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Música y Libros

El Kanka: entre el flamenco y la poesía de la calle

El Kanka pasó cuatro días en Barranquilla. Ahora se prepara para otros festivales y, como él dice: “Sacar cita para que haya disco el año que viene”.

El Kanka pasó cuatro días en Barranquilla. Ahora se prepara para otros festivales y, como él dice: “Sacar cita para que haya disco el año que viene”.

Foto:Carlos Capella. EL TIEMPO

El cantautor malagueño, invitado al Carnaval de las Artes, habló de su forma de ver la música.

El Kanka, malagueño de influencias flamencas, ha pasado cuatro días conociendo Barranquilla a través del Carnaval de las Artes, en el que hizo una de las charlas de clausura.
Para él, fueron días de “casi vacaciones”, porque en su agenda de artista exitoso –sobre todo entre el público joven–, las giras le dan apenas para llegar a una ciudad, cantar e irse. Esta vez alcanzó hasta a conocer una rueda de cumbia y grabar un par de videos.
Sobre su proceso creativo habló con EL TIEMPO.
Se espera de una canción que sea una letra corta, pero sus letras no son breves...
Es un poco de la canción de autor, aparte de la musicalidad y la rítmica, hay una intención lírica y poética mínima. Soy letrista de canciones, muy intencionado, o sea, me trabajo las letras. Creo que deben tener poesía.
¿Cómo eran sus primeras composiciones?
Más complicadas. He simplificado un poco buscando que la poesía sea cotidiana. Al principio, era más barroco, arrevesado. Quizás no tenía tanto contenido, pero sí jugaba más con las palabras, había como más fuegos artificiales. Pretendía que cada verso tuviera algo ingenioso. Hoy no es así, parto de una idea e intento plasmarla en letras.
Usted es un cantautor optimista...
Es posible.
¿Qué es lo más triste que ha compuesto?
Una de ruptura que no ha salido aún, creo que irá en el disco que viene y se llamará ‘Canción del adiós’. Es lo más triste que he hecho. Está terminada, pero no grabada.

He simplificado un poco buscando que la poesía sea cotidiana. Al principio, era más barroco, arrevesado. Quizás no tenía tanto contenido, pero sí jugaba más con las palabras

Antes de la música incursionó en economía y filosofía, ¿de esos otros estudios qué queda?
De economía: me vino bien para llegar a fin de mes, para hacer malabares cuando era músico ‘amateur’. De la filosofía, estudiando a grandes pensadores uno aprende a ver las cosas desde diferentes prismas, a no quedarse con lo establecido o con el primer pensamiento popular. Aprendes a ser crítico, a juzgar corrientes de pensamiento y a intentar el tuyo. Es importante la filosofía si quieres que las letras tengan mensaje, y al final mis canciones se tratan de eso.
¿Y su canción más optimista?
‘Qué bello es vivir’, aunque el tema se trata con un poco de ironía. Me río un poco de esa caricatura de esa gente que es tan feliz que da rabia. Es como un retrato, una caricatura exagerada del optimismo.
¿Y la canción que lo ha sorprendido?
Una que no quería meter en el último disco: ‘Sí que puedes’. Crees que lo mejor es donde has trabajado mucho las palabras, y esta es muy sencilla. Pero al final la sacamos y para mi sorpresa se ha usado para animar a enfermos de cáncer, desarrollar capacidades cognitivas en niños autistas, se la ponen a refugiados que llegan a España. En alguna asociación les enseñan a hablar español con ella. Encuentro gente por la calle que ha superado depresiones. Se la hice a mi mejor amigo de Málaga en un mal momento y la gente la hizo suya, cada uno con su pena por superar. Imagínate la alegría para un autor que pase esto, que supera lo meramente artístico.
Hay una que alaba de la persona amada hasta los ‘callitos’ de sus pies...
Muchas veces las ideas son cosas cotidianas. Una chica con la que estaba me dijo que le gustaban mis manos y yo le dije: “No, tía, mira, las tengo sucias”. Y me dice: “Es que me gustan hasta con mierda”. Me hizo gracia, y le di la vuelta.
¿De dónde viene su obsesión por las palabras?
Mi padre es gran lector, más que yo. Cuando pequeño me lo ponía difícil para comprarme videojuegos. Y, sin embargo, el libro o cómic que me gustaba me lo compraba. Siempre tuve fácil leer en mi casa. Era un niño que leía mucho, por diversión, mis amigos del cole no leían tanto. Creo que de ahí viene el amor por la palabra, por crear, por darle la vuelta.
Y estaba el ambiente musical…
También vengo de Andalucía, en el sur de España. Allí, está uno en la calle y se habla mucho, la gente es ingeniosa, el lenguaje está muy vivo. Me ha influido la palabra hablada, los poetas de la calle. Me ha podido nutrir la tradición musical, que le da énfasis a la letra. El flamenco ha musicalizado a poetas. Hay un gusto poético por las letras en el flamenco.
Además del flamenco, ¿hubo otras músicas en sus influencias?
Está el flamenco por razones obvias. Está en la calle. Si quedo con tres amigos, no hace falta que sean puristas, es normal que si alguien en Málaga toca la guitarra, sepa una canción por rumbita o bulería. Por otro lado, tengo influencias de detrás del charco, porque en mi casa se escuchaba canción latinoamericana.
¿De qué autores?
Mi padre era fanático de Chavela Vargas, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune. Hubo una generación de gente de la edad de mi padre que venía de una dictadura en España, gente de izquierda. En esos años empezaron a entrar canciones de protesta y comprometidas. Hay ciertos patrones rítmicos latinos que son mi raíz, más que el flamenco, porque se escuchaban en casa.
Así, tenía que ser cantautor…
Me han obligado, prácticamente.
Dicen que con solo la guitarra usted arma un ‘show’ completo...
Hemos jugado con muchos formatos. A veces voy solo; otras, en formato de seis personas. Antes hicimos dúos, tríos, cuartetos. Las canciones, al final, son mías y las compongo para que caigan de pie y se puedan sostener con una guitarra y una voz. Una buena canción tiene que molar (gustar) con lo mínimo.
¿Cómo surgen sus duetos, como los que hizo con Rozalén?
A Rozalén la conozco hace 12 años o más. Hacíamos conciertos juntos cuando no teníamos ni un disco. De pronto no queríamos subir uno detrás del otro, sino mezclarnos, intercambiar canciones, de pronto: “Venga, vamos a grabarla”. Otras veces, como con Jorge Drexler, fue más buscado. Tenía una canción, me parecía que tenía sentido cantarla juntos. Le escribí, dijo que sí. Pero la mayoría surge de conocernos. Hay un ambiente bastante sano entre cantautores en España.
Es un movimiento fuerte...
En España estaba mal vista la canción de autor. Se asociaba con algo que era un coñazo, aburrido. Poéticas, pero que aburrían a las ovejas. Ese estigma se está superando gracias a los cantautores que hemos salido y que también hacemos bailar a la gente aunque trabajemos la letra. Soy de los mayorcitos, pero estamos en una especie de generación en la que bebemos los unos de los otros, nos apoyamos.

Hay gente de mi edad que escucha lo mismo que cuando tenía 20 años. Cuando uno tiene casi 40 ya no está tan deseoso de novedades

En este contexto, cabe hablar de Rosalía. ¿Qué representa para la música española?
Una sorpresa para ustedes y para nosotros. Porque, además, con ‘El mal querer’, ella le dio la vuelta a lo que estaba haciendo. Para mí, lo que ha hecho es llevar un poco elementos del lenguaje del flamenco a otro nivel. Todo en ella está muy cuidado, desde la estética, la vestimenta, el ‘show’, aunque es una cantante estupenda, podría perfectamente ella sola con una guitarra, porque su timbre es bien bonito.
¿Qué sigue después del Carnaval de las Artes?
Paso después por el Carnaval de Cadiz, que tiene concurso de letras; amo ese festival. Después otros festivales y en octubre hacer cita para que haya disco el año que viene.
¿Por qué cree que cautiva tanta audiencia joven?
Uno en esas edades está buscando un poco. Hay gente de mi edad que escucha lo mismo que cuando tenía 20 años. Cuando uno tiene casi 40 ya no está tan deseoso de novedades. Los jóvenes están buscando saber qué les gusta y quiénes son. Uno muchas veces descubre quién es con música, leyendo, nutriéndose de manifestaciones culturales. Será por eso o porque mi inmadurez, de verdad proverbial, me conecta con las juventudes.
LILIANA MARTÍNEZ POLO*
EL TIEMPO
Barranquilla
* Por invitación del Carnaval Internacional de las Artes
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