una tarea fácil porque cuando terminaba el carnaval siempre quedaba faltando algún elemento que había soslayado en medio del jolgorio. Si algo agradezco a la pandemia fue haberme dado, con el encierro, el tiempo y la oportunidad para terminar de escribir y traducir los capítulos fundamentales de cada danza (que están en inglés y español) y hacer una selección de imágenes entre más de cuatro mil fotografías en mi archivo.
De esta manera, explico la coreografía, el vestuario y la música de estas danzas declaradas por la Unesco como uno de los más importantes aportes folclóricos del país para declarar al Carnaval de Barranquilla obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad el 7 de noviembre de 2003.
Entre ellas, las más significativas por su presencia permanente en el carnaval, son: Danza de Congos, Danza-Comparsa de Marimondas, Danza del Garabato, Danza del Paloteo, Danza de Coyongos, La Cumbiamba, Son de Negro, Danza del Gallinazo, Danza Diablos Arlequines, Danza-Comparsa de Monocucos, Danza Farotas de Talaigua, Danza Imperio de las Aves, Danza Indios de Trenza, Danza del Caimán, Danza de Micos y Micas y Danza-Comparsa Negritas Puloy.
La danza del monocuco se inspira en los monos que robaba comida a la gente.

La danza del monocuco se inspira en los monos que robaba comida a la gente.

Foto:cortesía Eduardo Márceles D.

Un viaje en el tiempo

La tradición carnavalera traza sus orígenes en Colombia a la época colonial en palenques de esclavos, aunque la mayoría remontan sus inicios a diferentes épocas del siglo XIX y XX, en pueblos ribereños del río Magdalena y en tradicionales barrios barranquilleros.
Si bien ciertas danzas y comparsas son autóctonas del Carnaval de Barranquilla, algunas de ellas migraron a la ciudad procedente de diversas regiones del Caribe colombiano, en especial de los departamentos Atlántico, Bolívar, Magdalena, y de manera preferencial de poblaciones ribereñas como Mompox, Santa Lucía, Sabanalarga y también de Santa Marta, Ciénaga o Cartagena. A través de su historia, Barranquilla evolucionó en el transcurso de dos siglos de una aldea a orillas del mar Caribe en la desembocadura del río Magdalena, a una urbe ciclópea, crisol de culturas nacionales e internacionales y de numerosas subculturas del área del Caribe.
La mayor contribución indígena a los carnavales se manifiesta en las danzas Indios de
Trenza Chimila e Indios Farotos, pero todas las danzas, de una u otra manera, han fortalecido las manifestaciones folclóricas a través del sincretismo multiétnico que caracteriza nuestra cultura desde la época colonial. Algunas danzas son el producto de la genial iniciativa de algún artista popular que en un momento de su vida tuvo la feliz iniciativa de convocar a sus amigos alrededor de una idea, o de un grupo de personas que observaron en su región el germen de una comparsa o danza festiva y de manera gradual la desarrollaron.
De esos humildes rudimentos surgieron propuestas que evolucionaron, enriqueciéndose con los aportes de sus integrantes, hasta desembocar en estas danzas que hoy por hoy se constituyen en patrimonio de la humanidad. Tal es el caso de la Danza de Coyongos de Mompox cuyo fundador se desconoce, hasta que su director Baltasar Sosa Noguera la rescató del anonimato y la trajo a los carnavales barranquilleros en 1978. Una de las danzas más antiguas del Carnaval de Barranquilla es la Danza del Congo Grande, fundada el 22 de diciembre de 1875 por Joaquín Brachi, un comerciante de artesanías de ancestro italiano, quien se había documentado sobre los cabildos de negros en Cartagena de Indias. Brachi los había visto durante las Fiestas de La Candelaria. El origen de los cabildos se remonta a las celebraciones de esclavos congoleses en la etapa colonial cuando sus amos les daban licencia para celebrar sus danzas y su cultura ancestral.
Aunque no es propiamente una danza, en ningún otro baile de carnaval se manifiesta la composición triétnica de nuestra cultura como en la Cumbiamba. Es un baile de galantería entre las parejas que conforman el grupo y fusiona elementos indígenas, africanos y europeos. Se caracteriza por la elegancia y el sutil movimiento de cadera de las mujeres a ritmo de cumbia. Además del carnaval, son imprescindibles en las celebraciones patronales y fiestas populares del Caribe colombiano.
377 fotografías a color embellecen las 250 páginas de este libro.

377 fotografías a color embellecen las 250 páginas de este libro.

Foto:Archivo particular

La Danza de Paloteo es originaria de Gaira (Magdalena), fundada por Ángel Custodio Pedroza en 1936 y asentada luego en el barrio Rebolo de Barranquilla. Se trata de un juego manual que recrea la guerra de las naciones. Los palos simbolizan las espadas de guerreros que portan la bandera del país que representan, al tiempo que recitan versos alegóricos a esa nacionalidad. Su recurso más importante es la palabra ya que cuentan con un argumento que se relata con versos durante su ejecución de paloteo. Sus integrantes proponen la exaltación de valores patrios con la utilización de banderas y versos de las ciudades y países escogidos.
Son de Negro es otra de las danzas representativas del Carnaval de Barranquilla desde finales del siglo XX con evidente influencia africana. Sus integrantes proceden de Santa Lucía (Atlántico), palenque de esclavos escapados de Cartagena, a orillas del Canal del Dique el cual conecta al río Magdalena con la bahía de Cartagena. Su director es Manuel Pérez Herrera, cofundador del Festival Son de Negro que se realiza cada año en Santa Lucía. Son de Negro es también una danza típica de Soplaviento (Bolívar) y de otros pueblos del Caribe colombiano. Se diferencian entre sí por el decorado de sus sombreros, reminiscentes de los sombreros españoles de la época colonial, en general utilizan el mismo lenguaje corporal para expresarse. Es una danza guerrera de arraigo popular en Soledad dirigida por Camilo Barceló y en Puerto Colombia, Atlántico, orientada por Reinaldo Tejera.
La Danza Farotas de Talaigua llegó al Carnaval de Barranquilla desde Talaigua, una población cercana a la ciudad de Mompox (Bolívar). Los inicios de esta danza se trazan a la época colonial alrededor de 1817. Es una danza masculina de carácter indígena con atuendos de mujeres españolas. La danza se representaba en la región para las épocas de siembra, de cosecha y de matrimonios. La tradición explica que estos festejos se extinguieron con el paso del tiempo hasta que en 1887 dos nativos de Talaigua: Efraín Chica y Domingo Carrera, los rescataron para las fiestas de carnaval y de Corpus Cristi. Según esta tradición, los españoles tenían la costumbre de violar y maltratar a las mujeres indígenas. Heridos en su amor propio, los indígenas se vestían de mujer como una estrategia de guerra para defender a sus mujeres, así cuando el español intentaba abusar de una de ellas, salía a relucir el arma escondida para vengar el honor ultrajado.
Los aires musicales que interpretan las diferentes danzas del Carnaval se entonan con instrumentos tradicionales que suelen incluir la flauta de millo de origen indígena, fabricada con la caña de millo; la gaita sabanera, instrumento de viento elaborado con un fututo de cardón y boquilla de pluma de pavo de procedencia aborigen; la tambora, el tambor alegre, la guacharaca y para ciertos ritmos también el acordeón, las maracas, la clave y el guache. Con la flauta de millo se tocan los aires de cumbia en versión del departamento del Atlántico (Barranquilla, Soledad y sus alrededores), en tanto que en versión de los Montes de María (Sucre) se interpreta con la gaita sabanera.
Uno de los géneros más escuchados en las carnestolendas barranquilleras, tocado con estos instrumentos, es el chandé, ritmo ribereño del río Magdalena cuyo tema más famoso es Te olvidé del compositor Antonio María Peñaloza, considerado el himno del Carnaval de Barranquilla, que fue escuchado por primera vez en las festividades del Rey Momo en 1954.
EDUARDO MÁRCELES DACONTE*
Especial para EL TIEMPO
* Escritor, periodista e investigador cultural, nacido en Aracataca (Magdalena).

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