“En su época, el personaje de Don Giovanni no era un seductor, era alguien negativo. La herencia romántica nos hizo verlo así, pero pienso que es violento, porque es una persona que toma, que necesita consumir y tirar. Por eso, considero que es moderno al entender ese aspecto contemporáneo de la insatisfacción a través del consumo”, dice Marcelo Lombardero, argentino, y director de Don Giovanni, de Mozart y Lorenzo Da Ponte, montaje de ópera que se presenta en el Teatro Julio Mario Santo Domingo, de Bogotá.
Esta coproducción del Mayor y la Orquesta Filarmónica de Bogotá, cuenta con el mexicano José Areán como batuta y hoy 29 de febrero tiene su última función, a las 5 p. m.
Para los asistentes será una forma de ver el “Don Juan de Mozart y Da Ponte como un ser humano actual, como nosotros, en esa insatisfacción constante, como en una especie de nihilismo pesimista”, agrega Lombardero.
La historia cuenta que a finales del siglo XVIII, este personaje era conocido en toda Europa. Fue creado por el escritor español Tirso Molina como villano y héroe, y apareció por primera vez en el drama El burlador de Sevilla. Posteriormente, con el libretista Da Ponte, quien le agregó al texto elementos de diversas versiones del mito, Mozart creó una pieza que evoca la estructura social de la época, Don Giovanni.
Esta versión “mancomuna géneros y clases sociales, porque la ópera en ese sentido es un hecho social, no solo en la presentación y en su público, sino en el hecho en sí. Y en esta versión trabajan músicos, artesanos, sastres, técnicos, asistentes, gente de limpieza, toda la sociedad expresada en un tiempo determinado para producir un hecho específico en un momento puntual. Eso es lo mejor, además de la música, por supuesto. Contamos con un equipo humano maravilloso, me sentí trabajando entre hermanos”, sigue.
Con este montaje llegaron a la escena hechos que marcan la historia de la humanidad, como el consumo, “que es una forma de vida. No creo que se refleje por una acción en particular. La historia muestra a un personaje que toma mujeres, dinero y luego los desperdicia, así como hacemos nosotros al llenar el mundo de los desperdicios que producimos. Esa idea de insatisfacción constante y, sobre todo, la de destrucción en la que hay un cambio de paradigmas, fue la base de la que partimos. Sabemos ya que el infierno no existe, está dentro nuestro y eso es lo que me interesa mostrar”.
La puesta en escena es contemporánea y se surte de la tecnología, pero hay una gran fidelidad con el texto, “que lo resignifica, traerlo hacia nosotros y no explicarlo, pero sí tratar de entender lo que Da Ponte y Mozart quisieron decir: la idea del consumo que nos consume”.
Ahora, respecto a lo anterior, el argentino afirma que “el arte no puede hacer mucho al respecto, porque es inofensivo para cambiar conductas, ojalá tuviéramos ese poder. Lo que hacemos es subrayar, pues el arte nos sirve para mirarnos en lo profundo.
Lamentablemente no podemos cambiar conductas o afortunadamente también, pues sería peligroso, lo que podemos es expresar ideas y que estas se conviertan, a veces en acciones”.
Sobre traer de nuevo un clásico a las escena, su opinión es que “los clásicos hablan de nosotros, el arte es un espejo, aunque no es la realidad. Claramente el teatro no es la verdad pero nos muestra y expresa un mensaje. Esta obra en particular, que es más que una ópera, y la considero maestra, fue importante en términos musicales, históricos y culturales porque marco una forma de pensar en un momento en donde el hombre dejó de ser un súbdito y pasó a ser un ciudadano”.
Por eso, en ese sentido, “Don Giovanni representó el arquetipo de ese personaje, y es importante hoy, porque a pesar de ser de otra época nos habla del consumismo capitalista que es como una picadora de carne que nos lleva. Ese es el poder de los clásicos, que se resignifican y nos muestran la realidad del hombre en cualquier momento de la historia”.
Y si la vida le permitiera hoy encontrarse con Mozart y Da Ponte, “por supuesto me atrevería a hacer un montaje con ellos y me encantaría tomarme, sobre todo, un vino con ambos porque eran grandes libertinos y divertidos. Esta obra tiene una irreverencia muy grande desde el texto, que a veces queda olvidada por la peluca empolvada, por eso tratamos de obtener la esencia, por que fuera contemporánea y muestre una mirada de hoy. La obra es estilísticamente muy respetuosamente de lo que ambos quisieron”.
¿Dónde y cuándo?
Don Giovanni’. Sábado 29 de febrero, 5 p. m. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Calle 170 n.° 67-51, Bogotá. Informes: teatromayor.org. Boletas desde 40.000 pesos.